2.- Tengo algo para ti

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—¡Ya llegué!

Cerré la enorme puerta de mi casa detrás de mí después de cerrar y solté la pesada mochila que traía cargando en el piso. El eco se hizo presente, por un momento pensé que estaba a solas así que me estiré quitándome la chaqueta que comenzaba a darme calor. 

Odiaba que aún no me dieran mi propio auto para ir y venir de la escuela aún cuando ya sabía manejar, a cambio de eso tenía que compartir asiento con algún extraño en el autobús, sólo a veces conseguía un aventón con las conquistas que tenían un buen coche, pero no era todo el tiempo porque no tardaba con ellos y volvía a lo mismo. Era un asco. La mejor opción era caminar pero el instituto estaba retirado, entonces el único provecho que le sacaba era que me ayudaba a hacer un poco de ejercicio, pero el sol por las tardes era horrible. 

Helena llegó hacia mí con una sonrisa, le devolví el gesto abrazándola y besándole la mejilla. Rápidamente me puse de buen humor. Helena era mi nana y la de Mikey, mi hermano, ella nos había cuidado desde que éramos unos bebés y nos conocía perfectamente. Le teníamos un gran aprecio e incluso, podría decir, la quería más que a mis padres.

Donna y Donald Way.

Ellos trabajaban todo el tiempo, siempre fue así desde que yo nací, nunca habíamos sido del todo su prioridad.

Mamá es diseñadora de modas, siempre se la vivía en sus pasarelas y el taller, su atención era plenamente para sus modelos. Ella siempre había tenido el carácter pesado que la diferenciaba del resto, era muy arrogante y quería mandar a todos sin tener ni un solo error, sin contar que cuando estaba con nosotros no soltaba el teléfono de lo ocupada que estaba. No la culpaba por completo, incluso trataba de comprenderla, ella amaba su trabajo y por ende también nos podíamos dar ciertos lujos.

Y papá... bueno, él sólo llegaba a dormir de lo cansado que regresaba también del trabajo. Muy pocas veces en la semana alcanzaba a comer con nosotros. Él era arquitecto y dueño de una constructora muy importante en el estado, por lo que se la pasaba todo el día en su oficina o de viajes en sus proyectos. 

—¿Qué tal estuvo tu día, mi amor?

—Bien, he tenido una prueba sorpresa pero nada que no pueda hacer.

—Perfecto -dijo poniendo su mano en mi hombro de una forma delicada. -Tu hermano está arriba, salió temprano.

Asentí y caminé a la cocina agarrando un vaso para beber agua. Le dije que iría a cambiarme mientras una empleada me daba la mochila que había dejado en la sala a modo de regaño, rodé los ojos y me encaminé a mi habitación.

Me quité toda la ropa cuando dejé mis cosas en el escritorio, iba a buscar algo para ponerme pero decidí darme una ducha antes. No soportaba todo el calor que había pasado en el día, abrí la llave y dejé que algunas gotas cayeran. Cuando me metí por completo sentí relajarme, todas las tensiones, todas las frustraciones, todos mis fastidios se fueron durante cinco minutos.

Al salir me puse la bata de baño y me cambié, Mikey estaba afuera golpeando la puerta insistente diciéndome que me apresurara porque tenía hambre ya que una regla importante en la casa que había puesto nuestra nana era que no podía comer si no estábamos todos juntos. Entonces opté por algo casual, una ropa muy holgada que nunca me atrevería a usar fuera de casa.

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—Estábamos en el jardín de la escuela y una chica llevó a su mascota. Era un gatito muy pequeño pero mi pregunta es, ¿cómo diablos hizo para meterlo a la escuela? Porque los animales están prohibidos en la institución —comentó mi hermano metiéndose trozos de vegetales a la boca. —Creo que era de primer año, los chicos de quince son insoportables e inconscientes. 

—Te faltan algunos meses para cumplir los dieciocho Michael, de todas formas no es como si fueras demasiado mayor a ellos —le dije sonriendo con el tenedor en la boca.

—Pero las nuevas generaciones son idiotas.

Helena movió su cabeza con desaprobación. 

—Niños, sin malas palabras en la mesa. Y no hablen con la boca llena, se los he dicho muchas veces.

—Perdón —dijimos al mismo tiempo.

Mikey además de ser mi hermano era uno de mis mejores amigos, desde que tengo memoria,  pues desde siempre habíamos sido muy unidos y me conocía tan bien como yo lo hacía con él. Sabía de la reputación que tenía en la universidad y opinaba que era algo absurdo, pero a final de cuentas no decía más porque era mi vida y mientras no afectara la suya estaba bien. 

Reí y me levanté, dejé los trastos en el lavabo para que Erika se encargara de ellos. Helena también se levantó y dijo que la esperara en el patio. Caminé hasta allá revisando el móvil, Lynz acababa de mandarme una imagen de una lencería en su cama y debajo de la imagen citaba "¿Crees que alguien sea merecedor de tal belleza?"

Entonces puse atención. Negué y rápidamente le mandé un emoji de duda, ¿en dónde los habría conseguido?

Para aclarar, sólo una vez había usado lencería femenina. Había sido una muy buena experiencia, la braga se amoldó perfectamente a mí haciéndola muy cómoda y bonita, lástima que el imbécil de Dave no supo apreciarla porque en su lujuria la había roto, todo para que al final terminara siendo un precoz. 

Guardé el aparato y volteé a ver a mi nana que se acercaba con algunas herramientas de jardinería. Traía consigo unas cosas dentro de una cubeta y todas las ganas de trabajar.

—Vamos.

Sonreí incómodo, no tuve más alternativa que seguirla y agacharme para colocarme unos guantes cerca de unos maseteros. No odiaba la tierra, tampoco me molestaba mucho el ensuciarme, así que por ella puse la mejor actitud y volteé a verla.

—Nunca imaginé que te gustaría tanto la jardinería.

—Claro que sí, ¿Quién crees que arregló este lugar?

Le pasé algo de abono y comenzó a trabajarlo. Me había nombrado algunas flores y plantas, yo estaba concentrado en no hacer un corte mal o matar algo, al final me miró con una pequeña sonrisa. Ya habíamos terminado.

—¿Qué pasa? 

—Las plantas son como el amor, tienes que regarlas, cuidarlas, hablarles bonito y tratarlas bien. Cuando haces las cosas con cariño y determinación siempre resultan bien —dijo sacando una maceta chica de algún lado con una planta del mismo tamaño o un poco más y me la dio. —Quiero que la cuides, es un regalo.

Asentí y la agarré entre mis manos, estaba pequeña pero sus hojitas se veían hermosas.

—Gracias Helena.

Amor.

¿Qué diablos era eso?

Según conocía el amor fraternal, o al menos tenía una noción de ello por ella, también sabía sobre el amor propio, pero no creo que exista una respuesta definitiva y concreta para definir cada tipo de amor que podía existir en el mundo.

¿Es que alguien siquiera podía hacerlo?

Frankie  |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora