025. Cuidando a Chaeng.

5.4K 683 341
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—¡No quiero ir, no! —Maulló la híbrida aferrándose a las calientes cobijas en las que estaba metida, menos sus pies. La mayor refunfuñó casi arrancándose las hebras del cabello. —Minari... me duele la cabeza...

Mina suspiró cuando Chaeyoung destapó su rostro rojo y acalorado con unas pequeñas lágrimas amenazando con brotar de sus ojitos. La japonesa la destapó e inmediatamente comenzó a quejarse del frío producto de la fiebre que se extendía por todo su cuerpo. Con mucho cuidado la mayor se acostó a su lado atrayéndola hacia su cuerpo.

—M-me siento mal... —Murmuró agitándose entre su pecho con un puchero. Mina suspiró asintiendo a los lloriqueos de su híbrida haciendo círculos imaginarios en su espalda caliente.


Chaeyoung había atrapado lo que parecía ser un simple resfriado por jugar demasiado en el patio con un frío de la muerte. Mina incontables veces le había repetido que se pusiera algo cómodo y caliente encima, pero la híbrida la ignoró puesto que confiaba que su cuerpo se acostumbraría al cambio de temperatura.

Está de más decir que todo había salido mal. Era el día siguiente después de esa noche, las seis de la mañana aproximadamente, y una pequeña híbrida encogida como un ovillo la recibió justo cuando se despertó. Los lloriqueos la hicieron alarmarse por un momento, hasta que la observó con fiebre, ojos llorosos y una nariz rojiza. Mina pudo haber dicho "¡Te lo dije!" pero prefirió no hacerlo, puesto que la pequeña se ponía rabiosa y molesta por las mañanas.

Y ahora mucho más.


—¿Quieres que vayamos al veterinario? —Había preguntado con dulzura la japonesa mientras colocaba una toalla húmeda en la frente de la más pequeña, toalla que fue a caer en su cara. —¡No! ¡No quiero ir, me quiero quedar aquí! A-ay, me duele...

Mina rodó los ojos cuando la escuchó balbucear lo mismo en su pecho. No quería soportar los berrinches de la híbrida, además de que quería dormir un poco más. ¿Por qué tenía que enfermarse un preciado domingo? No era su culpa, pero los domingos estaban hechos para flojear.

THE WILD KITTEN。 ── MICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora