Capítulo 3: Mamá

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Ignoré la situación y continue con lo que intentaba desde el principio, aunque para mí desilusión Shelley ya no estaba, por lo qué decidí continuar mi recorrido a casa.

Al llegar a casa fui directo a la nevera, donde no había casi nada de comida, pero si una nota con dinero en la nevera: "Hoy trabajaré hasta tarde, te importaría ir al súper para comprar algunos alimentos y suministros? Yo traeré la cena. Mamá"
¡Genial, mamá no solo no estaría por las tardes sino que su nuevo jefe la esclavizaría de por vida!
Éramos ricas, todavía no podía entender porque mamá trabajaba, o al menos por qué trabajaba taaanto.
Quizá, sentía que no aportaba nada o estaba aburrida. Entiendo que le guste su trabajo pero podía realizarlo en su casa tranquila, ella podría escribir lo que quisiera.
Sí, mi mamá, Reagan Nielsen (Sí, mi mamá se llama igual que yo), era escritora. ¡Y vaya que escritora! Trabajaba para editoriales del periódico todo el tiempo, pero cuando necesité huir de California, a mamá le respondieron de HemGrove's, la editorial de libros y de periódicos de Hemlock Grove, famosa por sus libros sobre leyendas y las historias enterradas en el pueblo.
A mamá la idea le encanto, y a mi... digamos que cuando me ofrecieron un cambio de ciudad pensé en San Diego o San Francisco, pero ¿irme hasta Pensilvania? Esa nunca me pareció una opción, quizá Nueva Jersey, pero Pensilvania...
Un estado tan raro y desconocido para mí, sin mencionar la ciudad, que más bien tenía la pinta de pueblo.
Cuando mamá la nombro... simplemente pensé en Filadelfia, pero ¿Hemlock Grove? Parecía algo imposible.
Una ciudad tan extraña y enigmática, para nada nuestro estilo... era como ir de Nueva York a Tennessee, no eran malos ninguno de los dos lugares, simplemente, eran muy diferentes.
En fin, aquí estoy, revisando cosas que faltan en la casa para armar una lista en mi teléfono y comprar lo necesario. En realidad iba a comprar más de lo necesario. Ahora que tenía un auto y no contaba con mis vecinas amigables... solo quedábamos mamá y yo. Y todo lo que necesitáramos íbamos a tener que conseguirlo solas.
Tomé mis llaves y el dinero de la nevera, pero cuando fui a buscar mi abrigo a la entrada pude sentir que alguien me observaba. Mi por la enorme ventana junto a la puerta.
Ahí estaba el chico rubio.
Simplemente parado en la calle mirando en dirección a mi casa con sus manos en sus bolsillos. No había un auto ni nada.
Él parado observando. Seguramente ya me había visto por la ventana.
Dios, jamás me había asustado tanto en mi vida.

Si les gustó, no olviden leerme en el próximo.

La Nueva Vargulf - Una historia de Hemlock GroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora