26.- ¿Una oportunidad?

1.4K 182 86
                                    

Gerard:

Todo se había vuelto una mierda.

Mi vida era una constante serie de malos acontecimientos los cuales atraía como imán.

¿Qué mierda tenía el universo conmigo? ¿Por qué estaba en mi contra?

Finalmente mis padres habían explotado frente a nosotros después de no haberlos visto en mucho tiempo, se llamaron de mil y un formas y habían logrado que Mikey se fuera de la casa para pasar dos noches con uno de sus amigos. Yo, por el contrario, sólo me encerré en mi habitación para no hacer nada más que mirar la pared mientras abrazaba mis piernas tratando de parar el ataque de ansiedad que me había dado. Pero sólo pude sollozar y mezclar todo lo que me pasaba.

Sabía que nuestra situación familiar se estaba yendo a la basura desde hacía mucho tiempo, Helena terminó por confirmarlo cuando me dijo que Donald se había llevado una enorme maleta con cosas suyas dentro, importándole muy poco sus hijos y su alrededor en general. Y Donna también se había ido, sólo apareciendo por ratos en la casa sin vernos directamente a la mirada, lo cual veía bastante estúpido porque era cuando más necesitábamos explicaciones.

Gerard Way se había convertido un maldito fantasma deambulando por una enorme casa sin amigos, sin mi hermano, y sin nada. No tenía a nadie.

No quería involucrar a Helena en todo esto. Ella sabía que no estaba bien, que comenzaba a hacer de todo un desastre, porque mi aspecto... Ya no importaba, mucho menos lo que hacía. El alcohol se había vuelto un gran compañero para mí soledad y la escuela era una tortura, todos estaban muy felices sin mí en su vida. Era como si ya nadie me conociera. Me había marginado tanto en mis problemas, mi entorno tóxico, que era demasiado para cualquier persona que se me acercara.

Y Frank...

Oh Frank.

Había sido un idiota por dejar ir a mi precioso diamante. Ni siquiera ese maldito chico lo había hecho bien, Frank no tenía comparación, ¿por qué habría pensado que existiría alguien mejor que él?

¿Qué había hecho?

Caí en cuenta muy tarde de que el único imbécil era yo, que yo era el responsable de todas las mierdas que me pasaban y no lo quería reconocer porque era un idiota. Yo lo había dejado ir, le había arruinado una buena parte de su vida, y sumando todo eso me había alejado de Mikey. Ya no me interesaba entablar una conversación con mi padre y mi madre, lo único que quería era sentirme bien pero no podía. 

—Me arruinaste la vida —escupí hacia la nada con todo el odio que tenía.

Pero no sabía si me había dirigido hacia el alcohol, mis padres... O hacia mí mismo.

Todo el tiempo había pensado que yo estaba bien, que yo era el único que tenía la razón y que todos eran unos idiotas por seguirme la contraria. Ahora sólo estaba cayendo y no tenía a nadie para sostenerme.

∆•∆•∆•∆•∆

Frank:

¿Creerle o no? 

Había secado sus lágrimas pasando mis pulgares por debajo de sus ojos. Se veía fatal, había tenido que ayudarle a hacer ejercicios de respiración y ya se encontraba más tranquilo. Pero yo no lo miraba directamente porque no podía.

—¿Frank?

—Estoy pensando —respondí. Alcé un poco la cabeza y lo vi de reojo mirándome.

—A veces soy un poco tonto —dijo con una sonrisa sin nada de gracia en su rostro. Me sentí mal por él. No podía creerlo.

—Gerard...

—Dame una oportunidad, Frank. De verdad quiero arreglar las cosas.

—Son sólo palabras, ambos sabemos que no lo harás.

Gerard rápidamente negó, su vista se desvió hacia un lugar donde no había nada, ¿Qué le sucedía?

Bueno, no debía importarme, ¿Cierto?

—Sé que suena difícil de creer, pero hazlo, ya no quiero seguir siendo éste Gerard. Me está matando seguir así, quiero enmendar mis errores. Tal vez estoy pagando todo lo que he hecho pero, sólo necesito una oportunidad. Necesito que me des una oportunidad para solucionar todo.

—¿Qué es lo que verdaderamente ocurre? Sé que no te importo, ¿Qué ha sucedido para que llegues a éste extremo?

—Me importas Frank —dijo y alcé una ceja. —De verdad. Quizás no vuelvas a confiar en mí después de todo lo que te hice pasar y lo entiendo, yo también me odiaría, pero... Te necesito. Te necesito para lidiar con todas mis mierdas, me haces demasiada falta. Necesito tu cariño, tu apoyo, tu amor, necesito todo de ti para tener algo de aliento en mi jodida vida. Soy un estúpido por no notar y no valorar lo mucho que me amabas. 

Entonces las lágrimas volvieron a salir.

No quería demostrar que me daba lástima, porque no era así, al contrario, me lastimaba verlo de esta forma. A final de cuentas me había enamorado de él, y lo había dicho pero, ¿Qué me aseguraba que esto no sería más que otro de sus engaños?

Quizás sólo me quería para sexo nuevamente, quizás se había convertido en un gran actor, ¿Qué me hacía tan especial ahora?

—No eres un estúpido.

—¡Lo soy! No sé porque me empeño en arruinar todo bueno que me pasa.

Sus esmeraldas se toparon con mis ojos, ahora se veía molesto, molesto con todos pero, sí, él era el único culpable.

—No creo poder curar tus heridas, no quiero que me des una responsabilidad que no me corresponde —dije susurrando. Tenía que ser fuerte y verle a los ojos. —Tienes que hacerte responsable de tus acciones.

Gerard bajó la cabeza, de un momento a otro la situación se había tornado incómoda, ¿Qué se suponía que debía decir?

—Lo siento.

—Deja de disculparte.

—Perdóname por hacerte perder el tiempo, sé lo que piensas, igual me mandaría a la mierda pero, me siento realmente mal. En verdad te necesito.

—¿Qué ganaría con ello? Te volverás a aburrir, te irás, me dejarás con el corazón roto otra vez. Tampoco lo soportaría, ¿sabes? Tú no estás seguro con lo que quieres, sólo vienes a mí porque nada te sale bien y quieres que solucione tus problemas. Yo no puedo hacer eso —dije jugando con mis manos. —Necesito pensarlo Gerard, de verdad estoy mejor sin ti. 

Me levanté y lo miré una última vez, Gerard asintió lentamente con la vista perdida. Él sencillamente podría hacerme feliz, podría hacerme el chico más feliz del mundo si ahora se lo proponía, pero yo no había mentido. Había corrido a mí porque todos le dieron la espalda y él piensa que sigo a sus pies esperando a que me de migajas de amor. 

No quería arriesgarme a decirle que le ayudaría porque me arrastraría otra vez a los engaños, a un amor de mentiras, a medias. Todo aquél problema me afectó, sí, porque en una sola noche me hizo sentir la peor escoria del mundo. 

Ahora no sabía si podía confiar en él, tenía miedo. 

—Adiós.


Frankie  |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora