Capítulo 37

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Jungkook cerró los ojos, respiró profundamente y relajó el cuerpo. Él trazó una línea con el dedo sobre su húmedo muslo y entonces lo introdujo en su ano. Jungkook  abrió los ojos de golpe al sentir otra embestida de placer.

—¡Jimin! —exclamó, aunque sonara como un ruego. Él se tumbó sobre Jeon. El tejido de sus vaqueros le arañaba la piel y su cabello estaba revuelto. Sus miradas se encontraron y él empezó a respirar con dificultad.

—¿Todavía dices que sí, Jeon? El enredó las piernas alrededor de su cintura y se rozó contra sus rígidos vaqueros.

—Sí.

—Estás listo para mí.

—Sí —dijo el, en un tono suplicante. Él se inclinó para besarle y Jungkook supo que tenía que quitarle los pantalones. Él rodó sobre sí mismo, se desabrochó el cinturón y se bajó los pantalones en un momento. Y entonces se quedó inmóvil.

—¿Qué? —dijo el.

—No tengo condones. Por favor, dime que tienes alguno. Jimin sacudió la cabeza lentamente al verlo guardar silencio.

—Por favor.

—¿No llevas uno en tu cartera? Él masculló un juramento y se pasó la mano por el cabello. Jungkook supuso que debía de haber olvidado reemplazarlo la última vez que lo había usado. El, por el contrario, no tenía porque nunca los había necesitado. En realidad, no sabía cómo usarlo.

Jungkook se vio invadido por las dudas y entonces se sonrojó. ¿Qué estaba haciendo?

—No, no tengo. No te vayas a enfriar —le dijo él, tomando las manos de Jungkook en las suyas y sujetándolas a ambos lados de su cabeza. Le dio un beso apasionado y profundo.

—Los dos lo deseamos. No tienes ni idea de lo mucho que lo deseo. El también lo deseaba, tanto o más que él.

—¿Y tu caja de herramientas? Tú fuiste quien me dijo que siempre había que estar preparado.

—Destornilladores, sí; condones, no. Él se recostó al lado de el y se hizo el silencio; un silencio frustrado y bastante incómodo.

—¿Y si le pides uno a tu vecino?

—Claro. Como es igual que pedir un poco de azúcar. Jimin se echó a reír y Jungkook le dio un puñetazo de mentira en el brazo. Él arremetió de inmediato, tumbándose sobre el y presionándolo con su cuerpo excitado. La única cosa que los separaba era la fina capa de tela de sus calzoncillos. Sus miradas conectaron.

—No tengo condones porque no esperaba que esto pudiera ocurrir. Todavía no.

—¿Pero lo esperabas?

—Llevo toda la semana esperandoque ocurriera.

«Y yo llevo años esperando...», pensó el. Jungkook se rindió, frustrado y desesperado. Pensaba que por fin ocurriría. Él lo había deseado, aunque sólo fuera durante un efímero instante; y ese momento se había perdido. Tiró de la sábana y se tapó. De pronto él se levantó de la cama, se enfundó los pantalones...

—¿Qué haces?

—Voy a la estación de servicio. Hay una a la vuelta de la esquina. Iré corriendo y estaré de vuelta en menos de diez minutos. No te muevas. Por favor, no te muevas. Volvió a besarle con pasión y se puso la camiseta al tiempo que salía por la puerta. Jungkook se quedó mirándolo, con los labios entumecidos y calientes. La puerta principal se abrió diez minutos más tarde. Él li miró y suspiró.

—Te has movido. El lo miró y estuvo a punto de caerse de bruces. Todas las dudas se disiparon al verlo de nuevo. Su intención era más que obvia.

Él respiraba con dificultad. Era evidente que se había dado mucha prisa. Llevaba una pequeña caja en las manos. Ni siquiera la había metido en una bolsa.

—¿Has cambiado de idea? El fue incapaz de responder, así que sacudió la cabeza.

—Bueno... —dijo, caminando hacia el—. Supongo que tengo que volver a desvestirte de nuevo. Jungkook se quedó quieto. Ni corrió hacia él, ni hizo el más mínimo movimiento. Sólo se quedó esperando, deseando.

En cuanto Jimin  se acercó echó la cabeza hacia atrás para recibir un beso. Él lo rodeó con los brazos y lo alzó en el aire. El enroscó las piernas alrededor de su cintura y él lo llevó al dormitorio. Y mientras sus labios se fundían en un ardiente beso Jimin deslizó una mano por el muslo de Jungkook y descubrió que no llevaba ropa interior. Todavía estaba húmedo, tanto como antes. Lo apoyó en el suelo, le quitó la camiseta y, tras despojarse de su propia ropa, consumó el contacto físico que tanto habían esperado.

—Tenemos que ir más despacio —le dijo, interrumpiendo el beso un instante.

—¿Por qué? Jimin se echó a reír y se dejó caer en la cama, arrastrándolo con él. Aterrizaron sobre la caja de condones. Entonces la abrió a toda prisa y se puso uno a toda prisa. Se detuvo depronto y lo miró a los ojos. El tragó con dificultad al ver su espléndido cuerpo desnudo.

—Despacio... —le dijo él, al notar su inseguridad. Bailar con Jimin... El baile no había hecho más que empezar y Jeon ya estaba deseando repetir. Aquél era un terreno peligroso. Sin embargo, todas sus dudas se desvanecieron a medida que él empezaba a moverse sobre el, suave y delicadamente. Sus manos le sujetaban la cabeza para que no dejara de mirarlo. Jungkook aún no podía creerse que su fantasía de adolescente fuera a hacerse realidad. Lenta y sutilmente él se acercó más y más y el se preparó para recibirlo.

—Por favor, no te detengas... Jimin le tapó la boca con las manos y Jungkook le vio cerrar los párpados con mucha fuerza.

—Concentrarme. Tengo que concentrarme —decía con los ojos cerrados. El se quedó quieto durante un instante que pareció eterno, y entonces por fin se volvieron uno. Él abrió los ojos y Jungkook vio cómo se le dilataban las pupilas. Entonces Jimin apartó la mano y la reemplazó con sus labios.

—No te preocupes —le dijo—. No voy a parar. Acabamos de empezar. Y así empezó, meciéndose adelante y atrás para darle todo el placer del mundo. El también comenzó a moverse, devolviéndole lo que él le daba. Lo besó, recorrió la línea de su cuello con la lengua y lo agarró del trasero para controlar sus movimientos. Apenas podía contener los gemidos de gozo mientras se movía en sincronía con él. De pronto Jimin dejó escapar un grito gutural, se apoyó en las manos y arqueó la espalda. Los músculos de sus brazos se tensaron y su pecho se volvió de hierro. Entonces sus embestidas se hicieron más poderosas y profundas y Jungkook empezó a perder el sentido de la realidad.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora