Capítulo 32: El precio de olvidar

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La luz de la habitación era matadora. El techo blanco me enceguecía aún más. Las paredes eran amarillo pálido y las ventanas que daban afuera y al pasillo tenían una persiana gris oscuro que no dejaba ver nada por afuera.
El chico rubio, "Román" estaba frente a mi sentado en mi camilla mirándome fijamente. Me salpicó algo en el brazo por estar tan cerca mío, él... tenía sangre en la nariz.
Otra vez.
¿Otra vez?
Recordé el día que estaba en la oficina del director. Él estaba ahí para... en realidad no se.
También recuerdo verlo en su casa cuando hablaba con su hermana. También le sangraba la nariz ese día.
Un día hubo sangre en su boca.
¿Cuando?
- Te sangra la nariz. - le dije mientras limpiaba mi brazo con la mano.
Se alejó algo sorprendido. Un chico atras de él le tendió un pañuelo.
Peter.
¿Peter?
Roman lo tomó para limpiarse.
No recuerdo porque sabía su nombre.
- Hola. - me saludo y automáticamente miro hacia atrás - Ayúdame. - le pidió a Peter, este tardó en responder pero entonces lo ayudo a subirse de nuevo en la silla de ruedas que al parecer tenía tras él.
- ¿Qué tal? - preguntó Peter.
- Bien, queríamos sabes si ya habías despertado. - Roman se acercó a mí en su silla de ruedas.
- Bien... supongo. - me quede observándolo a Roman.
Estaba segura de que la última vez que lo vi en algún lugar tenía la mirada fría. Pero ahora parecía más dulce, diría que hasta preocupado. Pero seguramente querían hacerse los héroes. Aunque realmente creo que me salvaron.
- Bueno, parece que estas genial. - soltó.
- Si, estoy bien. Bueno ustedes se ven mejor, ¿no? Siento lo que les sucedió.
- ¿Qué? - Peter parecía confundido.
- Ya saben, por lo que les paso. Sebastian es una historia pasada... que me persigue. Lamento todo lo que les pasó, es mi culpa.
- Esta bien. Solo vinimos a ver cómo estabas. - me quede observándolos. Peter parecía muy triste. Como si hubiera muerto alguien.
- ¿Seguro que estás bien?
- Si, es solo que...
- Fue una experiencia traumática... pero estaremos bien. - interrumpió Román a Peter y dirigio su silla a la puerta.
- Ustedes parecen buenos amigos.
- Podría decirse que lo somos. - Roman dudoso me respondió. Parecía tajante. Quería irse. - Nos tenemos que ir. ¿Tu estarás bien?
- Si, estaré bien. - respondí y sonreí amable. Peter abrió la puerta del todo para que Roman pasar.
- Chicos. - los frene antes de que se fueran. Me miraron sorprendidos. - Gracias, no se porque hicieron algo así por una extraña pero muchas gracias.
No me respondieron. Solo me miraron.
Los ojos de ambos estaban vidriosos. ¿Estaban por llorar? Antes de volver a salir, una enfermera apareció en la puerta con una bandeja con comida.
- Ella no puede comer eso. - soltó Roman de golpe.
- ¿Por qué? - soltó la enfermera mirando la bandeja.
- No puede comer mucho pan ni postres de chocolate, es diabética.
<< Soy diabética. >>
¿Cuando dije eso?
Lo mire sorprendida.
- ¿Cómo sabes? - pregunté, Roman dudo mientras miraba al suelo.
- Shelley me lo dijo, también vi como te inyectaban aquí en el hospital antes.
¿Me inyectaron insulina en el hospital?
La enfermera se movió para que Roman pasara y para apurarse Peter lo sacó de mi cuarto rápidamente.
La enfermera miró mi historial y se llevó nuevamente la bandeja.
Dos policías entraron en mi cuarto, uno era ese Holdbrook.
Seguramente me custodiaban por lo de Sebastian.
- ¿Todo bien Nielsen? - soltó entrando.
Parece que estaba de buen humor puesto que no recuerdo que fuéramos amigos.
Lo mire extrañada y sonreí falsamente.
Policías asquerosos. Se quieren ganar la confianza de la gente con esas actitudes baratas.
La puerta se abrió y mi mamá apareció.
- ¿Mamá? ¿Cuando viniste? - la mire feliz.
- ¿Eh? - me miró graciosa. - hace como 5 horas.
- ¿No se había cancelado tu vuelo? - me miró como si acabara de decirle que estaba embarazada. Me tomo lo fiebre.
- Reagan espero que esto no sea una broma de mal gusto.
- ¿Mamá que te pasa? ¿Si llegaste hace tanto por que no viniste a verme antes? - pregunté frustrada.
Mamá se paró de golpe y me miró horrorizada.
- Reagan estás sangrando. - dijo alterada y comenzó a presionar el botón de ayuda una y otra vez. Abrió la puerta y gritó. - Por favor un médico, está sangrando.
Me toque la cara. Tenía sangre en la nariz.
Como ese chico.
El que te pidió un beso y sangró. El que recibió una apuñalada por ti. El que besaste. Él.
