Capítulo 39: Demonios y Ángeles

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Acabamos por dejar a Destiny descansar en el sillón, limpiamos un poco pero dimos por perdida la alfombre así que simplemente la metimos en una bolsa y la sacamos afuera.
- Bien, ahora ¿Qué viste? - Peter la ayudo a incorporarse y la acomodó en el sillón más cómoda.
- "¿Qué no vi?" Seria la pregunta correcta.
- ¿A qué te refieres? Estuviste en trance como 2 minutos. - Pregunté extrañada.
- Toda una vida. En fin, hay dos rostros que no... que no pude ver. No porque no los reconociera... ellos me dieron la espalda pero vi a Sebastian, tenía una niebla, creo que está muerto. También vi al detective que sigue tu caso y a tu mamá. - soltó de golpe.
- ¿Mi mamá?
- Reagan no te molestes por lo que estoy por decir pero... tu mamá sabe mucho, muchísimo más de lo que crees, tienes que hablar con ella y que te diga lo que sabe. - De pronto mi mamá vino a mi mente...
- Creo que tengo unos archivos de mamá, la verdad es que no lo pensé pero fue algo que robó en la biblioteca aquella vez que... bueno ya saben.
- ¿y no sabes que decía?
- No lo recuerdo pero tengo una copia en mi auto.
- Los necesitáremos para ver qué se nos está pasando. - Peter caminaba de un lado para el otro con Roman.
- Tengo una copia en mi laptop, si quieren les mando una copia al llegar a casa...  - todos asintieron.
- ¿qué más viste? Ese Detective ¿qué se traía? - Roman se detuvo para mirar a Destiny muy serio.
- No sé, vi una vibra muy extraña... parecida a la de Sebastián me atrevo a decir pero no vi bien nada... luego vi a un hombre de espaldas en tu casa Reagan, y una mujer de espaldas en el hospital.
- En el hospital, sabía que la había visto antes... vi a una enfermera pelirroja y esbelta. La verdad no previa enfermera sino más bien algo muchísimo más refinado... era como... aterradora. No la recuerdo bien.
- ¿Mi madre? - Soltó Román confundido.
- No era qué tu madre...
- Quizá vi algo que dejó un rastro. - Destiny parecía aterrada. ¿La madre de Román era tan intimidate como se decía?
- Y el hombre en mi casa... debe ser mi padre. - Supuse.
- No lo sé, lo vi junto al detective. - dijo Destiny.
- Es muy probable, mi padre se pasaba los días en la comisaría sacando imbeciles de la cárcel.
- ¿Bueno y entonces qué? - Peter parecía exasperado.
- Primero deja de caminar porque me mareas mucho y siento que voy a vomitar de nuevo. - Habló Destiny. -  Podríamos ir a tu otra casa, ahora que lo pienso. -
- Mi otra casa.
- En mi visión tu mamá estaba en una casa enorme, parecida a esta por dentro... candelabros y alfombras viejas.
- Norman, mi tío. - Dijo Roman.
- La casa de Letha. - Dijo Peter muy bajo.
- Por cierto me debes una alfombra nueva o $500. - dijo Román mirando al Destiny y luego en dirección al suelo que ahora parecía desnudo.
- Y tu a mi $200 por la sección de espiritismo, ¿pero quien lleva la cuenta? - Bromeó parándose pero perdió un poco el equilibrio así que ambos la atajaron. - Digamos que tome el wisky muy rápido.
- Vamos a llevarte a tu auto, nos vemos mañana en la casa de mi tío... - Roman la ayudó junto a Peter y se dirigieron a la puerta.
- Luego de clases. - Agregué. - Entiendo los problemas pero aún así tengo que pasar este último año o estoy frita.
- Bien, toma su bolso, y el tuyo, te llevaré a casa. - me dijo Roman, obedecí y abrí la puerta para que salgan, metieron a Destiny en su auto y Peter se subió para manejar.
- Nos vemos mañana rubia. - Me dijo sonriente. - Como a las 2:00 pm.
- Nos vemos cachorro. - Solté divertida.
Los vi irse lentamente junto a Roman quien me abrió la puerta de su auto y espero a que entre.
- Espérame, olvidé algo. - Me dijo.
Entró un segundo y tomó algo y se lo guardo en el bolsillo del abrigo que traía. - Mi teléfono.
La verdad es que no lo vi así que asentí y me acomode en el asiento.
- ¿Estás bien? - Preguntó arrancando el auto.
- Es curioso, te iba a preguntar lo mismo.
- Si es solo que mi madre y mi tío... me traen malos recuerdos... - Se calló de golpe.
- Está bien, no tenemos que hablar de eso pero hay algo que quiero saber.
- Adelante.
- Nadia. - Solté de golpe sin pensar y note como se tensó al oír el nombre. - ¿Ella de alguna manera es... tu hija?
- Supongo que sí...
- ¿No quieres saber dónde está?
- Mi mamá se encargó de que no la encuentre... esta bien. En realidad siento que es más de Peter que mía.
- Pero es tuya.
- Si bueno, no estuve ahí.
- ¿Por qué tu mamá hizo algo así?
- Mi madre estaba loca... se obsesionó con crear a un ser perfecto y Letha era como un ángel... era muy inocente... quizá era realmente un ángel y pues yo soy un demonio. -
Aunque me hubiera gustado seguir decidí acabar ahí el interrogatorio.
- Bueno, no te ves como una mala persona.
- Hice cosas de las que me arrepiento. - Suspiró y estacionó frente a mi casa para finalmente mirarme algo triste.
- Si te hace sentir mejor, no soy inocente como crees. Rompí varios autos de Sebastian y su familia, era bastante agresiva y violenta allá en Los Ángeles... y cuando Conan, mi padre murió no me sentí triste, de hecho me sentí un monstruo... aunque sea mi padre, el que este muerto significaba un abogado del mal menos. - finalmente lo mire.
- Quizá te hace aún mejor de lo que crees, a pesar de ser tu padre no querías que nadie más pasara por lo que estás pasando... un abogado liberando gente como Sebastian... no puede ser bueno. Pero tu padre no era tan malo, Reagan.
- ¿Lo conociste? - Pregunté sorprendida.
