Capítulo 35: Hola Destiny

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Sentía los ojos hinchados de tanto llorar, el cielo estaba notablemente oscuro y la velocidad de la lluvia solo había aumentado durante la última hora aunque ahora había menos ruido, pero de golpe todo volvía.

Encerrada en el auto con la lluvia cayendo sobre el vidrio pude observar cómo las gotas reflejaban la luz de la calle... y momentáneamente dos se alinearon y reflejaron una luz amarilla, como los ojos de un depredador. Y sentí otra punzada.

Recordé ese día que estaba encerrada en el auto y un lobo se acostó en mi capo. Con enormes ojos amarillos y dorados. Los mismos ojos que reveló Peter una vez.

Ese día, el día que me encerraron, él se volteó y me mostró sus ojos. Sus verdaderos ojos.

Nuevamente vuelvo en si.

Conozco a Peter, el chico del supermercado.

De golpe todo de él vuelve, el día que lo ayude por primera vez, cuando bebimos en el bar.

Cuando Roman vomito, cuando lloro por la cirugía de Shelley, cuando yo vomite porque me ayudaron con Sebastian.

Cuando les quite las balas del abdomen.

También regresó Celeste.

Ella me traicionó.

Ella me entregó... a Sebastian.

Volví a casa conduciendo lentamente, la lluvia y mis lágrimas no eran las mejores acompañantes a la hora de conducir. Y tenía razón, puesto que tuve que frenar de golpe cuando algo cruzó por la carretera, algo con un pelaje marrón claro, no era como el de la última vez. Este lobo era... mucho más pequeño y su pelaje era más claro, me atrevería a decir que más rojizo. Pero quien sabe con esta lluvia y mis ojos llorosos e hinchados que apenas ven.

Espere a calmarme, y cuando mi corazón volvió a la normalidad conduje aún más lento hasta llegar a casa.

La policía estaba en la esquina. No dijeron nada al verme, supondrán que tuve una pelea o algo así. Les hice señas pero apuesto a que ni siquiera me prestaban atención. Da igual, supongo que mejor para mi.

Entré a la casa y abrí la nevera. Tome dos botellas de agua, una me la bebí entera en el momento y la otra la tomé para llevarla arriba.

Me revisé los bolsillos pero no tenía el teléfono.

Mierda, lo dejé en la mochila o en la casa de Roman.

Da igual.

Cuando subí espié a mamá a ver si estaba bien y afortunadamente dormía profundamente así que continué por el pasillo hasta mi habitación.

Encendí la luz mientras cerraba la puerta y cuando volteé vi mi mochila en el suelo.

Mi mochila, la que había llevado a casa de Roman.

Desenchufé mi lámpara y la levante para usarla como arma.

- ¿Dónde estás? - me voltee y Roman salió de mi armario.

- Espera, necesitas saber algo.

- ¿Qué quieres?

- Tu me pediste que te hiciera esto, tú querías olvidar.

- ¿Por qué yo querría eso?

- Porque me lleve algo importante. Tu... negociaste para que me llevara algo importante.

- Veo que no hiciste muy buen trabajo. - dije irónica mientras bajaba la lámpara.

- Nunca logré utilizar mi control en ti... digo no es algo que yo necesitara pero no es sorpresa que te haya ocurrido... esto.

La Nueva Vargulf - Una historia de Hemlock GroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora