Capítulo 27

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−¿Entonces cuál es el propósito de estas fiestas si se supone que nadie conoce sus identidades?− preguntó Corny con la intensión de conseguir una respuesta convincente.

El extraño apretó los labios en una sonrisa y miró a Corny a los ojos. Aquella mirada era demasiado intimidatoria, que la hizo sonrojar y una descarga eléctrica le recorrió la espina dorsal. Quiso desviar su mirada mientras esperaba a que el desconocido le respondiera, así que dirigió sus ojos a las espaldas de él.

Percibió a la vista los rostros desconcertados de Holy y Petter. Ambos le sonrieron orgullosos por dejarse llevar un poco por la fiesta, cuando en realidad no tenían ni una idea de lo incómoda que se sentía Corny en realidad. Debió prevenir que un primer encuentro con alguien, siempre es incómodo. Sin embargo, ya era tarde para arrepentirse.

−No estoy enterado de cuál sea el propósito de los demás, pero el mío lo tengo perfectamente claro.

−¿Y cuál es?− Corny levantó una ceja, aunque era casi imperceptible debido al antifaz.

−Conocerla sin el temor de que alguien me lo impida, por ser políticamente incorrecto.

Su respuesta la desconcertó. ¿Acaso sabría quién era ella en realidad? Era imposible. No había convivido con muchos cortesanos de Skyfar en el poco tiempo que llevaba de visita. Las únicas personas con las que tenía cercanía eran el rey Noel, la reina Aria, las amas de llaves, algunos soldados que la escoltaban, Holy y Petter. Fuera de ello, no tuvo la oportunidad de conocer a algún duque u otro miembro de la realeza.

Mientras pensaba en cómo continuar con aquella conversación tan... interesante, se concentró fielmente en el baile. Pensó por un momento a qué se referían las palabras del desconocido, y por más que intentó buscar en su memoria a corto plazo, no se le ocurrió en un posible candidato que la reconociera aun con máscara.

−Yo sé que usted no pude tener lo que desea− susurró el hombre.

−¿A qué se refiere?

−Todo a su alrededor la orilla a seguir una manera estricta de actuar y de tomar decisiones difíciles.

Corny frunció el ceño.

−Ahora que por fin puede hacer algo por fuera de lo que conoce− continuó −, le dan miedo las nuevas experiencias, las emociones, los desconocidos. Le teme a la vida, y no debería permitirse hacerlo, porque la vida es mucho más corta de lo que usted cree− definitivamente a Corny le aterraba la asertividad de sus palabras y tuvo la necesidad de salir corriendo, pero sus pies simplemente continuaban siguiendo obedientemente al baile.

Sus orificios nasales se dilataron buscando más oxígeno para refrescar sus pensamientos, pero bebió tanto vino, que le fue imposible estar más cuerda. El alcohol por fin estaba haciendo efecto en ella, pero no se permitió siquiera sucumbir a sus deseos alocados de enloquecer frente al público.

−Si me lo permite− le susurró el joven desconocido −, me gustaría ser yo quien haga que su corta vida esté llena de emociones nuevas, riesgos y aventuras− se acercó al oído de Corny y ésta se sonrojó sintiendo un cosquilleo en el cuello −. Puedo hacerla sentirse verdaderamente vida.

Tragó saliva, y cuando el desconocido retomó su postura erguida, Corny se aclaró la garganta, levantó el pecho −como tanto practicó para presentarse como una princesa segura y firme− y respiró profundamente.

−Lo lamento, caballero, pero me está confundiendo con otra chica− la voz le temblaba levemente, pero a pesar de los mareos, no titubeo con su firme decisión de no continuarle el juego a un hombre que no tenía nada que ver con ella y que tampoco era posible que afirmara tantas cosas con respecto a su vida −. Estoy felizmente comprometida.

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