Capítulo 28

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Otro estruendo ensordeció los oídos de Corny, y miró hacia donde ahora se hallaba Holy impidiendo el paso de los dragones por las ventanas, soltando llamaradas de ardiente fuego. El muro de la pared no resistiría por mucho tiempo, y más, considerando que logró percibir al menos tres dragones que se lanzaban miradas asesinas al interior de las ventanas.

A causa de los golpes contra la mansión, varios postes que sostenían el segundo piso de balcón, se partieron en dos y se desplomaron. Un grupo de personas estaba demasiado cerca, pero antes de que los postes de concreto les cayeran encima, Corny se arrancó la peluca pelirroja de la cabeza, se quitó las chinelas de dos patadas y corrió hacia los postes, levanto las manos y con su magia logró alejar los cuerpos de los cortesanos y sostuvo los postes en su lugar.

Gruñó del esfuerzo. Los postes de concreto eran realmente pesados y las personas que seguían presas del pánico no dejaban de cruzarse por el espacio del que acabada de alejar a las víctimas. No podría mantenerlas en su lugar por mucho tiempo. Una gota de sudor resbaló desde su frente y apretó los dientes con la esperanza de que su resistencia fuera mayor.

−¡Aléjense de ahí!− Les ordenó a los que le estorbaban para dejar caer los postes.

Como nadie le prestó atención, tuvo que sucumbir a lo que sus instintos le aconsejaban. Su fuerza era apenas suficiente para sostener los postes, pero necesitaba aún más para agrupar a todos los cortesanos y les fuera más fácil detener el ataque.

Lo que tanto anticipó, se cumplió y los dragones impactaron sus enormes garras afiladas en el muro de la mansión, y todos quedaron expuestos ante el agujero que se abría paso entre los escombros. Las pupilas de Corny de encogieron cuando los dragones se hicieron a un lado y les permitieron el acceso a dos hombres y una mujer, pero definitivamente no pertenecían al Clan Dragon. Su apariencia delató que eran aquellos por los que fueron creados los elementos de la "Suprema Eternidad"

Eran los leviatán.

A Corny no le quedaba otra opción, más que hacer lo necesario.

Con todas sus fuerzas, Corny dejó que los postes se derrumbaran y antes de que cualquiera fuera aplastado, sus dedos y palmas brillaron con más intensidad y juntó a todos los cortesanos al lado contrario del que venían los leviatán.

Inmediatamente, Leo se aproximó a los ciudadanos agrupados y se encargó de mantenerlos juntos.

Holy y Petter se reunieron con Corny y la ayudaron a reincorporarse. Tanto esfuerzo casi acabó con la energía de sus piernas y antes de que se rindieran, se sostuvo de los brazos de Holy y Petter. Sus ojos se cruzaron con los de los leviatán cuando éstos se aproximaron con unas malévolas sonrisas dibujadas en sus rostros grisáceos. Una oleada de temor se apoderó de ella, pues tenían exactamente la misma apariencia que ella presenció en su propio reflejo: Unos ojos tan negros como la noche, a excepción de las blancas pupilas, la piel gris y dotada por largas enredaderas negras −eran las venas por las que circulaba sangre contaminada−.

−Pero qué encantadora fiesta− dijo la única mujer entre el trio recién llegado −. ¿No lo creen, muchachos?

Holy y Petter miraron estupefactos a los intrusos y se quedaron sin aliento.

−Siempre me gustaron las fiestas que ofrecían los humanos− comentó el hombre calvo.

−Pero aquí ya no hay humanos.

Los tres rodearon a Holy, Petter y Corny.

−Esto es mejor, Nidia. Quizá estas cosas mitad dragón también ofrezcan un buen festín− el hombre se relamió los labios.

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