Capítulo 32: Ternura y gozo.

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Nelson

Natasha me está volviendo loco.

Ella se mantiene sobre mí mientras nuestros labios juegan entre sí.
Pequeñas sonrisas se escapan entre besos; surgen tentaciones al sólo rozar nuestros labios.

La intensidad del momento me está matando, sus besos me están derritiendo y, su aroma junto con su calidez me envuelven haciendo que no quiera despegarme de ella ni por un segundo.

No sé cuanto tiempo pasa. Sólo no quiero que acabe.

¿Recuerdan cuándo alguna vez yo dije que ni ella, ni yo llevábamos mucha experiencia en esto? Púes, ambos aprendemos día tras día a nuestra manera, amoldandonos el uno al otro, haciéndolo cada vez más perfecto.

Ligeramente dimos la vuelta, quedando yo sobre ella. Apoyé mis manos a los lados de su cabeza para no dejar caer mi peso completamente sobre su cuerpo.

El beso cada vez se hacía menos dulce y mucho más intenso.

Recordando unas cuantas escenas que leí en la saga de 50 sombras de Grey...

Lo sé no es muy buena guía sino quiero terminar amarrándola y teniendo una relación salvaje. Pero, lo amoldaré a mi estilo.

Bajé mis besos a su cuello, dejando un ligero camino en el.

La piel de Natasha se erizó, su espalda se arqueó un poco y sus manos alaban suavemente mi cabello mandando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo.

Ojalá todos los días después de la práctica de fútbol sean así.

Una de mis manos bajó para acariciar el muslo exterior de su pierna. Busqué nuevamente sus labios y los besé con desesperación pero, sin perder la delicadeza.

Natasha se merece todo el amor, merece todo mi tiempo y toda la delicadeza que pueda darle porque cada vez que la miro, que la beso y que estoy junto a ella, siento esa conexión desconocida que no veo en nadie más, veo en ella más allá de lo que las personas pueden ver; la parte codiciosa de mí, goza de que sólo yo pueda hacerlo.

Salí de mis pensamientos al escuchar las llaves de mi madre en el jardín.

Me alejó unos centímetros de ella y la observo directamente a los ojos. Siento el corazón en mi garganta cuando veo el color amarronado en ellos, como sus largas pestañas hacen sus ojos más hermosos y como la sonrisa que se forma en sus labios me hace sonreír a mí también inconscientemente.

Sus labios está inflamados...

Los míos también deben estarlo.

Mamá podría darse cuenta; es muy astuta y puede asimilar las cosas fácilmente.

¡Rayos!

Un poco nervioso me levanto y me asomo en la ventana de mi habitación para confirmar que sí es mi madre.

-¿Todo bien?- Preguntó Natasha haciendo que volteara a mirarla.

Ella se encuentra sentada en la cama mientras me observa un poco tímida.

Me acerqué a ella y me senté en frente. -Mi madre ha llegado y, esos labios...- Paso mi dedo pulgar por su labio inferior delicadamente. -Delatan todo lo que tratamos de ocultar.-

Ella sonríe y se sonroja levemente desviando su mirada.

-¡He llegado!- Dijo mi madre al entrar a casa.

Conexión DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora