Capítulo 37: La playa.

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En el camino a la playa íbamos con música alta, cantando al unísono, menos mi madre que sólo decía "No te desconcentres mientras manejas, Nelson.", "¿Qué clase de música es esa?", "¡Cuidado con los desniveles!" y más. Además me hizo detenerme a mitad del camino porque quería comprar un par de cosas para con partir ésta tarde y duró como media ahora adentro de la tienda.

Tengo que admitir que el camino hacia nuestro destino fue muy largo, pero iba acompañado de las personas que más quiero en éste mundo y no me pesó en lo absoluto.
Al llegar, mis píes se hundieron en la arena y el viento pegó directo en mi rostro.
Sus suaves y delicadas manos buscaron las mías hasta entrelazarlas y recargar su cabeza en mi hombro.

El sonido del mar me recordó a nuestra primera cita e inconscientemente sonrío.

-¿Quieres ir?- Pregunte señalando la clara agua del mar frente a nosotros.

-Claro, pero antes acompañaré a Emily para cambiarnos.- Sonríe y la veo alejarse junto a mi hermana.

Aprovecho para quitar mi camisa y quedarme sólo con un bañador; ayudo a mi madre a armar las carpas sobre la arena donde dormiremos; mi boca se abrió ligeramente al ver a Natasha acercase con un traje de baño de dos piezas color rojo, haciendo resaltar muchísimo su color de piel, su ropa va doblada en una mano, su cabello largo se olea con el viento y se le ve un poco tímida al darse cuenta de que mi mirada recorre su cuerpo de píes a cabeza lo cual me hace tragar grueso pero, ya me encargaré de hacerla sentir segura...

¡Es jodidamente hermosa!

¡Y ahora más que nunca, sexy!

En el momento en que nuestras miradas se cruzaron le sonreí, dándole un poco de confianza, ella me la devolvió un poco más tranquila y al estar frente a frente le cogí los mano y me acerqué para susurrarle al oído... -¡Eres preciosa!- Noté su piel erizarse y sus mejillas sonrojarse.

-¿Qué esperan? Vamos, chicos al mar, yo acomodaré algunas cosas aquí.- Mamá se asomó a través de la carpa ya armada.

-Emily, ¿Vienes?- Pregunté mirándola amarrar su cabello.

-Entraré al agua un poco más tarde.- Sonríe intentando deshacer el nudo de los cables de sus audífonos.

Natasha y yo asentimos y sin más comenzamos a caminar por la arena caliente, hasta que nuestros píes fueran refrescados por la fría agua.

-Antes del accidente de mis padres, vinimos exactamente a ésta misma playa...- Sonríe mirando al cielo. -Yo no quería entrar al agua aún y mi padre me cargó hundiéndome en el agua. -Su sonrisa permanece intacta. -Me enseñó a nadar y a mi madre a flotar... Cuanto extraño esos momentos juntos.- Ahora, agachó su mirada.

-¡Hey, no!- Sostuve su rostro con ambas manos. -Nada de tristeza, princesa.-

Ella de quedó callada por unos segundos. -¿Me regalas un pequeño beso? Es el mejor remedio para esto.- Sus manos agarran mis muñecas sin alejar las mías de su rostro.

-Te regalaría uno, tres, ochenta, un millón, los que quieras.- Sonreí rozando su nariz con la mía delicadamente.

Sus labios se juntaron con los míos y un ladeo en su boca delató su sonrisa.

-Pero, estoy molesto contigo.- Me alejo un par de centímetros.

-¿Por qué?- Su mirada confundida y algo asustada profundizó.

-¿Se puede saber por qué nunca antes me habías mostrado o al menos comentando sobre lo que tienes debajo de la ropa que siempre llevas puesta?- Evité reír.

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