Capítulo 39

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Aunque Bloom deseaba caer de rodillas, llevarse las manos a la cara y dejarse derrumbar por el dolor en su corazón, se negó siquiera a ello. Sorbió su nariz con fuerza y pasándose la muñeca por los ojos para enjugarse las lágrimas, corrió al otro lado de la habitación y se reunió con Pette, Holy y Pearl en cuclillas frente a su hermana bañada del rostro en sangre.

-Santos unicornios, Corny...- murmuró para sí misma y tomó el rostro de su hermana entre sus manos, sin importarle mancharse de sangre -. Por favor, no me puedes dejar sola.

Soplando ligeras llamas de fuego, Holy se encargó de liberar las muñecas de Corny de las cadenas y cuando estuvieron lo suficientemente sensibles, las destrozó cuidadosamente para no lastimarla. Se preguntó en qué momento sucedió aquello y una lástima profunda le penetró en pecho. Corny era una buena princesa que no tenía la culpa del pasado de su madre ni mucho menos de las cosas que llevaron a que su hermana fuera separada de su verdadera madre.

La confusión abrumó tanto a Holy como a Petter. Ellos no tenían idea de que el rey Bruce tuvo una aventura con una plebeya y que de ese... error naciera la princesa Bloom. Al menos ahora tenía sentido que ella no tuviera la misma vulnerabilidad a dejarse llevar por la magia Arium y también les resultó un alivio, pues ya bastante era cuidar a Corny, y si lo mismo le ocurría a su hermana, no habría quién cuidara el trono de Hornland en ausencia del rey.

Una vez que le pusieron las cadenas lejos del cuerpo de la princesa, la recostaron en el suelo con sumo cuidado, Bloom se sentó y apoyó la cabeza de su hermana sobre su regazo. Las lagrimas todavía inundaban sus ojos inyectados en sangre y su nariz estaba enrojecida por el escurrimiento. Usando la propia tela de su vestido, se dedicó a limpiar la sangre que coloreaba el rostro de Corny.

Los cortes en sus mejillas eran profundos, tenía un ojo amoratado y mientras ella tenía la boca abierta, notó como sus dientes también deprendían líquido rojizo. Liberó un sollozo ante el daño que su maldita madre le hizo a su hermana mayor.

Mientras se encargaba de limpiar el rostro de Corny, Petter se aproximó a revisar el pulso y tanto él como Holy le rezaron en silencio a los ancestros porque no fuera demasiado tarde y quedara esperanza de que la princesa siguiera viva. Le tomó mucho encontrar el punto exacto; presionó sus dedos índice y medio en la muñeca de ella, pero,... nada. Volvió a intentarlo está vez en su cuello, pero tampoco obtuvo respuesta.

Finalmente se puso sobre ella y pegó su afilada en el pecho.

-Petter...- susurró Holy -, está....

-No. Está respirando- declaró soltando un resuello aliviado y Holy compartió el mismo sentimiento -. Pero su pulso está demasiado débil. Tenemos que conseguir ayuda o su corazón no seguirá latiendo por mucho tiempo.

La expresión de Holy se tornó preocupada.

-Los remedios curativos no actuarán tan rápido- inquirió.

-Se hará lo que se pueda, pero no podemos dejarla morir.

-Y no lo hará- las miradas de ambos pasaron a Bloom -. Es mi hermana y no voy a verla morir en mis brazos- se limpió una lágrima -. Yo puedo curarla lo suficiente para que siga respirando hasta que sus heridas hayan sanado.

Ellos no estaban seguros de que esa fuera la mejor idea. No conocían mucho las limitaciones con la magia de los unicorn, pero un hechizo de curación que a pesar de que no exigía mucho poder, no tenían idea de cómo reaccionaría con una persona contaminada de magia Arium. Las probabilidades de que Bloom saliera perjudicada los tenía intranquilos y desconfiados, pero tampoco podían quedarse de brazos cruzados mientras la princesa Corny se acercaba cada vez más a la muerte.

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