- Es un pueblo pequeño, trabajo varias veces para mi madre y la compañía. Parecía agradable.
- Si, antes de que se separaran mi madre y él... antes de entender que era su trabajo... me llevaba muy bien con él. Coleccionábamos casos raros del diario, una especie de... pasatiempo que teníamos. El que encontrará el caso más peculiar ganaba y lo podía archivar entre nuestras cosas... era algo que teníamos. Quería ser abogada por él, quería ser como él. - De pronto noté que estaba llorando porque Roman me limpió las lágrimas con sus manos, su rostro estaba sorprendido y expectante.
- Estás lejos de ser una mala persona Reagan. Créeme. - Me tomó el rostro entre sus manos.
- Y tu estás cerca de convertirte en una buena. - Lo mire sonriendo, era hermoso. Estaba ahí mirándome lleno de culpa y con miedo. - Te prometo que no eres malo, lo veo. No tienes malas intenciones, quizá resentimiento pero... no pareces querer causar el mal porque sí.
- Espero que no, la verdad es que tengo miedo de lo que me estoy convirtiendo pero contigo es difícil perder el control... veo paz cuando te veo. - Bajo los brazos y se recostó sobre su asiento mirándome - Aunque siento vergüenza por mi pasado y me da miedo nunca poder contártelo todo.
- No necesito saberlo todo, no si no necesitas contármelo, se que esto es duro Roman, hablar de tu pasado, es que. A veces solo quiero entenderte pero veo el dolor y... ya no necesito descifrarte. Quiero pero no lo necesito.
- Quizá hay algo en mi pasado que no puedas perdonar ahora. - Su mano acarició mi mejilla.
- Entonces no me lo digas ahora. - Le dije y luego me acerqué para abrazarlo aunque fue él quien terminó por estrecharme entre sus brazos. Nos quedamos así unos segundos hasta mirarnos y chocar nuestros labios.
La verdad es que me resultaba muy sorprendente lo bien que se sentía, como me perdía y nunca me recordaba otras cosas malas. Solo me perdía en él, ni siquiera tenía que concentrarme en no recordar el pasado. Solo disfrutaba el sabor de sus labios. Y como nuestras lenguas casi coordinadas bailaban lentamente. Y a veces nos mirábamos con pasión pero nos besábamos a un ritmo tranquilo, aunque admito que a veces tenía ganas pero a la vez tenía algo de miedo de reaccionar mal a último momento. Estaba bien. Tampoco sentía que Roman lo necesitaba, o al menos espero que no.
- Si seguimos así se va a hacer de día. - Junte fuerzas para hablar.
- Es verdad. - sonrió divertido. - Te acompaño a la puerta.
Bajó conmigo y me acompañó hasta la entrada.
- Hasta aquí llego yo. - Paró Roman cuando abrí la puerta. - No hagas demasiado ruido. - Me tomó de las manos y me dio un corto beso. Cuando se dispuso a irse no lo solté, tire de él para darle otro beso. Este fue más intenso, de hecho creo que se me pasó la mano puesto que Roman me alejo, para hacerme notar que ahora nuestros cuerpos estaban pegados. - Me encantaría pero se hace de día.
Me reí y finalmente entré a mi casa.
Subí las escaleras en silencio y espié el cuarto de mi madre, eran las 3 de la mañana, faltaba mucho para que se fuera a trabajar así que estaba profundamente dormida.
Entré a mi cuarto y me quité el jean y los zapatos. Entré al baño con la laptop y la dejé en la encimera mientras se prendía.
Me lave los dientes, me cambié la remera por un remero enorme y largo y cuando terminé me miré un segundo al espejo. Tenía los labios algo hinchados por besar a Roman por tanto tiempo, Lemus ojos estaban apenas hinchados pero igual me veía radiante. Me sentía radiante.
A pesar de toda esta mierda creo que tenía algo humano por dentro. Quizá Sebastian estaba muerto, yo era libre y estaba sintiendo cosas por Roman, aún así, en caso de estar vivo pienso matar a Sebastian y no arrastrar a nadie conmigo. Quizá esta sea mi última y única verdadera historia de amor, porque los romances no va bien en la cárcel.
En fin, cuando la computadora se prendió por completo me pase los archivos al teléfono y termine por enviárselos a los cuatro en un pdf del celular, termine haciendo un grupo de contactos con Peter, Roman, Destiny y yo llamado "Los 4 fantásticos", aunque yo no tenía ningún poder, valga la redundancia.
Cerré la laptop y me acosté en mi cama a mirar mi teléfono.
Me acosté y me salió lo cursi de adentro no cuando le mande un mensaje a Roman.
    «Llegaste?»
Al segundo lo leyó y escribió.
    «De hecho... nunca me fui. Olvide darte tu sorpresa »
Me quedé pensando en lo que había dicho cuando fuimos para su casa, pensé que era una broma.
   «???» envié.
   «Te la doy mañana»
   «Sí estás aquí entonces pasa, ahora no aguanto la intriga.»
   «👍»
Me iba a levantar cuando puse a cargar mi teléfono y al dirigirme a la puerta de mi habitación me asusté al oír un golpe en la ventana. Salté y mire de golpe para encontrar con un Roman sonriente agarrado al barandal de mi ventana.
Me reí ante el gesto y me acerqué a abrirle.
- Lo siento...
- Casi me matas de infarto, pasa... - me moví para que entrara y el en un ágil salto se adentro, se acomodó el abrigo y buscó en el bolsillo de adentro, entonces saco un sobre y me lo tendió.
- Es una carta de...
- Shelley. - Lo corte al darme cuenta lo que era. - Ella me dijo que le gustaba escribir. - Le la arrebate de las manos y me miró divertido, aunque en realidad lo ignoré y me senté en la cama, el la rodeó y se sentó del otro lado.
La abrí con una tijera que estaba en mi mesa de luz y la saqué, eran dos hojas dobladas en tres partes. Comencé a leerla y sentí que estaba conmigo, que oía su voz.

