17.

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Le entregue mi trabajo a la maestra y me dijo que era excelente, me sentía muy orgullosa.

— sin duda el mejor trabajo de clase — dijo la maestra — ya podéis hacerlo más o menos igual por que mandaré otro trabajo dentro de muy poco — dijo y me sonrió.

Nos retiramos de clase y alguien me sujeto del brazo.

— ya sabes, para la próxima, el trabajo que vaya a mandar nos los haces tú — dijo Sofie sonriendo y se fue.

Seguí mi camino hacia las clases de dibujo y me senté sola como siempre.

Como era la primera en llegar tenía que esperar a que llegase los demás.

Sentí como alguien se sentó a mi lado, giré mi rostro y era Ian.

— ¿Mía? — dijo el.

— oh, hola...Ian — salude.

— ¿que tal estás? Te veo algo rara — preguntó.

Es normal que esté rara, vivo en un infierno de mundo e intento ocultarlo.

— ¿y-yo? Yo estoy bien...como no — dije nerviosa apretando mi lápiz.

El sonrió.

— me alegra que compartamos las clases de dibujo —dijo.

Sonreí.

Después de media hora salimos de las clases de dibujo.

Ian me perseguía y yo intentaba ir al baño ya que era la hora de descanso.

— ey Mía! — me llamo y me giré — ¿porque no vamos junto al comedor? — preguntó.

No quería ir y no sabía como decírselo.

— es que necesito ir al baño — dije.

— vale, te esperare —

Fui al baño y me senté en el inodoro.

— porque todo me sale mal... — dije en voz alta.

Quería quedarme allí todo el tiempo pero no podía dejar esperando a Ian.

Salí y me lo encontré hablando con Lukas y sus amigos.

Quería escuchar la conversación y me encendí.

— ¿enserio te agrada estar con esa marginada? — dijo Lukas.

— si, me cae bien, y no es ninguna marginada como tú dices — contesto Ian y yo sonreí.

Oí como Lukas sonreía.

— ya te darás cuenta de lo aburrida que es y de como es su vida, te alejarás de ella tan rápido de como te ajuntaste con ella — dijo y se fueron.

Salí de mi escondite e hice como si nada hubiera escuchado.

En realidad tienen razón, sé que en cuanto sepa de mi vida se alejara...como todos lo hacen.

Tampoco quiero tener ninguna relación de amistad con el por la orden de mi señor, por mi bien estar y el suyo...ojalá no se entere el señor de mi amistad con Ian.

— ¿vamos? —

Asentí sonriendo tímidamente.

Llegamos y me senté en una mesa.

La gente que no me soporta me miraban raro y con asco ya que les sorprendía que yo estuviese aquí.

— ¿no cogerás una bandeja? — preguntó.

— gracias Ian, pero no tengo hambre — dije casi susurrando.

Mentía.

— te ves muy delgada, tienes que comer algo — dijo cogiendo su bandeja.

SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora