18.

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Sorpresa!

No dormí nada durante toda la noche ya que me dolía mucho el trasero.

Me levanto a media noche y me dirijo al baño para hacer mis necesidades.

Al ver mis glúteos me asusté.

— ¡oh Dios mío...! — exclamé susurrando.

Estaban tan rojos que parecería que no firmara parte di mi cuerpo, también tenían pequeñas partes de color violetas.

Hice mis necesidades como pude sin hacerme tanto daño y regresé a mi cama para intentar dormir.

[...]

Me levanté abriendo mis ojos lentamente.

Me lave mi rostro para quitar la cara de recién levantada y me vestí con ropa de deporte para ir al instituto.

Esperaba a que entrara Fernanda o algún gorila para llevarme arriba pero nadie venía, hasta que decidí tocar la puerta de la habitación.

Abrió un gorila.

— e-e...¿podría subir para ir al instituto? Llegaré tarde — dije.

— ¿sabes qué hora es? — preguntó.

¿A que viene eso ahora?

— si, supongo, la hora de ir al instituto ¿no? — dije irónicamente.

— son las 10:00 de la mañana — dijo serio.

Fruncí el celó confundida.

Ya es súper tarde para ir al instituto.

— ¿por que no me despertaron como siempre? — pregunté.

— el señor ordenó que hoy no irías — dijo.

Lo mire por un rato y asentí.

— ¿que pasa aquí? — oí la voz del señor y volvieron mis temblores.

— n-nada s-señor — susurre temblorosa.

Me miró de arriba abajo confundido.

— ¿a donde vas vestida? — preguntó.

Me quede por un momento callada ya que no me salían las palabras del miedo.

— e-ee...pensé que tenía que i-ir al instituto — dije.

Asintió.

— acompáñame — dijo.

Deje la mochila y fui con el.

Subí las escaleras lentamente ya que me ardía el trasero.

¿A donde vamos?

Me pregunté pero preferiría no decirlo en voz alta.

Llegamos a la gran recepción y vi a Betty.

— ¡Hola Mía! — gritó ella y se abalanzó a mí para darme un abrazo.

Me sorprendí verla ahí.

— oh, Betty...hola — la saludé.

— ¿no te alegras de verme? — preguntó Betty algo triste.

— no, no es eso, es solo que estoy sorprendida — dije alzando la voz — me alegra mucho verte — dije y la abracé.

Es la primera vez que lo hacía y me sentía rara haciéndolo.

Narra James.

Veía que no podía ni si quiera andar bien cuando se fue de mi despacho, por eso decidí que hoy no fuera al instituto.

Se que me pase un poco, pero estaba cegado de la furia. No me gusta, detesto que salten mis normas.

Archi se presentó en mi casa con su pareja Betty, nos saludamos y comenzamos a hablar.

— ¿y que hay de Mía?  — oí preguntar a Betty.

— sigue en mi casa, está en su habitación — dije con normalidad.

Se le iluminaron los ojos.

— ¿puedo verla? — preguntó.

No debía de enseñarle a nadie donde duerme Mía y como trato a Mía. Betty es capaz de entrar y verla llorar por algo.

— iré yo a por ella mejor — dije y me adentré a las escaleras a abajo.

Oí como mi guarda espaldas hablaba con alguien, creo que es con Mía.

— ¿que pasa aquí? — pregunté.

— n-nada s-señor... — dijo ella.

Me acerqué a ellos y veía a Mía temblorosa de solo verme y con los ojos hinchados y rojos, supongo que se él por que.

Ella se quedó en silencio hasta que decidió hablar.

— ¿a donde vas vestida? — pregunté.

La mire de arriba a abajo.

— e-ee...pensé que tenía que i-ir al instituto...— dijo temblorosa como siempre.

Hay veces que ya me desespera su forma de hablar.

Asentí.

— acompáñame — le dije.

Comenzamos a andar y veía como caminaba algo raro y hacía muecas de dolor.

¿Tan doloroso fue?

Llegamos a la recepción y Mía al ver a Betty se sorprendió.

Betty se abalanzó a Mía y comenzaron a saludarse.

— bueno Archi, ¿que tal todo? — le pregunté y nos sentamos a la barra.

Las chicas estaban detrás.

— tengo un problema con un trabajo — dijo.

— ¿para que estamos los hermanos? Dime que pasa — pregunté.

— bueno, los narcos Rusos han llegado a nuestras tierras y me han robado una gran cantidad de mercancía — dijo algo furioso.

— ¿¡otra vez esos putos rusos?! — grité.

Asintió.

— haremos algo, localizaremos su guarida y el lugar en donde tiene tu mercancía guardada e iremos a atacar — dije.

— me parece bien, porque con mis pocos hombres era inútil recuperar la mercancía — hizo una pausa — ¿cuando lo haríamos? —

— lo antes posible, antes de que se vuelvan a su país — hice una pausa para beber de mi whisky — esta noche misma comenzaremos a buscar donde se meten esas ratas — dije.

Oí como unas de las chicas se quejaba. Era Mía.

— ¿te pasa algo cariño? — preguntó Betty.

— no, tranquila solo son agujetas — mintió.

Dijo sentándose y haciendo una mueca por el dolor de sus glúteos.

[...]

Todos se fueron y Mía se quedó esperando hasta que ordene que se la llevaran.

A mitad de camino la llamé.

— Déjanos solos un momento — le dije a mi hombre.

Ella comenzó de nuevo a temblar.

— s-señor no hice nada de nuevo... — dijo sollozando.

— no te llame para eso, no hiciste nada — dije y se relajó un poco.

Hoy si pude hacer un capítulo, pero no será igual siempre.

SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora