Nelson
Ayer, por la madrugada, fue el peor momento que he pasado en mi vida.
Él era mi ejemplo a seguir, mí ídolo, mí amigo, mí consejero, mí maestro, y sobre todo, mi padre; pero ahora no lo quisiera ver ni en pintura. Lamentablemente el hogar está a nombre de él, y de ser así nosotros quedaríamos en la calle, no tenemos familia en éste país, sin nada, aunque me duela admitirlo. Sin embargo, yo tomaré la responsabilidad de sacar a mi madre y hermana adelante. Comparé una casa y ésta vez estará a nombre de mí mamá, será sólo de ella y así no podremos verle la cara al imbécil de mi padre.
Estoy hecho una furia de sólo recordarlo.
Me miro al espejo y sólo se me viene a la mente cada golpe que di en su rostro, sin compasión, sin temor.
Mi hermana está destrozada al ver como mi madre llora cada 5 minutos y, yo también tengo que admitir que me duele ver como sufre por un hombre que hasta hace unas horas valía la pena. Para él fue tan fácil hechar a la basura 20 años de matrimonio pero un "Lo lamento" no solucionará todo.-Mamá, por favor, ven con nosotros.- Supliqué.
Quiero sacarlas de la casa por un momento, sólo para que se distraigan almenos una hora.
-Está bien.- Accedió sonriendo.
Emily le dio un abrazo sonriendo a mamá y al ambas acomodarse un poco, salimos de casa.
Hoy por la mañana me llamaron del taller para anunciarme que ya mí camioneta estaba lista y que podía pasar por ella. Fueron difíciles estos días donde tuve que caminar por toda la ciudad, púes no estoy acostumbrado... Todo gracias a Natasha.Hoy domingo, todo cerrado por las calles, sólo está abierta una gran heladería cerca del parque y luego de las suplicas de Emily para que le comprara un helado de fresa estacioné justo frente a las puertas del lugar.
-¿Vainilla, madre?- Pregunté al conocer su sabor favorito.
Ella asintió sonriendo y junto con Emily fueron a sentarse en una mesa mientras yo hacía el pedido.
Un rastro de tristeza corrió por mi rostro al recordar como mis padres nos tomaban de la mano y mientras saboreabamos nuestros helados caminabos por el parque, justamente aquí.
-¡Hey!- Susurró alguien a mi lado.
Esa voz, por alguna razón quitó cualquier rastro de tristeza, me hizo sonreír sin verla y que me colocara nervioso sin siquiera afirmar que es esa persona.
Giro mi rostro y amplio mi sonrisa al verla con un cono de helado de chocolate entre sus manos.-Natasha.-
-Imbécil.- Rió pasando la lengua por su helado.
Abrí mi boca para responderle pero la chica que tomaría mi pedido habló interrumpiéndome...
-¿Qué desea?-
Dejé de mirar a Natasha por un minuto para hacer el pedido.
-Un helado de fresa, otro de vainilla y para mí uno de chocolate.- Ordené.
La chica asintió dándose la vuelta para prepararlos.
-Eres un copión.- Dijo Natasha captando mi atención.
-¿Qué dices?- La observé fijamente.
-Siempre me copias.- Volteó sus ojos.
-No es mi culpa que también te guste el chocolate.- Me encogí de hombros.
-No tienes personalidad, admitelo.- Lame su helado nuevamente.
¡Ush! El drama y Natasha.
-Tal vez, me guste robarme tus jugadas en el mismo partido.- Susurré acercándome a ella.
-Eso me lo has demostrado.- Se cruza de brazos.
-El caso aquí es que... Yo juego mucho mejor que tú.- Sonreí.
-¿Eso crees?- Me observa con desafío.
Asentí imitando su mirada.
-Que imbécil eres.- Ríe abiertamente. -Todos los que juegan conmigo, terminan perdiendo.-
-Aquí está tú pedido.- Interrumpe la chica con los conos de helado en sus manos.
-¡Gracias!- Los cogí.
Mi mirada se centró nuevamente en Natasha y después de hechar un vistazo al lugar y asegurarme que nadie nos observara me acerco lo suficientemente a ella.
-Eso lo veremos, Natasha.- Y sin más, presiono mis labios en la esquina de los suyos sintiendo.
No entiendo porque mi corazón late tan rápido, si ya anteriormente hemos estado así de cerca y tenido el mismo contacto...
La misma jugada en el mismo partido.
Me alejé lentamente y al llegar a la mesa observo como Natasha pasa por mi lado y se sienta en la mesa de en frente donde se encuentra Drake, Alan y la chica de la fiesta... Tal vez pase a saludar a Drake con otros fines.
Mi madre y hermana conversan sobre algo a lo que no he prestado atención en lo absoluto; yo simplemente no dejo de pensar en la chica sentada frente a nosotros.
Creanme, sin exagerar, Natasha y yo hemos cruzado miradas unas 87 veces.
Debo verme como un estúpido sonriendo "sin razón aparente", porque claro está que la razón es ella.
El juego ha comenzado, Natasha Aristiguieta... Sin embargo, creo que comenzó desde el primer cruce de palabras.
Antes de volver a casa, pasé por la mesa donde se encontraba Natasha, pero no pasó nada relevante, sólo intercambios de miradas desafiantes... ¿Son cosas mías o las cosas comienzan a ponerse tensas?
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Conexión Desconocida
Jugendliteratur"Porque todo lo bueno comienza con un poco de miedo..."