El mismo que sangró cuando te pidió que olvidaras.
¿Qué olvidara que?
De pronto volví a la escena. Mamá gritaba alterada mientras una enfermera la sacaba de mi cuarto, la policía salía para darle espacio a los médicos y la doctora que ya había visto una vez parecía algo alterada.
Me reviso con una linterna los ojos.
- Sus pupilas se dilatan lento. Creo qué pasa algo con su cerebro. Háganle una resonancia y tómenle la presión. Rápido.
- Me siento bien. - dije, pero nadie me escuchó.
El resto del día fue aburrido, me tomaron la presión y sí me había bajado un poco, mi glucemia también estaba baja así que me inyectaron un poco y me hicieron una resonancia pero no encontraron nada.
Después de ocho horas llegaron a la conclusión de que estaba cansada y pasaba por una hipoglucemia pero a mi memoria nadie tenía respuestas.
La médica me dijo que estaba en shock o tenía stress post-traumático y una laguna mental resumiría lo que me pasaba, o tenía mucha hambre y no podía ni pensar.
Optaron por lo segundo y me dieron de comer, mi memoria no volvía así que me preguntaron si daba mi consentimiento para una sonda nasogastrica. Preferí aumentar mi consumo de calorías puesto que ya había usado una en una ocasión y fue desagradable y molesto. Aceptaron y me empezaron a dar más comidas por día a la vez que me hacían exámenes mentales de la memoria.
Lo que resto de mi estadía en el hospital no fue aburrido, fue aburridisimo al punto de agonizar. Mamá me trajo tarea del colegio y me avisaron que en unas horas prepararían mí alta y me podría ir al día siguiente.
Quise hablar con Peter y Roman para ver si había olvidado algo más pero al parecer se habían ido del hospital hace ya unos dos días. Mamá me comentó que se fueron muy tristes y que por lo bien no quisieron despedirse.
En fin, muy extraño todo, tenía unas pesadillas con ellos por las noches pero la mujer que me hacía los exámenes de memoria dijo que era normal después de un evento donde me salvaron la vida.
Como ya dije: muy extraño todo.
Salí del hospital en la rutinaria silla de ruedas para literalmente pararme en la puerta principal y subir al auto a pie.
Mamá no hablaba mucho, creo que tenía miedo de que darse cuenta de que quizá olvide más cosas de las que pensábamos.
Al día siguiente fui al colegio pero nada interesante pasó. Me seguían dos policías a todas partes y mamá me llamaba cada dos horas.
Cuando llegue a casa me encontré con mamá en el sillón escribiendo, traía una bata de seda roja y sus gafas de ver de cerca.
- Hola mamá. - deje las llaves en la puerta junto a la entrada.
- Hola cariño. - respondió con sus ojos clavados en la computadora.
- ¿Estás escribiendo? - dije mientras dejaba mi bolso y mi campera en una silla.
- Hago un informe. - contestó sin mirarme.
- ¿Sobre? - abri la nevera y saque cosas para prepararme un Sándwich.
- Trabajo...
- Mamá. - repetí enojada.
- Aún no sé qué estoy buscando.
- ¿Sobre qué?
- ¿Recuerdas lo que hablamos antes de...? - se arrepintió de hablar.
- ¿De que olvide cosas? Mamá está bien, no me volví estupida, solo tuve una laguna.
- Bueno si... lo de tu padre.
- Mmm creo que si. - mentí. Lo cierto es que aún no recordaba que mamá había llegado antes de lo que recuerdo.
- Reagan.
- Lo de papá y sus cosas raras. - quizá no estaba tan equivocada, si era de papá era de cosas turbias y por debajo de la mesa. Mientras esperaba que mamá caiga en la trampa terminé de preparar mi sándwich.
- Bueno si, conseguí su expediente por homicidio... bueno no completo claro, pero me dieron un par de datos...
¿Homicidio?
Papá se había suicidado.
¿Papá se había suicidado?
- ¿Reagan? ¿Estas bien? - mamá volteo para verme y entonces alterada se paró para acercarse. - estás pálida. ¿Me mentiste sobre tu padre verdad?
- No mamá, no es eso... es que... me moví muy rápido y... estoy bien. Solo tengo mucha hambre. -
Mentiras y más mentiras... casi me parezco a Conan, gracias papá.
- Siéntate, ¿si? Yo te sirvo algo para beber y tu come. - me senté en el comedor y mamá me sirvió jugo de naranja.
Cuando termine de comer subí a mi habitación a dormir. Mamá me siguió hasta que me metí en la cama.
Quería llorar. Sentía un vacío enorme. Tenía baches enormes y no sabía cómo llenarlos.
Llore un poco de la frustración cuando mamá se fue de la puerta, y me quede dormida.
Entonces soñé que había globos. De todos colores. Y bebidas de todos colores también.
Estaba hablando con Celeste... y entonces ella me abrazó y me dio una bebida.
No quería más.
Estaba mareada y tenía mucho frío. Sebastian me dijo que suba a algún curro y que descanse hasta que la fiesta termine.
