« diane »
—Entonces... ¿Cuándo fue que te decidiste a cubrir cada centímetro de tu piel con tatuajes? —pregunto y él me lanza una mirada de advertencia. Finalmente exhala, pasa su mano libre a través de su cabello y responde restándole importancia al asunto. Louis ríe entre dientes. No he dejado de molestar al pobre de Harry con la misma pregunta desde la mañana que desperté en su habitación y el paseaba por ahí con su torso desnudo en busca de una camiseta para usar ese día.
—Creo que... honestamente, no lo sé. Un día solo fui al sitio donde los hacen, vi uno que me gustó y seguí acudiendo al mismo lugar por los demás. —se encoge de hombros inocentemente. Y yo no le creo ni una sola palabra al respecto. Por lo general, las personas que se hacen un tatuaje es porque tienen un significado especial... bueno, también existen aquellas que lo hacen por gusto, como Harry. Simplemente a él no puedo creerle esa explicación pero decido dejar de molestar. Asiento "satisfecha" por su respuesta y me quedo en silencio durante un rato.
Realmente quiero llegar al departamento de Ethan y contarle todo a Jake, también deseo que él finalmente haya dejado su preocupación sobre mi paradero a un lado. Por más que el chico niegue que no se pasó los últimos días preocupado sobre mi estado no le creeré, menos después de la lluvia de preguntas que hizo por teléfono y que vagamente contesté.
—Diane, ¿Dónde te estás quedando? —pregunta Louis cuando nota que Harry se interna en una zona de la ciudad donde la mayoría de las construcciones son edificios que rentan o venden departamentos.
—En el departamento del amigo de mi amigo. —digo a sabiendas de que él fruncirá el ceño y preguntará más acerca del tema. Necesito distraerme para no perderme en mi mente y los pensamientos que una y otra vez me llevan a mi madre.
—No bromees, Diane. —comenta frunciendo el ceño tal como lo preví.
— ¿Por qué lo haría? —digo y Harry comienza a negar. El pobre ya pasó por la etapa de incredulidad hace tiempo. —En realidad, es muy sencillo. ¿Por qué no pueden creerme?
—Porque eras tan... seria y callada. Nada de extrovertida y ahora resulta que llegas a Londres después de cinco años, con un nuevo look y muchísima diferencia en cuanto a la actitud de socializar con la que te marchaste. —Bien, tengo que admirar que el castaño tiene un punto. Yo no fui la persona más social cuando viví aquí, pero esa no es una verdadera razón para caer en la incredulidad sobre el hecho de que tengo un amigo ahora. — ¡Has venido con un chico a Londres cuando imaginamos que no volverías con nadie!
—Es demasiado sencillo. —comienzo, recalcando el hecho de que es "sencillo" entenderlo. —No me aislaría del mundo en Nueva York, no me resulta complicado entablar conversación con las personas... creo que nunca fue difícil pero aquí no me vi en la necesidad de tener una vida social activa cuando estaba preocupada haciendo otras cosas. En cuanto al cambio de look... bueno, eso fue algo que me vi en la obligación de hacer. A las chicas no nos gusta vagar por el mundo con el cabello naranja fosforescente y por eso lo teñí, fue una lástima que no pudiera recuperar mi color natural.
— ¿Qué hay del chico? —contraataca.
Suspiro y respondo, parece no dejar en paz el tema en un momento cercano:
—Fue una de las primeras personas que conocí al llegar allá. Me ha apoyado siempre y le tengo muchísimo cariño. Y no es "el chico", se llama Jacob. Louis, ¿Cuándo dejarás de bombardearme con preguntas?
Él se encoge de hombros.
—Me parece insólito verte hablar tanto así que aprovecho la situación. —pongo mis ojos en blanco y él comienza a carcajearse. —Tengo una última, ¿puedo?