14.- Virginidad

2.4K 225 252
                                    

¿Qué harían en el lugar de Frank si pudieran tomar sus decisiones?

*****

Frank:

¿Escuchaste que Gerard hará una fiesta en su casa?

—¿Y tú cómo demonios sabes eso?

Terminé de ponerme los pantalones negros ajustados y escuché la risa de Ray. Gerard me había marcado hacía cinco minutos diciéndome que pasaría por mí en cualquier momento así que comencé a cambiarme de ropa. No sabía lo que el pelirrojo tenía planeado, no hasta ahora que Raymond me marcó.

Soy amigo de Wentz, me comentó sobre la reunión que tendrían (claramente es una fiesta) y me invitó junto a otras siete u ocho personas.

—Entonces supongo que nos veremos allá.

Chao.

Colgamos al mismo tiempo, empecé a abotonarme la camisa de cuadros, desordené mi cabello y rocié un poco de la colonia de papá. Esta vez me vi el espejo y me gustó lo que había, era grandioso tener el autoestima alto. Nunca había experimentado esta sensación, nunca había sido el centro de atención en ningún lugar. Siempre había pasado desapercibido, oculto en los rincones evitando que los idiotas de la institución me molestaran o me tiraran los libros. Era horrible tener que estar cerca de muchas personas, sentir la presión de no cumplir los estándares y resignarme al final. Pero ahora sentía que podría ser yo realmente, y no me importaba mucho el como me veía porque no me parecía tanto al Frank de antes.

Cuando bajé los dos me esperaban al inicio de las escaleras, Cheech y Linda. Ambos llevaban consigo las sonrisas que siempre ponían cuando iba a salir y no supe si incomodarme o dejarlo pasar. Sólo me miraban con impaciencia.

—¿Pasa algo?

—¿Puedo tomarte una foto?

—Mamá —puse los ojos en blanco y papá soltó una risa.

—Hey, es la segunda fiesta a la que asistes en lo que va de... Tú vida.

—¡Papá!

—Estamos orgullosos de ti, Frankie, por fin te estás divirtiendo y lo estás haciendo bien.

—Aunque hay algunas cosas o recomendaciones que te queremos dar antes de que te vayas —completó mamá.

Asentí confundido y papá sacó una bolsita de su pantalón. Se acercó a mí y cuando me lo entregó lo miré ruborizado y avergonzado.

No puede ser...

—Supongo que ya sabes para qué sirve el condón.

—¡La protección primero bebé!

Una bocina sonó y agarré la chaqueta que había dejado en el sofá, me despedí de cada uno rápidamente, con las mejillas todavía rojas me subí al auto de Gerard.

¡Traía un maldito condón en el bolsillo!

—¿Ocurre algo, Frank?

—No, no, disculpa.

Asintió y me miró con una sonrisa lujuriosa.

Hasta el momento no me había percatado que era un auto diferente en el que estábamos pero creo que no importaba porque lo tenía justo enfrente de mí con los ojos cerrados esperando a que lo besara.

Y yo feliz de complacerlo.

Junté nuestros labios, lo besé de una forma sutil, lenta, llena de todo lo que podía expresar en el momento. Al separarnos encendió el auto y manejó.

Frankie  |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora