Capírulo 4: Roman Godfrey

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Ahí estaba el chico rubio.
Simplemente parado en la calle mirando en dirección a mi casa con sus manos en sus bolsillos. No había un auto ni nada.
Él parado observando. Seguramente ya me había visto por la ventana.
Dios, jamás me había asustado tanto en mi vida.

Quizá estaba confirmando aquello que jamás respondí: me había mudado a la casa Dealey. La estúpida, antigua y enorme casa Dealey.
¿No esperará que simplemente abra la puerta y lo invite a entrar, no?
Pues jamás sucedería.
No iba a cometer los mismos errores que en California.
<<Él se queda afuera, Reagan>> Me dije a mi misma. <<Si quieres hablar con él, tú sales, pero él no entra>>
Aunque en realidad no quería hablar con él, por lo que opté por textearme con Shelley, me había dado su teléfono mientras nos pasábamos los horarios, y entonces pensé ¿Por que no? Invitarla de compras conmigo. Además aun era temprano, quizá podía pasar a buscar los apuntes por casa de Veronica junto con ella.
Finalmente opté por enviarle un mensaje.
- Tu y yo, al súper y me muestras lugares bonitos de Hemlock.- Envié.
- No sé si hay muchos lugares bonitos en Hemlock.
- Bueno, aún así, me muestras un poco el lugar y me acompañas a hacer compras.
- Me convenciste. En breve te paso mi dirección.
- Yeeeeei 🙌
- ☺️
Mire por la ventana y el chico seguía ahí.
Parece que la gente en Hemlock Grove no se cansa.
Iba a tener que salir con el ahí.
Tome mis cosas y salí.
Ya afuera, el chico cambió su expresión de concentración a una sonrisa algo forzada.
- ¿Qué tal? - Preguntó acercándose a mi auto.
- Bien, ¿tu nariz? - pregunté.
- Bien, al final no estaba rota. - Decía mientras yo abría la puerta de mi auto y bajaba el vidrio.
- Genial ¿Quieres que te lleve a algún lado? Iba de salida. - Pregunté, quería ser amable, pero rezaba por ser rechazada.
- Bueno, gracias. Si quieres te muestro las atracciones del pueblo. - Jamás pensé que diría que sí.
- No, lo siento, quede con una compañera, pero la próxima tal vez. - No iba a haber próxima vez ni en un millón de años.
- Claro, ¿me llevas a mi casa?
- Sube. - le hice señas para que entrara a mi auto.
- Te indico cómo llegar, sigue derecho cinco calles por aquí y en la 14th doblas y conduces hasta llegar al final de la calle.
Empecé el recorrido tal y como me indicó y al doblar en la 14th él habló para matar el silencio incómodo.
- Gracias, al pueblo le falta gente amable como tú... ¿Cómo me dijiste que te llamabas?
- De hecho, nunca te dije mi nombre, soy Reagan.
- Roman, mucho gusto. - entonces indicó con sus manos para que estacionara. - Es aquí.
Bajó del auto y lo rodeó para llegar hasta mí.
- Gracias por traerme.- se quedo mirándome fijamente a los ojos, muy de cerca, apoyado una mano en la puerta de mi auto donde el vidrio estaba abierto. - Me gusto el viaje, ¿segura que no quieres el recorrido turístico? Aún puedes decir que sí.
- No gracias, de verdad. - Lo volví a rechazar lo más amable que pude.
- Di que sí. - Dijo mirándome fijo, como si tratara de obligarme.
- No, gracias. - Ya me estaba enojando, y para sumarle a la horrible situación, su nariz había comenzado a sangrar otra vez. - tu nariz... - le dije tendiéndole un pañuelo que saque rápido del estuche de mi coche.
El chico, Roman, parecía confundido. Tomó el pueñuelo y se limpió, pero desistió de mi rechazo y volvió apoyarse en mi ventana.
- Bésame. - Ordeno nuevamente acercándose , y cuando estuve a punto de golpearlo comenzó a sangrar más, y esta vez de ambas fosas nasales. Es como si el universo me hubiera leído la mente, iba a golpearlo y ahora no dejaba de sangrar, ¿Qué mierda hice?
- ¡Roman! Estás sangrando mucho, siéntate. - Salí del auto, quitando su mano, casi corriendo y abrí la puerta trasera para ayudarlo a sentarse. - Deberías hacerte ver es nariz. - Él río con desagrado.
- Tengo problemas más grandes, y no te preocupes, es por mis... problemas de presión, me pasa todo el tiempo. Siento molestarte. - Se levantó y cerró la puerta, encaminándose a su casa, una enorme mansión; de quien sabe cuantos pisos.
Mi teléfono sonó y subí al auto, era un mensaje con la dirección de Shelley: vivía entre la 14th y la 50th.
Me bajé del auto nuevamente y paré a Roman antes de que entrara a su casa.
- Disculpa, Roman. - Grité un poco y él se detuvo, volteó con una gran sonrisa y susurró algo como "Lo sabía" con sus labios.
- ¿Necesitas algo? - Contestó con un tono juguetón.
- Sí, estoy buscando la casa de mi compañera entre la 14th y la 50th.
- Estás en la calle indicada. - Sonrió placentero, como si hubiera acertado a algo. - Te puedo acompañar si quieres.
Mire mi teléfono y le mande a Shelley que estaba ahí casualmente y ella me respondió con un "Enseguida salgo".
- No, lo siento, me parece que me exprese mal, estoy buscando a Shelley, ¿sabes cuál de estas es su casa? Seguramente son vecinos.
Entonces Shelley salió de la enorme mansión por la que Roman iba a entrar.
- ¿Shelley? - Exclamó Roman al ver a la chica. - ¿Vas a salir con Reagan?
- Lo siento, creo que me perdí la mitad de la historia ¿Ustedes son hermanos por causalidad? - Pregunté.
- Si, Shelley es mi hermana menor. -Dijo mirándome algo amenazante.- ¿Así que vas a salir con Reagan?
Shelley tomó su teléfono que colgaba de su cuello y escribió algo para que su hermano oyera.
- Le mostraré un poco el lugar. - Dijo y finalmente le dio un abrazo rápido a Roman y entró a mi auto al mismo tiempo que yo.
- Tiene que ser una broma. - Roman, extrañamente parecía bastante disgustado por lo que acababa de suceder.
- La traeré sana y salva, te prometo que no soy la asesina del pueblo. - Bromeé y solo Shelley río.
Roman entro a su casa sin decir nada cerro de un portazo, yo mi dispuse a conducir.
Shelley me indico cómo ir al súper más grande que había.

Espero que les guste, y si es así no olviden, leerme en el próximo.

La Nueva Vargulf - Una historia de Hemlock GroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora