Capítulo 16: Que lindo es el amor.

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No pude evitar reír.

En el camino sólo se escuchaban nuestras carcajadas entre chistes malos y bromas.

Me siento tan bien estando con Natasha.

Ni siquiera me preocupa que mi madre me reprenda por llegar tarde.

Bien, eso sonó como un chico rebelde de 14 años.

Estuvimos por un buen rato en el parque de atracciones, riéndonos en cada lugar que nos montábamos. Es tan diferente a cuando venía con mis padres... Ellos nunca me dejaron divertirme porque es muy "peligroso".

Cuando ya estábamos frente a la puerta de la casa de Natasha; nos observamos por unos segundos dejando salir largos suspiros.

-Fue increíble salir de ambos mundos, nos hacía falta.- Comentó Natasha sonriendo.

-Espero poder hacerlo más seguido y entrar en ese lugar desconocido, donde la pasamos tan bien.- Susurré.

-Por ahora, no me queda de otra que seguir siendo la chica mala.- Agachó su mirada.

-Tú no eres mala.- Coloqué mis dedos en su mentón, elevando su rostro.

-Para muchas personas sí y me han hecho creerlo.- Susurró.

-¡No lo eres!- Insistí. -Eres una chica increíble, muy lejos de ser "mala".-

-Detesto lo terco que eres.- Rió. -Te encanta llevarme la contraria.-

-Aparte, sí, me encanta llevarte la contraria porque me gustan tus expresiones cuando te enfadas...- La escuché decir en un tono de voz muy bajo "Imbécil". -Pero ahora ese no es el caso. Sólo digo la verdad, eres increíble.- Acaricié su mejilla.

-Cursi.- Susurró por lo bajo ésta vez riendo.

¿No les pasa qué quieren hablar en semblante serio y la otra persona no lo permite con sus bromas y contagiosa risa?

Aún así reprimo mis ganas de reír.

-No soy cursi.- Dije cruzándome de brazos.

-¿Lo dice tú carita de bebé?- Me imita.

-Tampoco tengo rostro de bebé.- Reproché.

Alguien tiene ganas de molestarme con estupideces.

-Sí que lo tienes.- Se acerca aún más a mí.

Al observarla más de cerca...

-Tú pareces una pulga.- Bromeé por su estatura.

-Imbécil.- Dijo riendo, y no me contuve más, estallé en carcajadas.

Quizás nos reímos por cosas estúpidas y tal vez sin sentido, pero pasamos un rato tan agradable, distinto a todos los demás.

-Empieza a agradarme la idea de escaparnos de ambos mundos.- Comenté.

Natasha asintió y sonrió tiernamente.

-Ya tengo que entrar.- Dijo colocando su mano sobre la manilla de la puerta.

-Nos vemos.- Sostuve su rostro entre mis manos.

Me acerqué para presionar mis labios en su mejilla y luego de verla entrar silenciosamente a su hogar, puse rumbo a mi casa.

Al llegar, entré a través de mi ventana y me fijé que mi hermana estaba dormida sobre mi cama, no le presté atención, dormiría en la habitación de Emily para no molestarla justo ahora, pensé; pero su voz chillona me detuvo.

-¡Mamá me dijo que te vio con Natasha!- Exclamó emocionada.

-No fastidies, hermana.- Dije intentando sonar amable.

-¿Puedes contarme?- Preguntó mirándome con ternura.

Suspiré.

-Vale.-

Después de contar brevemente a Emily, ella se quedó callada por unos segundos y luego sonrió.

-Que lindo es el amor.- Comentó en un suspiro.

-Callate.- Le lancé una almohada riendo.

-¡Eso quiere decir que Natasha será mi cuñada!- Gritó.

-¡Shh!- Me lancé sobre ella. -Aunque no quiera admitirlo, justo ahora no hay nada entre ella y yo.-

-Sólo están a un paso de que ese "nada" se convierta en "algo".- Susurró.

-Pero ese paso está muy lejos.- Susurré haciendo una pausa. -Por otro lado, deja de imaginar cosas.- Exigí acostándome sobre las almohadas cerrando mis ojos.

-Estás enamorado.-

-Emily, silencio.- Exigí intentando dormir.

-Bien te dejaré dormir, pero mañana no te salvas.- Dijo dando un beso en mi frente. -¡Buenas noches, hermano!-

Me quedé dormido unos minutos después de que mi hermana saliera por la puerta.

Sentí que no dormí nada cuando el sol dió en todo mi rostro despertándome por la mañana.

Bajé a dasayunar encontrándome con mis padres y mi hermana ya sentados comiendo. El silencio reina como desde hace unas semanas. Ya nada es como antes. Anteriormente, la platica entre familia era cómoda, las sonrisas eran más notables y menos fingidas... Antes éramos una familia. Ahora todo se ha destruido y, cuanto duele, pero una sola mentira pone en duda todas las verdades.

El señor que se hace llamar mi padre, se retiró al apenas yo sentarme, púes ya había terminado de comer y iba tarde al trabajo (sí es que en realidad va al trabajo)

Mi madre aprovechó la ausencia de mi padre para preguntarme sobre la chica de ayer... Natasha.

Debí imaginar que esto pasaría.

Debí imaginar que esto pasaría

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