Capítulo 42: Excelente motivación.

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Natasha entró al baño, yo fui a buscar ropa de mi hermana para ella. Aproveché, también, para dirigirme a mi madre.

-Mamá, ¿Puedo pasar?- Pregunté tocando la puerta con mis nudillos.

Ella duró unos segundos en responder. -Sí, hijo, pasa.-

Abrí lentamente la puerta y la encontré acostada en su cama, mirando al techo. -¿Qué haces?-

-Solo... Pensando.- Pasó su mano por su rostro antes de que pudiera acercarme más a ella.

Estaba llorando, su ojos húmedos me lo dicen. -¿En qué?- Me acosté a su lado.

-En lo mucho que has crecido y en lo que tengo que trabajar para dejarte ir.- Suspiró.

-No me iré. Siempre estaré aquí, a tu lado.- Giré mi cabeza para poder verla.

Una lágrima rodó por su mejilla. -No puedo ser tan egoísta, hijo. Tengo que soltarte porque yo no seré eterna; sobreprotegí tu infancia y parte de tu adolescencia, ya eres un hombre y, es hora de verte crecer.-

Sus palabras estaban llegando directo a mi corazón, luché para que las lágrimas no salieran de mis ojos. -Aunque ya sea un hombre y tenga pareja, tú siempre serás la mujer de mi vida. Agradezco cada esfuerzo que haces por mí, sin ti, yo no sería ni la sombra de lo que soy ahora. Y, ahora comprendo que la protección se te salió de control, no porque seas mala, sino porque querías lo mejor para mí.-

Mi madre sollozó y se abrazó a mi pecho, la envolví en mis brazos sin dudarlo.

-Te amo, hijo.-

-Yo también, madre.-

-Ahora ve con Natasha, debe estar esperándote.- Sonrió limpiando el resto de lágrimas en sus mejillas.

Asentí, depositando un corto beso en su frente.

Me dirigí a mi habitación y una sonrisa se formó en mi rostro al ver a Natasha envuelta en una toalla, y con su cabello en un moño desordenado, salir del baño.

-¿Buscas algo?- Pregunté haciendo que su mirada se encontrara con la mía.

-La ropa.- Se encogió de hombros.

Reí por lo bajo acercándome a ella.

-¿De que te ríes?- Preguntó confundida mientras sostenía su toalla con firmeza.

-Te ves tan tierna.-

Natasha volteó sus ojos, al ver su gesto en un movimiento rápido tiré de su toalla y sin quitar la mirada de su rostro, pegué su cuerpo al mío con dominio y la besé desesperadamente.

Podía sentir su suave piel contra mi cuerpo, algunas gotas de agua corrían por su espalda.

-Cada vez que seas hermosamente odiosa, te quitaré esa actitud a besos, para que seas seria.- Dije antes de que ella pudiera decir algo.

-Como quieras.- Sonrió nerviosa. -Por favor, devuelveme la toalla.-

-¿Por qué?- Le di una sonrisa socarrona.

-Púes, estoy desnuda.- Desvío su mirada. -Me da pena.- Admitió.

Sonreí acariciando su mejilla. -Tranquila, princesa.-

-Hablo enserio.- Dijo con sus mejillas sonrojadas.

Mi mirada siguió una gota de agua que caía desde su cuello hasta el medio de sus senos los cuales están aprisionados con mi pecho.

-¡Nelson!- Golpeó ligeramente mi brazo haciendo que subiera mi mirada a su rostro.

Reí. -¡Auch! bien, ya. Te devolveré la toalla, con la condición de que salgas ésta noche conmigo.-

Conexión DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora