Los días pasan y suceden cosas aburridas y normales. Niall no ha vuelto a llamar o aparecer en alguno de los sitios que he frecuentado durante todo ese tiempo y admito que creí que lo volvería a ver más seguido. Tengo que recordarme siempre no escuchar su música, eso provoca que me pierda en el pasado y miles de sensaciones me inunden y me lleven al fondo.
Hasta esta mañana...
El cartero ha traído algunas cosas y las coloco sobre el mueble de madera oscura que está a la derecha de la puerta principal. Obviamente, no abro ninguna y me aburre la idea de revisar carta por carta para ver si existe por mera coincidencia una para mí. Vuelvo a la mesa de la cocina, donde comencé a leer el periódico temprano, y continúo con mi búsqueda de opciones de empleo. Durante las últimas dos semanas he ido a distintos sitios y no me han llamado en ninguno para confirmarme que obtuve un empleo. Ya fui a una biblioteca, una cafetería, un pequeño restaurant a las afueras de la ciudad, a un centro comunitario donde podría ser profesora de dibujo a pesar de mi falta de paciencia con los niños, en fin, también fui a un par de sitios en los que necesitaban un asistente y no hay nada para mí. Aunque, por el momento está bien. Ayudarle a Jacob a amueblar su departamento es agotador. Cada hora cambia de opinión y volvemos al inicio.
Un relámpago cruza el cielo e ilumina ligeramente la cocina, después, el estruendoso ruido que hace al impactarse el rayo con la tierra me pone los pelos de punta y comienza a llover. Respingo. Hoy tenía planes de hacer algo al aire, como correr o yo que sé.
La puerta principal se abre y se cierra rápidamente. Unos momentos después Ethan llega a la cocina completamente empapado.
—Creo que está lloviendo un poco. —menciona con humor, asiento y no retiro mi mirada sobre él.
— ¿No tenías que trabajar hoy? —pregunto y después me siento avergonzada porque parece ser un reclamo. Sin embargo, a él no parece molestarle mi pregunta y mientras se dirige a colocar algo de café en la cafetera me responde.
—Mi auto se averió a unas cuantas cuadras de aquí. He tenido dificultades pero por fin llegué al estacionamiento, al parecer, todas las grúas en la ciudad están ocupadas el día de hoy. —muevo mi cabeza en afirmación y vuelvo al periódico. —Oye... —interrumpe y vuelvo a mirarlo. — ¿Ya has revisado el correo? Hay un par de sobres que tienen tu nombre. frunzo el ceño.
— ¿Enserio? —esto es inesperado. Nadie más allá de mi madre, Harry y Louis conoce que me estoy quedando aquí. Bueno, eso sin contar a la extraña mujer que vino y me entregó el folder que...
Joder. ¿Qué hice con ese folder?
—Gracias Ethan. —digo y salgo disparada de la cocina hacia la sala de estar y remuevo entre la correspondencia hasta encontrar dos sobres blancos con mi nombre escrito a mano en ellos. Las dos son caligrafías totalmente distintas. Después, pienso en el folder y corro a la habitación. Tropiezo en un par de ocasiones y al final dejo todo como si hubiera pasado un huracán por mí cuarto. Abro el folder y no me creo lo que dice. Mi boca forma una "o" y después de tener una serie de pensamientos contra la persona que lo entregó, me dispongo a leer el resto del contenido.
Siempre he tratado la correspondencia con dos simples reglas:
La número uno es; no abras jamás algo que no va dirigido a ti.
La segunda es; si hay algo para ti, léelo en el momento. Puede ser importante y quizás necesite una respuesta oportuna.