Su hermana Sienna siempre le había hablado de los innumerables obstáculos que Jungkook y su hermana Lucy habían tenido que superar.
Un buen día Lucy había tirado la toalla, pero Jungkook jamás se había rendido, sino que había redoblado esfuerzos.
Como le había dicho su padre en una ocasión, el estaba destinado a hacer grandes cosas, y ya lo estaba consiguiendo.
Ser el director financiera de un hotel como ése era todo un logro a su edad.No obstante, había pagado un precio por ello. Una vida amorosa inexistente... Sonrió de nuevo al recordar el sabor de sus labios. En ese sentido sí podía ayudarle. Realmente podía. Bastarían unas pocas semanas para devolverle la autoestima que tanto necesitaba y hacer que los hombres hicieran cola ante su puerta.
Las puertas del ascensor se abrieron y Jimin salió a la recepción, esbozando una sonrisa divertida al ver a la rubia que estaba detrás del mostrador.
Jungkook fue a ver a Max para ponerlo al día con la esperanza de que el color de sus mejillas no lo delatara.Pero Max sabía demasiado.
—Parece un buen hombre. El decidió hacerse el tonto. No podía creerse que estuviera a punto de hablar de su vida privada con Max.
A veces hablaban de cosas personales, pero nunca de las de el, así que aquella situación era de lo más novedosa.—¿Jimin?
—Sí. Es agradable. Un hombre de éxito interesante.
—Max, creo que no debemos ir por ahí. El no estaba dispuesto a seguir por ese camino. Jimin sólo estaba interesado en pasárselo bien con el.
Todo aquello era una broma de principio a fin. Max sonrió con efusividad. La chispa de sus ojos era más que alarmante.
—A veces se me olvida lo joven que eres, Jungkook. Deberías querer sentar la cabeza y tener una familia. El suspiró. Esas cosas no estaban en su agenda y no sabía si alguna vez lo estarían.
Estaba demasiado ocupado labrándose un futuro profesional y el resto del tiempo lo empleaba en su hobby favorito.
—De momento no, Max. Tengo una carrera profesional que desarrollar. Lo único que le quedaba por comprobar era si ésa era la carrera adecuada. Max lo miró inquisitivamente, sus sabios ojos arrugados.
—Eres la persona más motivada que conozco, Jungkook.
—Me lo tomaré como un cumplido.
—Y lo es. Sólo quiero que estés seguro de que estás yendo en la dirección que deseas. Jungkook se sorprendió.
Jamás había esperado que Max captara las dudas que le atormentaban. Nunca le había prestado demasiada atención, excepto cuando las cuentas no salían bien.
—Max, he trabajado duro por conseguir lo que tengo, y lo deseo. A veces me canso, pero todo el mundo lo hace. Siempre había trabajado duro, pero la clase de juegos a la que Jimin estaba acostumbrado no se le daban bien. Su padre siempre le decía que no debía malgastar su talento en cosas banales y fútiles, pero a Park Jimin el juego se le daba demasiado bien; tan bien como el trabajo.
Incluso su padre habría tenido que admitirlo. Sin embargo, no podía dejar que aquella pantomima repercutiera en su vida profesional, y mucho menos en la calidad de su trabajo.
Cinco años antes, Max le había dado la oportunidad de su vida, y gracias a él había sido capaz de afrontar el desafío. Le debía mucho.
—No voy a decepcionarte, Max.
—Y yo nunca he pensado que fueras a hacerlo.
Jimin volvió al hotel después de ponerse la ropa de trabajo. Una vez más la recepcionista le lanzó una mirada seductora. Al pasar por delante de ella esbozó una sonrisa juguetona.
ESTÁS LEYENDO
Una tentadora propuesta | Jikook
RomanceSinopsis: De la noche a la mañana, perdió la cabeza por el hombre de sus sueños... Park JiMin era un millonario que trabajaba mucho y arriesgaba mucho, a diferencia de Jeon Jungkook, su antiguo vecino, un joven correcto y estirado. Asfixiado por un...