« niall »
Sus palabras, a pesar de dejarme congelado, logran que el efecto del alcohol en mi sangre disminuya inmediatamente. Mis manos comienzan a sudar y ahora sí, siento que me desplomaré en el suelo.
—Yo, yo.... —Vale, esto me ha pillado desprevenido y debo de sonar realmente patético y como un verdadero cliché. —Oye, no sé qué decir. —me vuelvo sincero y ella pone los ojos en blanco. Me tomo un momento para observarla. No se ve asustada, ni preocupada, ni de ninguna forma en la que una mujer de veintitrés años con demasiado trabajo sobre ella, tomaría una noticia de un bebé.
Es más, se ve... feliz.
—Oye, cálmate. —dice soltando una risita y frunzo el ceño. ¿A caso se está burlando de mí?, no lo dudo. —El bebé no es tuyo, ya quisieras que lo fuera, al menos... así tendrías un cambio de actitud. Patán. —se burla y se va hacia la sala de estar. La sigo hasta allá y me siento en el mismo sofá que ella. En el fondo estoy sumamente aliviado de que no sea mío, aunque... la última vez que Melissa y yo tuvimos algo que ver, fue hace mucho tiempo ya. En el sofá, cada uno está en su orilla. Me siento cómodo con el espacio entre nosotros. Estoy realmente impactado y no sé qué decir que no sea una completa estupidez. Permanecemos en silencio durante unos minutos y en todo ese tiempo, Melissa no hace otra cosa más que sonreír y jugar con sus pulgares, no me presta ni la más mínima atención. Finalmente, ella suspira y me mira. Sus ojos brillan con alegría. No puedo evitar sonreír de medio lado. —Ve a dormir. Estas ebrio y quiero que recuerdes cada una de las palabras de mi sermón. —ordena y niego.
—Siempre tan mandona Sherman, espero que te apiades de tu hijo y no lo trates de la misma manera en que lo haces conmigo.
Mel asiente y me pongo de pie. Aceptaré eso de irme a dormir. No sé en realidad que se sentirá ser un zombie, ni siquiera existen, pero si existieran seguramente la forma en la que me siento en estos momentos podría describir perfectamente ese estado.
(. . .)
La lluvia cae como si una llave tuviera una gran fuga. La cantidad es demasiada y las calles están por lo menos cubiertas por algo así como dos o hasta diez centímetros de agua encharcada. Melissa habla y habla sobre los planes que tiene para mí en el futuro y no puedo evitar estar ignorando sus palabras. Algo o alguien no deja que me enfoque en lo que Melissa repite una y otra vez sin cansancio.
—Niall, ¿me estás prestando atención? —comenta cuando nota que estoy distraído. Me muerdo la lengua y pienso en una respuesta, pero ¿para qué mentirle? Ella sabe exactamente lo que estoy haciendo y no tiene caso darle una excusa.
—Lo siento. No lo he hecho durante un par de minutos. —confieso y hace una mueca extraña. No puedo evitar reír por lo bajo.
—Bien, esa es demasiada depresión para ti. —suspira. —No insistiré en este momento para que me des detalles del porqué de tu estado de ánimo y dejaré de hablar de trabajo.
—Gracias. —en realidad necesitaba que Melissa dejara su parloteo. Ella asiente y toma un trago de su café americano. Carraspeo. —Así que... el bebé... —comienzo e inmediatamente sus ojos están sobre mí. Brillantes y emocionados.
Así que es verdad eso de los cambios de humor repentinos.
—Oh Niall, es maravilloso. —dice más jovial que nunca.
—No quiero detalles. —comento inmediatamente alarmado. No deseo que ella me explique con lujo de detalles su relación íntima con Brad. No es eso lo que quiero, simplemente quiero tener algo diferente en lo que pensar.