« niall »
Observo el lluvioso día y tomo un trago más de whisky. No he dejado de hacerlo durante los últimos días pues siento que me relaja. Y eso es lo que necesito: tranquilizarme.
Supuestamente, a estas horas debería estar en una cena importante, una oportunidad de empleo, pero simplemente no me sentí con ganas de hacer nada. En realidad, no he hecho absolutamente nada por mí mismo los últimos días y me siento estúpido por dejar que ella me ocasione tantos problemas emocionales cuando se supone que la había superado por completo.
¿A quién demonios quiero engañar?
Bebo un poco más y me concentro en el ardiente líquido pasando a través de mi garganta. Quiero dejar de sentir esa necesidad por ella. Ese urgente deseo por verla y hacerla reír. Quiero resistir la tentación de ir hasta el lugar donde se encuentre y enredar mis dedos en su –ahora rubio– cabello mientras la beso profundamente.
Maldición.
La puerta principal se abre y me giro inmediatamente hacia ella. Melissa ha llegado y está muy bronceada. Tomo la oportunidad de observar su cuerpo poco a poco. Principalmente porque quiero deshacerme de mis pensamientos anteriores. Sin embargo, ya no tengo la misma sensación de placer al mirarla, algo ha cambiado y sé exactamente que es. Dejo de pensar en ello cuando sus azulísimos ojos se enfocan en mí. La pelinegra frunce el ceño al verme y no sé bien si es por el vaso de whisky o mi mal aspecto.
Quizás es por ambos.
—Hey. —saludo y trato de ser casual, ella pone los ojos en blanco.
¿Ahora qué hice?
Melissa se retira de mi panorama de visión y no la sigo. Me quedo en el mismo sitio y espero a que ella vuelva. Sirvo un poco más de whisky en mi vaso a pesar de que no tengo ganas de seguir bebiendo y continuo observando el deprimente panorama que me brinda el día.
— ¿Qué se supone que estás haciendo? —pregunta y me sorprendo un poco al escuchar tan repentinamente su voz. Me encojo de hombros.
—Bebo.
Se acerca a mí y besa mi mejilla cortésmente. La observo nuevamente y el vestido floreado con el que llegó ha sido reemplazado por un short azul y una blusa blanca que le queda un poco grande. Ha recogido su cabello en una coleta alta y me temo que no se quedará.
—Trata de no beber tanto. Sabes lo que opino de eso. Vuelvo en un rato. —solamente menciona, se despide y no hago preguntas acerca de lo que va a hacer.
De pronto, no quiero tocar la bebida y la coloco sobre la barra. Coloco mis codos sobre ella y después tomo mi cabeza entre mis manos. Los pensamientos abundan en mi mente y la sensación de vacío está ahí sin importar mis esfuerzos por retirarlo.
Los ojos se me cierran por pequeños lapsos y comienzo a sentir las consecuencias de no dormir bien por dos noches seguidas. Necesito una siesta pero ella siempre llega a mis pensamientos. Eso y lo patán que me comporté con ella. No debería haberlo hecho, pero la parte egoísta de mí, la parte resentida y molesta con ella escupió todo lo que pensaba de ella sin importar las consecuencias.
Ahora, comienzo a pagarlas.
Quince minutos después, Melissa entra y coloca una gran botella de suero de sabor frente a mis ojos. Frunzo el ceño. ¿Qué diablos? Eso es para los niños, no lo beberé.
—Bébelo todo. —ordena y levanto mi mirada hacia su rostro.
— ¿Por qué debería de hacerlo? —cuestiono levantando una ceja hacia ella.