Querida Reagan:
Una vez dijimos que deberíamos escribir cartas, y desde ese momento siento que de alguna manera te hice una promesa, bueno, aquí estoy. Me estoy recuperando, me siento más segura aunque... hay cosas que no se pueden cambiar. El doctor dijo que mi voz podía o no volver, dijo que era un milagro haber sobrevivido a la segunda cirugía pero estoy bien, de hecho me siento bien. Donde estoy me cuidan, ahora mismo me tendrán un tiempo en observación y reposo, pero está claro que los resultados que me esperan son buenos. La peor parte ya pasó, supongo. Te extraño. Aunque aquí no puedo usar dispositivos, supongo que porque estoy dentro de un ensayo de cirugías experimentales, no está permitido enviar o recibir información. Da igual, no entiendo mucho de lo que dicen, Roman me ayudo a enviarte esta carta... me dijo que me extrañabas tanto como él y también me contó un par de cosas que sucedieron mientras lo estaba. Me alegro que estés bien, espero que no estés enojada por ocultarte el secreto y que me entiendas. Me gustaría recibir una respuesta, seguro Roman se las arreglará para hacerla llegar, y yo estaré ansiosa por recibir noticias directas de parte tuya.
Espero que disfrutes haberla leído, prometo que si lo intentas, disfrutarás también responderla.
Tu victoriana amiga, Shelley.

Sentí como me caía una lágrima de emoción, increíble, entonces Shelley estaba bien. A pesar de todo había un extraño equilibrio en el universo que hacía que algunas cosas fueran muy mal y confusas mientras que otras salían notablemente bien. Me atrevería a decir que muy bien.
Algo bueno tenia que haber y ese equilibrio no me desagradaba, no me gusta pero lo acepto.
Salí del trance en el que estaba, observando la carta anonadada por recibir sus noticias como por su excelente caligrafía y escritura.
Me recosté apenas en el respaldo y observé la nada, ya pensando en que iba a responderle, entonces recordé que tenía a Roman junto a mi. Lo mire feliz, estaba tan emocionado como yo así que lo abracé.
- Ella está bien. - le dije.
- Esta bien. - Afirmó, y nos apartamos para mirarnos.
- Esta feliz, dice que se siente bien. - me observo aún feliz y me dio un beso en la frente para continuar abrazándome, y acariciándome el cabello, nos quedamos abrazados un buen rato.

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Se les informa que del capítulo 40 al 50 van a ser todos capítulos especiales, es decir, en vez de entrar en el promedio de 1000 a 2000 palabras, van a contar con un total de 5000 palabras y un agregado extra.
Actualmente me encuentro en época de parciales, así que el especial comenzará en la segunda quincena de octubre. Quizá el 10\10 suba el primero si lo tengo ya corregido. Los amo y adiooos
Un beso muy grande y espero que estén listos para la sorpresa que les prepare ❤️

La Nueva Vargulf - Una historia de Hemlock GroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora