—Bueno, Fray. Tienes quince minutos. —Stephanie me señala el reloj digital cercano al área donde están los casilleros. Pongo los ojos en blanco. Me agradaba más cuando ella estaba en casa, enferma y no aquí, creyéndose la dueña de todo.
—Lo sé. —comento mientras tomo mi sudadera. Ha comenzado septiembre y los días comienzan a volverse poco a poco más frescos. Ayer llovió y el día de hoy la humedad perdura. Creo que en cualquier momento caerá un aguacero. Pero no me importa, tengo mi tiempo para salir a despejarme un poco, comer algo y estoy desperdiciándolo aquí. Ya he perdido al menos unos seis u ocho minutos.
Salgo del restaurante con el único objetivo de dar una pequeña caminata hasta un lugar donde venden unas deliciosas malteadas a las que, poco a poco me he vuelto adicta. También el café de ese lugar es delicioso, pero me provoca algo de hiperactividad. Quién lo diría, me vuelvo hiperactiva con la cafeína aún a mi edad y no me había percatado jamás de ello.
No me toma más de diez minutos volver y, para cuando vuelvo a mi zona hay muchísimas personas ordenando y, un par de cabelleras rubias me llaman la atención.
Están en la zona que me corresponde y casi quiero dar vuelta atrás, volver a la cocina y fingir que he pescado alguna enfermedad en cuestión de minutos. Pero no. No lo hago y me acerco con mi mejor sonrisa y actitud 'profesional'. Mi mente no deja de preguntarse porque exactamente escogió este lugar de todos.
—Bienvenidos, ¿desean ordenar en este momento? —digo y Niall eleva su mirada hacia mí. Sonríe. Dios, esa sonrisa. Contrólate Fray, me regaño.
—Oh claro. Theo, ¿has decidido ya? —el pequeño sentado de frente a Niall retira la carta de su rostro y me tomo la libertad de mirarlo a detalle. Tiene unos ojos igual de azules a los de Niall y le calculo unos cinco o seis años. Algo dentro de mí se alivia que no sea hijo del rubio artificial. El niño asiente y me mira, después mira a Niall, se levanta de su silla y habla en voz baja con el mayor. Niall ríe.
— ¿Él sabe leer? —no puedo evitar preguntarlo. Ambos terminan su conversación y el rubio niega con una sonrisa en su rostro.
—Está aprendiendo, pero yo le leí el menú hace rato. —asiento. —Que sean dos especiales del día. —asiento y escribo la clave de esa orden.
— ¿Algo más? —comento por protocolo aunque mis piernas y todo mi cuerpo me pidan huir de allí.
—Eso es todo por el momento. —responde y asiento, claramente satisfecha por su respuesta. En unos minutos vuelvo a la mesa pero me resulta menos incomodo ya que solo llego para colocar las ordenes en su sitio y después volver a la cocina.
Vuelvo a la mesa en un par de ocasiones y ellos son prácticamente los últimos en el lugar a parte de los empleados. No puedo evitar permanecer cerca del pequeño cristal de la puerta y verlos en ocasiones. Ambos son tan ruidosos en ocasiones, no hacen otra cosa que soltar grandes carcajadas que nos llaman la atención a todos. Debo admitir que hacen una escena bastante adorable. He escuchado en la cocina un par de 'oww' cuando el pequeño ríe tiernamente. Luke me avisa cuando los dos están abandonando el lugar, casi al mismo tiempo que lo estoy haciendo yo.
No es grande mi sorpresa cuando veo la camioneta de Niall afuera, esperando a alguien o tal vez, solo esperándome a mí.
Suelto una gran bocanada de aire y miro mi aspecto en una de las ventanas de los autos de los empleados.
¿Qué estoy haciendo revisando mi atuendo?
Me es inevitable pasar cerca de la camioneta y me preparo para cualquier escenario.