Cuando menos lo imagino son las 9:30 a.m. según el reloj de pared de la pequeña estancia del apartamento de Jake. De nuevo me quedé dormida en el sofá, viendo la televisión. Y es una situación vergonzosa y divertida porque soy un desastre durmiendo. De pronto, escucho a mi amigo silbar desde la regadera y sé inmediatamente que tardará bastante ahí. Me inquieto cuando recuerdo un par de cosas:
En primer lugar, es domingo, y no cualquier domingo. Es el día de la ceremonia de graduación.
Y en segunda; tengo que estar en el campus a las once de la mañana y me queda poco tiempo para embellecerme. Tal y como me diría mi antigua compañera de habitación.
Paso mis manos por mi cara repetidas veces en un intento de despejar mi mente y poner todo en orden antes de empezar a estresarme. No me imaginé nunca que fuera de las chicas que se volvían locas por algo como una graduación. Aunque, imagino que todos se vuelven locos el día de su graduación de la universidad.
Por lo menos; Jake lo hizo, hace un par de años. Y fue la cosa más loca, divertida y asombrosa que me había tocado presenciar a su lado.
Siento algo húmedo impactar en mi rostro. Sé inmediatamente que se trata de la toalla de Jacob. Gruño y la aviento al suelo, lo escucho carcajear ante mis acciones.
—Mueve tu británico trasero ahora mismo si quieres verte bonita en "tu día especial" —me siento con pereza, extendiendo las piernas y lo observo cuidadosamente; recién salido de la ducha con un par de bóxers negros, las gotas de agua corriendo por su torso desnudo y su cabello castaño claro húmedo y despeinado. ¿Cómo es que he sobrevivido todas las veces que me toca contemplar ésta imagen?, ¡cualquier chica ya hubiera tenido un ataque al corazón!
Él pone los ojos en blanco al ver que no me apresuro a tomar una ducha o hacer algo más.
— ¡No se supone que los británicos son algo así como maniacos por la puntualidad! —dice alzando los brazos dramáticamente y yo niego, sonriendo divertida. Repentinamente él ya está a mi lado, empujándome fuera del sofá. —Muévete ahora. —ordena y yo hago caso porque no quiero llegar cuando estén nombrando a los últimos de la clase.
Creo que tomo la ducha más rápida en toda la historia mientras escucho a mi amigo tararear canciones sobre mi lentitud en un día donde debería darme prisa para estar lista.
(. . .)
—Mírate, los milagros sí que existen. —comenta cuando salgo de la habitación completamente vestida. Me acerco a Jacob y lo golpeo en las costillas, con fuerza suficiente para que el golpe sea significativo. Jake ni siquiera se inmuta ante mi acción. Me examina de pies a cabeza pero no dice nada. Una parte en mi interior me dice que no le ha parecido que el vestido que me he puesto para la ocasión sea tan corto.
—Ja, ja. —respondo sarcásticamente, pero estoy sonriendo. Él lo hace también, se acerca, me da un abrazo y me besa en la mejilla.
—Estoy bromeando, pero no lo hago cuando sostengo que si eres la graduada más guapa que esa institución podrá tener jamás. —expresa honesta y dulcemente, y, no puedo evitarlo, me sonrojo ligeramente.
—Mentira. —contradigo inmediatamente. Lo es. Hay un puñado de chicas mucho más guapas y sexys en la clase y él podrá comprobarlo en un rato.
—Nop.
—Lo es
—Cierto, lo es. Creo que habrá un puñado de chicas más sexys ésta mañana en los jardines del instituto. Muévete o llegaremos tarde para el espectáculo. Quiero ver a todas esas chicas en sus vestidos cortos antes de que se pongan la toga encima. —me da un empujoncito hacia la puerta y toma sus llaves detrás de mí. — ¿Necesito una invitación o algo? —niego. —Menos mal, aunque de todas maneras hubiera encontrado la manera de colarme.