Capítulo 36

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Jugaban en serio, pero aún jugaban. Jungkook no sabía si sería capaz de manejar la situación. Él podía ofrecerle una noche inolvidable, pero eso era todo. No habría nada permanente. Sólo iba a pasar unas pocas semanas en Christchurch y después seguiría adelante con su vida. Jungkook no sabía qué iba a pasar en el futuro, pero sí sabía que no podía parar.

—Sí.
Jimin suspiró violentamente, dio un paso atrás y, tomándolo de la mano, lo llevó al dormitorio. Seguro de sí mismo, y siempre bajo control, no le dio ni una oportunidad para cambiar de idea. Ya en el centro de la habitación, se volvió hacia el y Jungkook vio el deseo incontenible que palpitaba en sus pupilas.

Jimin tiró de el y lo hizo avanzar hacia él, como un bailarín que guía los pasos de su compañera. Jungkook  levantó la cabeza, pero él no le besó todavía. En cambio, le besó en la cara, en el cuello, en los hombros...

Jungkook oyó un sonido aterciopelado y se dio cuenta de que su camisa había caído al suelo. Debajo sólo llevaba unos calzoncillos. Él levantó la vista y se apartó un poco para contemplarlo. Mientras estaba expuesto a su escrutinio, Jungkook fue consciente de todos sus defectos. Era agradable sentir sus caricias y sus besos, pero no podía soportar que lo besara de esa manera.

El nunca podría estar a la altura de todas aquellas bellezas rubias.

—No soy... Él levantó la vista y sus ojos lo atravesaron como una flecha ardiente de deseo.

—Perfecto. Eres perfecto. El no lo creía.

—No tengo mucho que enseñar...

—¿Y quién necesita mucho? —le preguntó Jimin, contemplando sus pezones. Dio un paso adelante y comenzó a mordisquearle un pezón. A Jeon empezaron a flaquearle las piernas y él tuvo que agarrarlo con más fuerza. Un latigazo de puro deseo sacudió el cuerpo de Jungkook. Todavía no lo había besado en la boca y Jeon ya estaba perdiendo la cordura.

Lo llamó, susurrando su nombre una y otra vez, y observándolo con los ojos entreabiertos. Él lo llevó hasta la cama y, con una pícara sonrisa, le dio un pequeño empujón. Aterrizaron juntos sobre la cama y Jungkook se derritió por dentro al sentir el peso de su poderoso cuerpo. Encerrándolo entre sus brazos, se inclinó para besarlo en los labios y Jungkook lo recibió con una pasión explosiva.

Sujetando su masculina barbilla con las palmas de la mano, el le devolvió el beso con frenesí. Una necesidad primaria le hizo acelerar los acontecimientos. Tenerlo sobre el de esa forma sólo le hacía desear una cosa: rendirse a su impetuosa excitación y entregarse por completo. Lo quería todo de él. Todo... De pronto él se apartó y el sintió el golpe de la decepción. Jimin se recostó a un lado y apoyó la cabeza en la mano.

—Es hora de pasárselo bien, Jungkook —le dijo, con una juguetona sonrisa. Jeon  no sabía qué estaba tramando. Su respiración apenas se había visto afectada por aquel arrebato de pasión. Parecía que aquel fogoso beso había significado mucho más para el que para Jimin.

Quiso escapar de allí, pero entonces sintió el cosquilleo de sus dedos en el vientre. Aquel roce tan íntimo desencadenó un torrente de sensaciones. Jimin se inclinó sobre el y empezó a besarlo en el vientre, siguiendo un camino descendente. Metió los dedos por dentro del borde de sus calzoncillos y tiró de ellos. Entonces lo miró a los ojos con una sonrisa maliciosa y contagiosa.

Jungkook sintió una ola de calor, repentino e intenso. Él lo deseaba y el también. En ese momento... A lo mejor fue la impaciente flexión de sus caderas o el tacto de su piel caliente... Pero Jimin captó el mensaje. Se arrodilló frente a el, le quitó la ropa interior, deslizó las manos por sus piernas hasta llegar a los muslos, y los separó con suavidad. El se tumbó en la cama sin dejar de mirarlo ni un momento. Él aumentó la presión de sus manos sobre la piel de Jungkook y lo miró con ojos instintivos.

—Lo siento, Jungkook. No puedo esperar más. Tengo que... —inclinó la cabeza y probó su sexo desnudo. Jeon exhaló el aliento que había estado conteniendo hasta ese momento. ¿Debería haber sentido vergüenza por estar tan excitado, tan húmedo?

—Jungkook... No tienes ni idea de lo mucho que he deseado hacer esto, de lo mucho que te deseo —le dijo, justo antes de volver a probar su sexo como un hombre hambriento, un hombre insaciable que se alimentaba de el. Le hizo poner las piernas sobre sus hombros y se acomodó entre ellas, sujetándole el trasero con las manos para elevarlo un poco.

Cuidando de no perder la razón, Jungkook se dejó llevar por aquellas sensaciones placenteras. El calor de sus mejillas se hacía insoportable, así que estiró los brazos sobre la cama. Él estaba tomando el control y el sólo tenía que olvidarlo todo y sentir. Su suave barba de un día le hacía cosquillas en el muslo y la tensión crecía sin parar. Jungkook quería llegar al éxtasis, pero no quería que aquel dulce tormento terminara. La razón trató de imponerse por última vez, pero perdió la batalla cuando Jimin lo mordió en la cara interior del muslo. Él lo alivió con los labios.

—¿Te gusta?

—Sí —susurró el con un hilo de voz. Él volvió a hacerlo.

—Dilo de nuevo, Jungkook. Eso es todo lo que quiero oírte decir. Sólo dime que sí. Su voz lo hizo excitarse aún más.

—Sí... Otra respuesta hubiera sido imposible. Jungkook se aferró a la sábana y apretó los puños, tratando de contener su reacción. Pero con cada caricia su autocontrol se le escurría entre las manos. La realidad se transformó y la razón dio paso a la locura. Lo único que podía hacer era sentirlo, aspirar el calor de su aliento, la firme caricia de su lengua y la succión de sus labios... Los brazos de Jimin lo agarraban con fuerza, manteniéndolo en su sitio y llevándolo hacia el éxtasis. La respiración de Jungkook se volvió entrecortada.

Levantó las manos y lo agarró del pelo, sin saber si quería apartarlo de el o sujetarlo donde estaba. Jimin levantó la vista un instante.

—No te resistas. Quiero probarlo... Déjame... Déjame... El lo empujó hacia abajo y levantó las caderas para recibir sus labios. Entonces gritó con todas sus fuerzas mientras él succionaba la esencia de su masculinidad y hacía temblar cada músculo de su cuerpo.

—¡Sí! —exclamó desde la cumbre del éxtasis. Su cuerpo se tensó un momento y entonces se rindió ante la oleada de placer que bañó todo su ser.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora