Capítulo 18

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¿Cómo habían podido abrir el portal los leviatán? Corny pudo estar casi segura de que sin los elementos de la "Suprema Eternidad", abrir un portal al tártaro era prácticamente imposible. Ni siquiera el mago más poderoso de Hornland o cualquier otro lugar lo lograría. Lo más probable era que los guardias del tártaro se dejaron cegar por el gran poder que otorgaba la magia oscura, sin importarles el alto precio que deben pagar por ella, y eso explicaría por qué dejaron salir a cuatro exiliados.

Tocaron la puerta y ambos se sobresaltaron un poco. Luego la puerta se abrió y el príncipe Petter entró cautelosamente a la habitación. Sus enormes alas le hicieron el trabajo difícil, ya que chocaban con los muebles y provocaban demasiado ruido.

Corny sonrió en un intento por contener la risa.

−Lamento molestar− se disculpó el príncipe −. Leo me dijo dónde encontrarte.

−Descuida− Corny miró a Will −. Cariño, el es el príncipe Petter del Clan Griffin.

Will se sentó a duras penas recargando su espalda en la cabecera de la cama e inclinó la cabeza. Fue lo mejor que pudo hacer parecido a una reverencia.

−Un placer, majestad. Mi nombre es...

−Coronel Will Strong, guardia unicorn de Hornland− contestó Petter por él. Will levantó una ceja extrañado−. Yo ya me encontraba en Skyfar cuando te trajeron al reino para curarte− explicó−. Es por eso que quise aprovechar la visita de la princesa Corny para averiguar si ya estabas consciente. ¿Qué tal se siente?

−Sinceramente, siento que un elefante me pasó encima− Will y Petter se rieron un poco.

−Me lo imagino.

Corny se levantó de la silla y caminó lentamente de un lado a otro frente a la cama. Necesitaba pensar en lo que pasaría con aquella noticia. No tenía idea de cómo explicarles a Petter y Holy. Una noticia así no era asunto de risa. El pánico podía desatarse si no encontraba las palabras para explicar lo que estaba sucediendo a las afueras de Skyfar.

Vio su reflejo en un espejo que se encontraba colgado en la pared y de nuevo tuvo aquel mal presentimiento. Como si algo manipulara el cristal, el reflejo se oscureció por un segundo y soltó un grito ahogado cuando de repente la chica que la miraba al otro lado del espejo, tenía los ojos oscurecidos a excepción de las pupilas. Era ella misma, pero tenía el aspecto que le describió Will sobre la nueva apariencia de los leviatán.

Se acercó hacia el espejo y puso sus manos a los costados de éste para verse mejor. Su cabello ahora era negro y mirada gris proyectaban un hambre de poder. Su respiración se agitó y el corazón casi se le salía del pecho cuando vio las venas oscuras de sus brazos y cuello. «No. ¡Esa no puedo ser yo!», pensó. Golpeó el espejo con ambos puños y su garganta soltó alaridos desgarradores que invadieron toda la habitación.

−¡Princesa Corny!− gritó Petter mientras tomaba su hombro para detenerla, pero ella no lo escuchó

Un último golpe destrozó el espejo en miles de pedazos que cayeron al suelo cubierto con una alfombra y Corny se dejó caer de rodillas, cubriéndose la cara con ambas manos, sollozando. No quería. Ella no quería convertirse en un monstruo hambriento de poder ni lastimar a nadie, pero ¿qué tal si la tentación ya guiaba hacia la perdición? Decepcionaría a todos; a su padre, a su hermana, a su pueblo.

A pesar del calor, sus manos estaban congeladas, porque le temblaban, al igual que todo su cuerpo. Tenía miedo. Mucho miedo que no era capaz de admitir y correr el riesgo de ser una vergüenza para Hornland. A comparación del príncipe Petter y la princesa Holy, se sentía muy pequeña, débil y tonta. No tenía la valentía de un dragon ni la sabiduría de un griffin. Sólo le quedaba confiar en que podía mejorar su magia y hacer frente a su responsabilidad.

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