<<Prefiero que duermas y cuando me vaya te llevo conmigo, relájate>>
Sus palabras retumbaban.
Relájate.
Reagan, relájate o esto no funcionará.
¡Relájate Reagan!
Él estaba encima mío, no me podía mover. Quería vomitar y tenía frío. Y de golpe me dolió todo el cuerpo, me costó respirar y todo se movía.
Mi cuerpo prácticamente se agitaba sin control y habían gritos por todos lados.
Creo que me hice pis encima.
Tenía mucho frío y nadie me ayudaba.
Mi cerebro rebotaba en mi craneo.
Me iba a morir. Lo podía sentir ahora mismo.
La confusión, el frío, el dolor, la muerte.

Creo que por un momento cayó un relámpago porque una luz me hizo achicar los ojos. Mamá estaba a mi lado gritando.
Mamá estoy bien.
No podía hablar.
¿Estaba en coma? No creo, no se sentía como un coma.
Se sentía como...
- Reagan ¿me escuchas? Necesito que te calmes, respira ondo conmigo. - mamá me sostenía de costado. - Viene una ambulancia.
- Es muy tarde, venga. - dijo una voz y alguien me levanto. Y la luz se alejó.
Ahora las luces iban y venían. Rojo y azul, rojo y azul. ¿Donde está el violeta?
¿Estaba en un auto?
De pronto sentí un pinchazo en mi muslo y todo dejó de moverse. Y las luces volvieron a ser blancas. Y entonces oscureció rápidamente.
Puede que ahora si esté en coma.
No tengo tanto miedo como cuando... no lo sé. ¿A qué le tenía miedo yo?
Abrí los ojos. La doctora de antes estaba frente a mi y mamá de nuevo parada al lado mío.
- Reagan, ¿me escuchas? Muévete o habla si es así.
- La... la escucho.
- ¿Te puedes mover? - levanté un brazo en respuesta. Y ella levantó sus dedos índices. - ¿puedes presionar mis dedos? Lo más que puedas.
Obedecí sin problema.
- De acuerdo, estas bien. - sacó una linterna y revisó mis pupilas. - bien, ¿Reagan, sabes lo que te paso?
- No...
- Convulsionaste.
- No puede ser - negué.
- Y no sabemos por qué.
Me quedé atónita, ¿no se supone que los doctores sepan lo que nos sucede siempre?
- ¿Y entonces que hago?
- Necesitamos unos días para poder darte un diagnóstico pero necesitamos hacerte una tomografía de cuerpo completo otra vez.
- De acuerdo.
- Esta bien, me gustaría hablar con usted señora, en privado si no le molesta. - mamá asintió y ambas salieron.
Me paré despacio y caminé hasta el baño pero algo que vi en la ventana, ahora con la persiana levantada, llamo mi atención.
Eran esos dos chicos, Peter y Roman. Peter estaba en la entrada del pasillo y Román ahora me miraba triste un poco más cerca. Alcance a leer sus labios. Parecía que decía algo así como "nosotros le hicimos esto". ¿Qué fue lo que ellos me hicieron? ¿A qué se refieren?
Intente salir pero apenas me asomé por la puerta se fueron rápidamente. Mamá me hizo señas desde el costado para que vuelva entrar. Obedecí y fui al baño, cuando salí mamá estaba ya en la silla.
- La doctora fue a ver unos estudios de la otra vez. Vendrá en unos minutos. - me miró triste.
Me acomodó la almohada y me ayudo a recostarme de nuevo.
- Bueno eh, no me voy a morir, cálmate.
La doctora golpeó la puerta abierta y entró algo aliviada.
- ¡Buenas noticias! Revisamos unos estudios que hicimos y parece que las convulsiones son parte del stress post-traumático, te daremos unos antibióticos por si te duele la cabeza y a tu mamá unos calmantes por si vuelve a suceder. Si no les molesta, estarán aquí unas horas en lo que observamos si tiene otro ataque y luego tramitaremos el alta.
Creo que mamá ahora mismo tenía mi cara.
¿Que ya me daban el alta? Casi me dicen que tengo una enfermedad re rara ¿y ahora me dan el alta?
Algo muy extraño estaba pasando aquí. Y mi intuición no falló. Puesto que en cuanto mamá le levantó para salir con la doctora visualice a Roman pasando por mi ventana mientras se limpiaba la nariz con su manga derecha.
Él estaba sangrando por la nariz.
Otra vez.
Algo estaba pasando, y si dicen que ellos lo hicieron entonces ellos lo van a deshacer.

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Bueno, otro capitulillo que les dejo por aquí y más vale lo disfruten porque en cuanto lleguemos a los 10k leídos sale ese ESPECIAL que todos estamos esperando donde pasa lo que todos queremos que pase. 😏😏
Igual no creo que tardemos porque vamos por 8k creo así que ahí va queriendo.
Posta gracias por leerme, y si les gusto los espero en el próximo capitulooooooooo, griten fuerte CHAOOOOO.

La Nueva Vargulf - Una historia de Hemlock GroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora