Capítulo 24

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Holy ató la bufanda en un nudo lo suficientemente firme para que las alas de Petter no salieran de su lugar, éste bufó por lo incómodo que se sentía y casi creía no poder respirar. Era normal que el príncipe se sintiera tan disgustado, pero era necesario si no querían ser descubierto. Bien sabía Holy todo lo que se necesitaba para escapar del castillo, pero era muy diferente esconder a una princesa dragon de Skyfar, que a una unicorn y un griffin.

Cuando Corny salió del probador con aquel vestido de fiesta para una campesina, se miró en el espejo y estudió a través de su reflejo la tela un tanto rasposa y las chinelas de tacón bajo que adornaban humildemente sus blancos pies. Pensó que las aldeanas mostraban más bien que una princesa e imaginar que todos la verían le puso rojas las mejillas. Tragó saliva y sus ojos pasearon alrededor buscando algo con qué cubrirse el escote que evidenciaba la simetría de su busto.

Luego de que Petter desapareció en el probador que Corny dejó desocupado para cambiarse, Holy se acercó a ella para observar detenidamente cómo le quedaba el vestuario y una sonrisa orgullosa se dibujó en la comisura de sus labios.

−Perfecto− declaró.

Corny la miró con un puchero y preocupación tatuada en su rostro.

−¿En serio?

−Sólo necesitas unos cuantos detalles más y nadie en Skyfar se dará cuenta de que no eres una dragon− se llevó ambas manos a sus amplias y seductoras caderas.

−No creo que sea suficiente con la ropa− inquirió Corny.

−Me subestimas.

Corny volvió a mirarse en el espejo y visualizó su cabello. Obviamente se darían cuenta de que era una impostora por el simple hecho de que su cabello era blanco y no pelirrojo como todos en ese reino. Además de que su piel era demasiado pálida y no tenía ni idea de las costumbres. ¿Qué tal si los bailes no eran iguales a los de Hornland? ¿O la forma de saludar?

Comenzó a dudar de que los planes de Holy fueran una buena idea.

−Creo que deberíamos quedarnos en el castillo.

−Te preocupas demasiado− contestó Holy entre risillas arrogantes y se aproximó a su tocador.

−Yo jamás he escapado de mi castillo para ir al pueblo.

Holy tomó algunos cosméticos, perfumes y adornos para el cabello, los ordenó sobre la cama y se arrodilló frente a ésta con aire despreocupado. Su confianza le angustiaba a Corny. Ni siquiera se quería imaginar lo que harían en rey Noel y la reina Aria cuando se enteraran de que se fueron sin su aprobación.

Entre los tablones de madera del piso, había un pequeño agujero por el que Holy metió su dedo y tiró de él, abriendo la tapa de un compartimiento secreto que resguardaba sombreros, joyería no tan valiosa, máscaras, abanicos con detalles decorativos bordados y pelucas.

Sacó tres mascaras con diferente diseño, un sombrero y una peluca que estaba perfectamente peinada con hermosos risos ondulados. Corny estaba a punto de protestar, cuando Holy se le lanzó encima para amarrarle el cabello blanco y ponerle encima la peluca pelirroja. La princesa se quejó y luchó por no ser participe de la locura, pero Holy era mucho más fuerte que ella y tras unos momentos más, los risos rojos caían sobre los hombros de Corny. Su expresión era berrinchuda, pero no tenía caso seguir peleando con una chica que le ganaba cien veces en fuerza.

−Siéntate en la cama− ordenó Holy.

Corny dudó en obedecer, pero tan sólo una mirada de advertencia con aquellas pupilas afiladas de los ojos de Holy, fueron suficientes para que se sentara.

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