—Espérame aquí Lynz.
—¿A dónde crees que vas?
—No es asunto tuyo.
Arreglé mi cabello quitándome el sombrero y caminé hasta donde estaba sentado el tal Frank. Usaría algo sencillo, un pequeño coqueteo para ver si valía o no la pena. Fue entonces que cuando estuve demasiado cerca de él pude confirmar que era el mismo chico que había chocado conmigo esa vez, y sonreí para mis adentros.
No alzó para nada la mirada, creo que ni se había percatado de mi presencia, así que tuve que hablar con una voz un tanto melosa.
—Hola, cielo.
El chico dio un respingo y se le cayó el libro de las manos, pobrecito, había quedado con la boca abierta al verme. Reí mientras me agachaba para recoger el libro y dárselo, pero antes de eso lo sostuve en mis manos. Frank no dejaba de verme, estaba acostumbrado a éste tipo de reacciones así que me senté a un lado y se lo entregué de una vez por todas.
—H-hola.
—¿Podrías decirme qué lees?
Abrió la boca y casi se le cae la baba por lo asombrado que estaba. Seguramente alguien como yo nunca se detenía a hablarle o dirigirle la mirada, así que esto debía ser demasiado para él.
Genial, ya era mío.
—S-si, claro —respondió en un susurro acomodando las gafas. —Es Shakespeare.
—¿Shakespeare?
Asintió viéndome a los ojos y pude notar que eran de un color avellana hermosísimo. Era algo que no había visto en alguien antes, y normalmente con los chicos con quienes me metía tenían ojos súper claros a comparación.
Tenía razón, éste chico tenía mucho potencial, sólo le faltaba pulirse, demasiado tal vez.
—¿Podrías leerme un poco? —dije lo más sexy que pude poniendo una mano en su pierna, sintiendo como se estremecía por mi toque.
Volvió a asentir y después de unos segundos hojeó el libro buscando algo especial aparentemente. En realidad a mí no me importaba nada de eso, sólo quería ver cómo reaccionaba.
Entonces leyó.
—¡Prosigue hablando, ángel resplandeciente! Pues al alzar, para verte, la mirada, tan radiosa me apareces, como un celeste y alado mensajero a la atónita vista de los mortales, que, con ojos elevados al Cielo, se inclinan hacia atrás para contemplarme, cuando a trechos franquea el curso de las perezosas nubes y boga en el seno del ambiente...
Cuando terminó de leer se me escapó un suspiro y él lo notó, sonrió levemente. Ahí pude notar que tenía una linda risa, tenía que recordar a lo que había llegado. Subí mi mano y casi al llegar a su intimidad lo vi ponerse tenso, pequeñas respiraciones agitadas salieron de él. No sabía cómo reaccionar.
Sonreí satisfecho, nadie se me resistía.
Cuando puse mi mirada en su entrepierna quedé boquiabierto de lo impresionado que estaba. El chico tenía una enorme erección, una como no había visto. Y vaya que había visto muchas. Probablemente se le notaba más porque llevaba pans deportivo.
Me relamí los labios y lo miré a los ojos. Estaba siendo muy descarado.
—¿Cómo te llamas?
—Frank —contestó despacio.
—Bueno, Frankie, yo me llamo Gerard. Puedes decirme Gee.
Respondí quitando mi mano y se la tendí sonriendo dulce. Una corriente eléctrica pasó por mi cuerpo cuando ambas pieles chocaron y la quité de inmediato, ¿eso qué había sido?
—Es un lindo nombre.
—Gracias —dije jugando con mi cabello. —¿Podrías darme tu número?
—¿Yo?
Asentí.
Buscó un bolígrafo en su mochila y escribió en un pedazo de papel. Al entregármelo vi que tenía una hermosa letra, me acerqué para dejar un pequeño beso en su mejilla. Escuché claramente cómo se le escapaba un pequeño gemido y sonreí. Todo esto había sido muy fácil.
—Entonces te llamaré, ¿está bien?
Me levanté y me alejé acercándome de nuevo a Lynz que me esperaba molesta. No me fue necesario voltear para saber que Frank me seguía con la mirada. Había hecho un gran trabajo con todo y conseguí lo que quería, además de que me excitaba pensar que lo había dejado con una erección la cual se quitaría pensando en mí.
—¿Qué diablos estás haciendo? —murmuró.
—Descubrí un diamante en bruto.
—Gerard, en serio no puedes hacerlo.
—Ya lo hice.
—Frank no es un objeto, no puedes simplemente torcer a ese niñito y usarlo a tu antojo. No puedes tomar a una persona para hacerla de tu propiedad. Lo destruirías.
—¡Su equipamiento es de primera Lynz! —dije formando un puchero. —Se excita fácil y eso lo hará domable, además se ve que tiene un cuerpo de lujo. Ahora es mío y lo voy a moldear a mi gusto. Te guste o no.
La pelinegra puso los ojos en blanco y caminamos hacia el salón de historia universal. Lindsey seguía tratando de convencerme de que esto era una mala idea, de que no era lo correcto, pero yo no estaba dispuesto a abandonar el plan que ya tenía en mente.
—Eres un jodido pervertido Gerard. Te irás al infierno.
—Ambos nos divertiremos Lynz, y le ayudaré a verse bien. Debería hasta agradecerme por haberme fijado en él, también piensa en que le ayudaré a que su autoestima suba. Se convertirá en un buen partido para su próxima pareja, nadie pierde.
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Frankie |Frerard|
FanfictionGerard Way es popular y un imbécil con las personas de su escuela, un día fija su atención en un chico un tanto "especial". Su misión será pervertir a Frank para su beneficio, pero no todas las cosas saldrán como esperaba.