Mis ojos se toparon con los de Gerard en el pasillo, antes de entrar al salón de clases. Mi corazón se aceleró de inmediato, puedo jurar que vi un pequeño brillo en esas orbes esmeraldas pero como tan pronto vino se desvaneció. Quizás sólo eran ideas mías o me estaba quedando loco.
Sacudí mi cabeza y me enfoqué en ponerme al día con todas las materias que había perdido en los días que había faltado. No me fue de gran problema, casi todos los maestros me conocían y sabían que rápidamente podía recuperarme. Una ventaja, creo.
Todo en un día.
Me enorgullecí de mí mismo.
Algo que tampoco dejaba de dar vueltas en mi cabeza eran las tres notitas de amor que me habían llegado a lo largo de la mañana. No me lo creía, no podía creer lo que un buen corte de cabello y unos lentes de contacto podían lograr. Que todo este cambio me hizo visible ante todos. Y Raymond sólo chocaba los cinco conmigo estando orgulloso de lo que había logrado desde hoy.
Casi al final del día otra chica se acercó a mí, su cabello caía por sus hombros y era de un color castaño claro casi rubio. En verdad era muy linda. Me entregó un papel y con una sonrisa se marchó del lugar. Me extrañó su corta y rápida llegada así que cuando vi lo que la nota tenía dentro mi rostro palideció al mismo tiempo que sentí un vuelco en mi estómago.
Era de Gerard.
Tragué un poco de saliva y miré a todas direcciones para buscar esa melena rojiza, pero no se encontraba en ninguna parte.
"Espérame unos minutos en la cafetería, necesitamos hablar." Dictaba.
No quería ir, seguramente ésta vez sí me mandaría al demonio de una vez por todas y no estaba listo para eso. No quería afrontar mis problemas porque sabía que no saldría entero de allí. Los nervios me dieron náuseas y con lentitud guardé el papel en uno de mis bolsillos.
Tenía que conseguir fuerza de algún lado.
—¡Frank!
Volteé y me encontré con Ray corriendo hacia donde estaba.
—Hola.
—Quería saber si ya te vas, acabo de salir y estoy seguro que querrás acompañarme a jugar FIFA. Hay unos nuevos uniformes que...
—Uh... En realidad iré a la cafetería —lo interrumpí.
—Genial, algo de comer antes de la partida. Bien pensado.
—Hablaré con Gerard.
Raymond alzó una ceja y se cruzó de brazos.
—¿Entonces ahora que más personas quieren estar contigo quiere verte?
—Ray —lloriqueé. Se estaba comportando de una forma extraña y sobreprotectora. Pero había dicho algo muy cierto.
—No, sólo digo que estás siendo bastante tonto al aceptar esa "invitación".
—Sólo hablaremos.
Asintió segundos después y rodó los ojos. Todavía no estaba contento con la noticia porque ya conocía casi toda la historia, exceptuando algunas cosas, por supuesto. Entonces quería a Gerard lo más lejos posible de mi.
Otra regla rota...
—De acuerdo, te espero en mi casa.
Con resignación me despedí de él y me dirigí a la cafetería que a estas horas no se encontraba tan llena. Al llegar no encontré a Gerard tan pronto, incluso pensé que se había arrepentido a último momento, eso me alivió y en cuanto comencé a respirar más tranquilo para irme unas manos cubrieron mis ojos.
El aroma de su piel era inconfundible.
—Gerard —dije tomando sus manos y quitándolas de mi cara lentamente.
—¿Sabías que era yo?
—Si —contesté simple, pero sonreí por instinto. Él asintió y alzó levemente la comisura de sus labios respondiendo a mi gesto débil.
—Vamos —dijo tomándome de la muñeca y llevándome hacia quién sabe dónde.
Yo sólo lo seguía como si tuviese los ojos vendados, sin poner ninguna objeción.
Íbamos adentrándonos un lugar alejado de las personas, como una zona no tan transitada del campus cerca de los laboratorios. Entonces al mirar su sonrisa mientras me seguía jalando los cuatro días de sufrimiento desaparecieron como por arte de magia. Haciéndome creer que nada había pasado y que todo estaba absolutamente bien.
Me encontraba peor de lo que creía.
Cuando iba a preguntar algo Gerard me pegó a una pared y comenzó a besarme con muchas ganas, de una forma necesitada y nueva en él. Abrí los ojos sorprendido pero mi cuerpo reaccionó rápidamente, posé mis manos en su cintura y lo acerqué a mí.
A la mierda todo.
Gee lanzó un pequeño jadeo y abrió su boca introduciendo su lengua dentro de la mía. El calor del momento me envolvió por completo mientras mis manos presionaron con fuerza. Él enredó sus dedos entre mi cabello y me besó aún con más furia, yo trataba de devolverle el beso con la misma intensidad pero estaba bastante ansioso y algo anonadado.
Nos separamos un poco en busca de aire y bajó su cabeza dejando un camino de besos desde mi mentón hasta mi cuello. Deteniéndose y comenzando a succionar. Reprimí un gemido por la nueva marca y antes de que me diera cuenta Gerard se agachó quedando a la altura de mi recién erección.
Negué, no podíamos hacer esto. No acá, no ahora.
—¿De qué querías hablarme, Gerard? —dije tratando de alejarme.
El pelirrojo dejó de mostrarme los dientes e hizo un puchero.
—Sólo quería demostrarte cuanto te extrañé.
Se levantó sacudiendo su pantalón poniendo los ojos en blanco. Arregló su cabello y yo subí mi cierre.
Incómodo.
—¿Ya no estás molesto? —pregunté bajito. No pensé que lo escucharía, pero sí.
—No hablaremos de eso Frank, sólo quería que supieras que te extrañé —repitió. —Podemos salir más tarde, si quieres.
Desvié la mirada porque sus bellos ojos comenzaban a hipnotizarme y asentí. No tenía escapatoria. No tenía idea de por qué no podía decirle que no, era como si él me controlara sin poner objeciones.
—Claro.
No dejaría pasar tal declaración, Gerard me había extrañado, me había besado necesitadamente. Una parte dentro de mí decía que era buena señal, que quizás esto mejoraría. Y quise creer porque no es algo que se ve todos los días, menos en mi.
—Está bien, pasaré por ti a la noche en tu casa. Ponte guapo.
Dejando otro beso (pero ahora suave) en mis labios y guiñándome un ojo se fue contoneando las caderas de un lado a otro, dejándome excitado. No me importó nada, él quería verme de nuevo, eso era lo único importante y mi corazón saltó de felicidad. Todo se había borrado, sus palabras, su golpe, sus acciones, ya nada importaba realmente porque sólo quería ver sus ojos y su sonrisa.
¡Gerard me había extrañado!
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—Es otro de sus juegos.—Por favor Ray, esto será diferente. Lo vi diferente.
—No, tu no ves nada porque estás cegado por las migajas de "amor" que él te da. Gerard es una persona manipuladora, narcisista y egoísta, no creo que se haya arrepentido de lo que te hizo.
—No me bajes los ánimos.
—Sólo quiero que tengas cuidado con él, Frank. Eres mi mejor amigo. Estoy seguro de que nada bueno saldrá de ahí.
Bajé la mirada.
Mierda.
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Frankie |Frerard|
FanfictionGerard Way es popular y un imbécil con las personas de su escuela, un día fija su atención en un chico un tanto "especial". Su misión será pervertir a Frank para su beneficio, pero no todas las cosas saldrán como esperaba.