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No podia mas con esta malestia en su pecho. Así que decidió llamar a su Alfa, es lo único que necesita. Necesita sentirse protegido, y se sentía así estando en los brazos de Blaine.
— Kurt...
Escuchó la voz de su Alfa que lo hizo casi ronronear.
— Alfa, ¿Puedes venir? Yo te quiero aquí conmigo. Necesito abrazarte...
— Es muy tarde, bebé...
Kurt deja salir un quejido — Por favor, Alfa.
Oye a Blaine gruñir — De acuerdo.Voy en camino, amor...
Estuvo inquieto. Revolcándose en la cama, buscando alguna posición cómoda para poder dormir. Pero simplemente no podía. Su omega está inquieto, ansioso por su Alfa que estaba tardándose. Sentía una ligera molestia en la mordida en su cuello, picaba un poco y por ratos la frotaba con sus manos tratando de que la picazón se fuera. No teniendo éxito, claramente.
El de verdad necesitaba a su Alfa. Necesitaba a sus fuertes brazos rodearlo, necesitaba su ronca voz susurrarle en su oído palabras de amor. Necesitaba sus caricias y besos.
La puerta de su habitación fue abierta, segundos después unos fuertes brazos rodeándolo, enterrando su nariz en el cuello cálido y lamiendo la mordida. Lo hizo ronronear al instante, calmándose en poco tiempo.
— Alfa, tardaste mucho —dice el menor. Kurt se voltea, encarando a su Alfa, este lo miraba con preocupación.
— Lo siento...
— Lo que importa es que ya estás aquí —él dice, enterando su rostro su fuerte pecho. Suspirando y ronroneando de felicidad al tener a su Alfa con él. El aroma de Blaine entrando a sus pulmones, relajándolo poco a poco. Inhalando más de ese delicioso elixir que lograba tranquilizarlo a él y a su Omega quien ronroneaba de lo más feliz.
— ¿Ha pasado algo? ¿Por qué has llamado?
El Omega lo mira, haciendo un pequeñito puchero — Te quería aquí conmigo. Abrazarte... pude sentir por la marca que tú estabas preocupado y algo tenso...
— Lo siento —se disculpa rápido. No podía decirle a Kurt lo que estaba planeando, él se negaría y la verdad es que ya no había vuelta atrás. Quería venganza — Pero he estado ocupado en el... trabajo.
— Pero es raro... —el menor se aleja un poco del Alfa — Por que también sentí miedo. ¿De que tienes miedo?
— Te diré... —asegura — Pero después, ahora necesitas descansar.
— Pero...
El Alfa sacude su cabeza, acunando a su Omega en sus brazos — No. Vamos a dormir.
— ¿Estarás conmigo toda la noche? —pregunta. Rodeando con sus brazos el torso del Alfa.
— Claro que si, hermoso. Toda la noche, siempre... —acaricia el sedoso cabello de Kurt — No te dejaré ir. Te lo prometo.
Aunque esa frase fue más para él mismo que para Kurt.
— Está bien, Alfa. Te amo —el Omega sonríe, cierra sus ojos. Se queda dormido en pocos segundos gracias a las caricias que su Alfa le estaba dando.
— También yo.
Estuvo un buen rato despierto. Pensando en todo lo que estaba a punto de pasar. El sueño lo venció y cayó en un sueño en donde Kurt y dos pequeños niños parecidos a él y a su Omega, eran los protagonistas.
Todo lo que le importa ahora, es la seguridad de su Omega. Nada más es más importante que eso.
Las imágenes de su Omega siendo lastimado, golpeado. Inundaba su cuerpo de rabia. Le dejaba una sensación en su pecho de intranquilidad y de nerviosismo, algo que no había sentido en bastante tiempo.
Y daría lo que fuera, para que Kurt estuviera a salvo. Que salga ileso de todo esto. Y si pasa la contrarío, no se lo perdonaría jamás. Su Alfa jamás se lo perdonaría.
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