#51

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Alejo su mano del picaporte y se dio la vuelta. Encarando a la voz femenina que le había hablado.
Alejo el miedo y el pánico y se mostró fuerte, dándole entender a aquella mujer que no le tenía nada de miedo. Y que no lograría hacerlo.

Y ahora que la ve. Ella es la Alfa que Lily le había mostrado en sus investigaciones. La líder. Y ahora que la ve en persona, ella lograba emanar una vibra mala. Sus ojos fríos, llenos de maldad y frivolidad.
Su cara lograba intimidar a cualquier persona. Ya sea, Omegas por supuesto, betas e incluso Alfas.

Claro que él no era el caso. Sentía de todo menos miedo, pánico, terror, nerviosismo, etcétera.

— ¿Que andas haciendo en lugares como estos? —ella pregunta. Examinándolo con su mirada, recorriendo todo su cuerpo haciendo que Blaine se sintiera increíblemente incómodo — ¡Hey, yo te conozco! Eres el Alfa con que el que mi sobrino está saliendo. ¿Te ha mandado aquí? ¿Está aquí?

— Correcto. Y no, no solo estamos saliendo, somos novios y nos hemos enlazados —muestra su cuello en donde tiene la mordida –que y estaba cerrándose– de Kurt — Y no. Tampoco está aquí ni lo estará.

La mujer aprieta sus labios, luciendo enojada — Es imposible.

— Claro que es posible. Entre en celo, y pasó lo que tenía que pasar... -hay un tono burlón en su voz.

Ella se acerca, sus tacones resonando en todo el lugar. Furiosos — Eres un desgraciado. ¿Como te atreves? —lo apunta con sus huesudos y largos dedos — Más vale que me lo entregues. Él me pertenece. Nos pertenece.

— No me das miedo —gruñe, demandando su autoridad — No voy a entregártelo. No es un objeto. ¿Entiendes eso? No es... un objeto. Y de una vez te digo, te advierto que te apartes de él. No sabes quién soy yo...

Ella ríe — No. Tu no sabes quién soy. Cuidado a quien amenazas y a quién le hablas... Puedo ser capaz de muchas cosas... en menos de lo que piensas tendré a Kurt de nuevo y nos iremos lejos de ti.

¡No vas a tocarlo! —gruñe furioso, utilizando su voz. Si Alfa en el borde. Furioso, enojado.

Ella se acerca más, dejándolo asqueado — Cuidado a quien le gruñes. Estás metiéndote en la boca del lobo, Alfa. De verdad no me retes.

— No me das miedo, no vas a tocar a Kurt, ni tú ni nadie —sus ojos brillan de un rojo oscuro, poniéndose en posición de ataque — Voy a destrozarte.

— Veremos quién queda destrozado primero.

En un rápido movimiento, Blaine queda en el suelo, sus manos siendo agarradas con fuerza al igual que sus piernas, su cabeza está apoyada en el suelo con firmeza, siendo incapaz  de moverla y ver quién está sometiéndolo de esta manera.

¡Suéltame, suéltame, mierda! —forcejea. Fallando y que la persona encima de él es, por alguna razón, más fuerte y más grande — ¡Estoy diciendo que quites tus asquerosas manos de encima!

— Quieto, Alfa. Cierra la boca —aquella persona susurra en su oído. Mandando escalofríos por todo su cuerpo. La voz era ronca y grave. Pero lo que casi que le hizo vomitar fue su aliento; cigarros y alcohol. Mucho alcohol.

Siguió moviéndose tratando de apartarse de aquel agarre.
Miro a la Alfa, gruñendo y mostrando sus filosos colmillos.

Ella ni se inmuta — Ya te lo dije Alfa. Vas a darme a Kurt, quieras o no quieras. No tienes opción. Te doy veinticuatro horas. Es buen tiempo... Si no me entregas a Kurt después de las veinticuatro horas, juro que voy a asesinarte, y no será de una buena manera —amenaza, poniéndose de cuclillas.

— Ya te dije que no, es mi última palabra. También soy capaz de hacer muchas cosas. Tengo contactos. Estarás en la cárcel, y pronto estarás muerta junto con todos tus asquerosos perros inútiles. —gruñe fuerte, ladrando — ¡Suéltame, mierda! —vuelve a utilizar su voz de Alfa.
No provocándole nada a aquella mujer y a quién sea que esté sujetando por detrás.

Ella suspira y asiente, incorporándose — De acuerdo, está bien.., me has obligado a hacerlo, no aceptaste por las buenas, entonces lo aceptarás por las malas... —hace una seña a la persona que está agarrándolo, después sonríe mirándolo de manera cínica — Que duermas bien, cariño.

Entonces. Después de aquellas palabras que salieron de los labios de aquella desagradable mujer, sintió un gran pinchazo en su espalda. Sin dejarlo hablar o reaccionar.

Todo su cuerpo se estremeció, gruñó y después, poco a poco dejo de luchar, su cuerpo se entumeció y por consiguiente dejo de moverse, perdió las fuerzas y comenzó a cerrar sus ojos, hasta que después vio todo negro.

Y todo lo que pudo ver dentro de su mente, fue a su Omega, su Kurt, esperándolo en casa.

Alpha&Omega • OMEGAVERSE •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora