Capítulo 38

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Era vagamente consciente de sus propios gemidos; el sonido del placer... El ritmo se había acelerado de repente y era maravilloso. Jungkook se dejó llevar por última vez y llegó a otra galaxia; una nebulosa de armonía y eterna felicidad.

Jimin se apoyó en los codos y lo atrajo hacia sí mientras su cuerpo se estremecía. No podrían haberse unido más. El oyó su gemido y también la forma en que él susurraba su nombre una y otra vez. Y entonces llegó la relajación absoluta. Aletargado, Jungkook se dejó caer en la cama bajo el agradable peso de Jimin.

—No peso mucho, ¿no? ¿Puedes respirar?

—Sí —acurrucado en sus brazos, todavía conectado a él, se sentía seguro. Quería que ese momento durara siempre. Tan pronto como pensó en ello la realidad se impuso. No duraría para siempre. Un escalofrío le recorrió las entrañas y entonces la fría cordura lo atrapó en sus garras. Acababa de estar con Park Jimin, pero el sólo era otro chico más en su larga lista. Por lo menos esperaba haber estado a la altura. De pronto sintió el picor de las lágrimas en los ojos y quiso apartarse de él. Él le besó en la oreja.

—Tenemos que repetir —le dijo en un susurro.—Voy al cuarto de baño —le dijo el, intentando recuperar las defensas. Se levantó de la cama y, mientras buscaba algo que ponerse, lo sintió revolverse en la cama. De pronto le oyó mascullar un juramento.

—¡Jeon!

Sorprendida, Jungkook se volvió.

—¿Por qué demonios no me dijiste que eras virgen?

—¿Acaso tiene alguna importancia? - Jungkook miró la evidencia sobre la cama. La expresión del rostro de Jimin no era muy alentadora.

—Pues claro que sí importa. ¿En qué estabas pensando cuando le entregaste tu virginidad a...? —se detuvo y arrugó el entrecejo—. Podría haberte hecho mucho daño. ¿Te hice daño?

—No —el suspiró—. De acuerdo, a lo mejor un poco, pero después fue... Después fue... Estaba listo, Jimim. Tú mismo lo dijiste. Aliviado, lo vio taparse con la sábana. Era difícil concentrarse mientras contemplaba su magnífica desnudez.

—¿Y por qué no me lo dijiste?

—¿Habría supuesto alguna diferencia? ¿Te habrías detenido? Él le miró con gesto serio mientras pensaba en ello.

—Podría haberte puesto las cosas más fáciles. Por lo menos Jungkook se alegró de que no hubiera dicho que había sido un error.

—Debería haber sido algo más especial. ¿Estabas esperando a casarte? La mirada de terror que cruzó sus facciones le hizo decidirse a ponerlo en su sitio de una vez.

—Jimin, no seas tan anticuado. Algún día tenía que pasar. ¡Maldita sea, según las revistas que leo las mujeres besan a veintinueve hombres antes de casarse!

—¿Veintinueve? ¿A cuántos has besado? ¿Qué número soy yo? Jeon se puso roja como un tomate. De ninguna manera iba a decirle que era el primero.

—¿Y qué importancia tiene? Ya sabes qué número eres en la cama, así que ya puedes apuntarte un tanto. Estaba preparado y, ¿por qué no contigo? —la mejor defensa siempre era un buen ataque—. Apuesto a que ni siquiera recuerdas qué número soy para ti. Él se incorporó de golpe y frunció el ceño.

—Bueno, esto se pone interesante. ¿Quién demonios te crees que soy?

—Bueno, tú mismo dijiste que eras un playboy.

—De acuerdo, seré sincero. No es que sea exactamente célibe, pero no me voy con una distinta cada noche. El lo miró con escepticismo.

—No lo hago. Tengo una novia cada vez. Y siempre dejó pasar tiempo entre medias. Nos lo pasamos bien y seguimos adelante. Yo siempre voy de frente. Ella lo sabe. Yo lo sé...

—¿Y cuánto suele durar?

—Unas semanas.

—¿Es eso lo que estamos haciendo ahora? Silencio. Él lo miró con gesto enfadado antes de desplomarse en la cama.

—No sé lo que estamos haciendo —se frotó con ojos con las manos. El lo observó con atención. No parecía estar tomándoselo muy bien. Apretó los puños y dejó escapar un grito. Jungkook se sobresaltó.

—¿Qué? Jimin retiró la sábana con teatralidad.

—Mírame. Dios mío, pero si te deseé con locura y ahora te deseo aún más... Aún tenemos muchas cosas por descubrir. Tengo tanto que enseñarte... No has hecho el amor de pie, encima... De ninguna otra forma posible... Jeon lo miró con perplejidad y entonces recorrió su cuerpo desnudo con la vista. La tensión era más evidente que antes. Él era el ejemplo perfecto del hombre hecho y derecho, en todo su esplendor viril.

—¿Es que te vas a convertir en mi entrenador sexual? —le dijo con sarcasmo.

—Claro —dijo él con una carcajada maliciosa—. Para ser un principiante, tienes un increíble talento natural. Vas a ser un discípulo ejemplar.

—Siempre lo soy, señor —dijo Jungkook, batiendo las pestañas. Sabía que debería fingir que no le importaba en absoluto, por el bien de su propio corazón.

—De acuerdo, pero primero tengo que darme una ducha.

—No sin mí. No, no. Jimin se levantó de la cama y agarró un condón en un momento. Jungkook dio media vuelta y echó a correr hacia el cuarto de baño, riéndose. Él fue tras el.








—Me muero de hambre. Estaban sentados en la cocina. El se había puesto la camiseta ancha y él estaba en calzoncillos y camiseta.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora