Capítulo 22

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Él retrocedió de inmediato y se sonrojó.

—Sí. Claro. Se miraron a los ojos durante un interminable minuto, en silencio.

—Nos vemos luego —dijo Jungkook, intentando calmar su acelerada respiración. Él guardó silencio un momento más mientras lo miraba una vez más.

—Claro —le dijo y se marchó.











Cuando la puerta se cerró detrás de él, Jungkook sintió un escalofrío. Al bajar la vista vio la inconfundible silueta de sus pezones bajo la camiseta. Recogió la chaqueta del suelo. Ya estaba empezando a perder la cabeza.

¿Cómo iba a salir de ese lío cuando una parte de el no quería hacerlo? Vivir una fantasía. En realidad no debería importarle lo que las otras pensaran, Jimin tenía razón. Le habían hecho daño.

La gente lo veía en dos dimensiones; no veían más allá del impecable traje que llevaba a diario. Hasta ese momento había estado dormido por dentro. Jungkook soltó una carcajada. Estaba muy lejos de ser el devora hombres en que Jimin quería convertirlo.

Pero a veces cuando más grande era una mentira, más la creía la gente. Sólo tenía que controlar la atracción que sentía por él; tenía que recordar que sólo era un juego. No lo tocaba porque estuviera interesado en el. Sólo era pura diversión para él.
Pero la respuesta que despertaba en el era más que real, y no tenía más remedio que contenerla.

Sonó el teléfono.

Contestó y oyó los acordes de una guitarra.

—Hola, Lucy. Lucy amaba la música country y tocaba muy bien el violín.

—¿Qué tal en Wellington? Lucy y Sienna, la hermana de Jimin, estaban terminando su último año en el conservatorio.

—Ya se han acabado los exámenes. Ahora nos hemos quedado sin trabajo y pronto tampoco tendremos casa.

—Ah —dijo Jungkook, que apenas podía reprimir la carcajada. Debería haberse puesto serio, pero con Lucy era imposible.

—Nos vamos de excursión antes de la fiesta de verano. A lo mejor vamos a visitarte. ¿Te importa?

—Ya sabes que no. Cuando quieras.

—Sienna dice que Jimin tiene que ir a Christchurch pronto. A lo mejor lo ves por allí.

Jungkook miró al techo. ¿Por qué no lo había llamado el día anterior?

—A lo mejor.

—Tengo que irme. Sienna me espera en el coche.

—No hagas nada que yo no haría. Lucy se echó a reír.

—Hermanito, no me dejas opción. Lucy colgó el teléfono. Jungkook hizo lo mismo y se quedó mirando el aparato, con una sonrisa en los labios. Su padre nunca había visto con buenos ojos la amistad de Lucy con Sienna, a la que creía una mala influencia para su hija.

Ojalá hubiera sabido que era al contrario. Cuando Lucy se descarriaba, era Sienna quien la hacía volver a encaminarse.

Jungkook trató de trabajar un rato, pero era incapaz de concentrarse. Se pasó las manos por el cabello y trató de ignorar la llama que ardía en su hombro, justo donde él lo había tocado; trató de dejar de preguntarse dónde estaba en ese instante, si volvería a verlo pronto y qué iba a hacer cuando llegara el momento. Y también dejó de preguntarse qué habría hecho él si realmente hubiera estado interesado y no hubiera habido espectadores.

Se escondió en su despacho todo el día. Al final no tuvo más remedio que ir a la recepción a buscar unos papeles. No tenía sentido posponerlo más. Estaba a punto de abotonarse la chaqueta cuando se detuvo. Piel... No pasaba nada por enseñar un poco.

—¿Tienes los documentos que te pedí, Becca? La recepcionista hizo una mueca inconfundible.

—Los necesito esta noche.

—Llevamos todo el día corriendo. A Jungkook no le importaban sus excusas. Sólo quería la información.

—Becca. Ya te lo dije. Los necesito antes de que acabe el día. La jornada de Becca estaba a punto de terminar, pero a la suya le quedaban un par de horas por lo menos.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora