1: Cajas

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El timbre que anuncia el final de las clases nos pone alerta a los más de veinte jóvenes que realizábamos trazos con perfecta simetría. Tengo que admitirlo, ésta clase no es mi favorita y desde el momento en que cruzo la puerta del aula 205 deseo que el glorioso momento en el que suena el timbre llegue de una vez por todas.

Es irónico como al iniciar los cursos de último año me apunté con emoción a ésta clase.

Recojo mis pertenencias y las guardo en mi mochila, haciendo tiempo mientras el revuelo de personas termina. Siempre espero hasta el final para no ser arrollada por todo, o peor aún, quedar atrapada entre el montón de personas que buscan salir por la pequeña puerta en conjunto.

Cuando la corriente de personas y hasta el profesor han abandonado el lugar me dirijo a rápidos pasos a las afueras del campus, evito a toda costa el encontrarme con alguien conocido que venga en búsqueda de ayuda o algún favor, hasta aquellos quienes quieran una simple y cortés charla deben arrepentirse al verme con prisa.

En serio, deben hacerlo por su propio bien. Me había tomado una cantidad enorme de tiempo durante toda la semana, el guardar mis pertenencias en cajas de embalaje. Volvería a casa de mi padrastro hasta poder convencerlo de que me permitiera mudarme con mi mejor amigo a un departamento. Me encantaba la compañía de mi padrastro y su esposa, pero no soportaba de ninguna manera a sus hijos, aún menos cuando se apoderaron de lo que supuestamente era mi habitación permanente. Natalia era agradable y dulce, sus hijos eran la personificación del tipo que demandó a mi madre hace casi siete años. Eso me daba escalofríos.

Mientras caminaba –o mejor dicho, corría– no pasaban desapercibidos todos aquellos que se marchaban a casa para pasar sus vacaciones de verano con su familia, pareja, etcétera. Iban a otro lugar que no fuera éste sitio. Me siento mal por aquellos que se quedaban aquí todo ese lapso del tiempo. Suerte para mí que, éste fue mi último día de clases. El definitivo.

Mi preparatoria y universidad terminadas por fin. Con una graduación el fin de semana.

Cinco largos años en la jungla de concreto.

Me cuesta bastante trabajo subir hasta el cuarto piso en medio de todos los abrazos, despedidas y personas que solamente miraban esas escenas, estorbando el paso de las personas que teníamos prisa. Cuando por fin llego a mi habitación, estoy exhausta y me dejo caer en mi cama sin importarme el desastre de cajas por aquí y por allá. Ni me doy cuenta de que mi compañera, June, empaca con velocidad muchas cosas sin sentido en una gran maleta rosada. A ella aún le quedan otros dos años de estudio.

Vaya, ¿difícil subir, eh? comenta prestándome atención repentinamente. Paso mis manos por mi rostro notando la ligera capa de sudor que se formó entre tanta actividad. Me siento sobre el colchón, cruzando mis piernas y prestándole atención. Es agradable, no merece que la ignore.

Lo es. corroboro y ella sonríe. Para tener diecinueve años es una chica que luce mayor, aunque su cabello no puede ayudar en ocasiones. Sus ojos siempre delineados en tonos oscuros, su cabello rubio teñido azul de las puntas, no la mejor combinación, pero tengo la sensación de que a ella todo le combinaría. June Blake, californiana, y quince centímetros más alta que yo, fue mi compañera de habitación durante mi último ciclo.  ¿Vacaciones en familia? pregunto señalando la gran maleta, justo antes de que quedemos en completo silencio. No es una chica muy habladora, al igual que yo. Ella asiente.

Oh sí, los veranos solemos juntarnos en la casa de playa de la abuela. Por su cumpleaños y eso, todos aprovechamos y nos quedamos mucho más tiempo de lo previsto. mira mi desorden de cajas y me da una sonrisa ladeada.  ¿Necesitas ayuda? ofrece. Sí sigues a ese paso no terminarás antes de tu graduación el domingo. niego con la cabeza. Jake prometió venir y ayudar por la tarde, cuando los monitores de edificio permitan las visitas para desalojar las habitaciones de los graduandos. Además, la veo muy ataviada en su labor de arrojar prendas al azar a la maleta.

Always for you || niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora