Epílogo

1.4K 165 109
                                        

Gerard:

Toda mi vida tuve a personas que querían lo mejor para mí durante mi crecimiento y no sabía como apreciarlo. Aun así, dos de ellas fueron las suficientes para convertirse un pilar fuerte que no me dejaba solo. Algunos me habían enseñado cosas importantes, pero otros me habían hecho mierda. Nunca antes me había detenido a reflexionar que todas las actitudes que tomaba fuera de casa eran erróneas o que de verdad lastimaban y tenían consecuencias, pues debía admitir que me encantaba pisotear a los demás y sentirme superior. 

Sólo que no sabía que era un patrón que me condenaba a repetir porque lo veía tan normal en mi madre.

Donna no era una persona tan mala, incluso trató de ser buena madre y quise comprenderla, pero no lo intentó lo suficiente y se alejó de nosotros en la primera oportunidad que tuvo para rendirse. Ella siempre había sido una persona egoísta, calculadora y narcisista, buscando sólo su conveniencia en las cosas que realizaba porque su ambición era muy poderosa. 

Sé que en algún punto de su vida quiso ser un buen ejemplo para nosotros y se esforzó trabajando para que nada nos hiciera falta, por eso dos veces pude verla trabajando en su estudio cuando no podía dormir por las pesadillas y quería un abrazo suyo, a lo que ella me mandó a la cama de nuevo hablándole a Helena para que me viera. 

Ella se había olvidado que el dinero no lo era todo, que la necesitaba y necesitaba de su amor. 

No quería culparla completamente de mi forma de ser y de los traumas, porque sabía que ella también tenía una vida muy aparte de nosotros y no éramos una razón para esclavizarla en algo que claramente no quería ser. El papel de madre siempre había sido un tema difícil y complicado de manejar, nadie sabe como serlo hasta que le toca, ella hizo lo que pudo. 

Por eso, al ser mi mayor influencia, no creía que hubiese alguien más importante que yo o mi hermano, porque eso nos decía y con el paso de los años me convertí en un completo imbécil.

Lo sé, no debía justificarme con eso en absoluto, también estaba consciente de que usé a muchos chicos por mis hormonas alborotadas.

Papá, en cambio, sufría y se refugiaba en su trabajo para no ver que su familia no era lo que había esperado, porque ni siquiera éramos una en un principio. Intuía que una razón por la que se habían casado había sido mi llegada, pero el amor no era algo principal en su relación y como yo estaba perdido en mi mundo no me interesaba por completo. 

Creo que, si Helena no hubiese estado con nosotros, todo habría sido un verdadero caos. Nani hizo bien su trabajo, pues siempre nos ayudó con las tareas y nos hacía sentir que casa no era una palabra, sino un lugar. 

Ella era lo más cercano a una figura materna que pude haber tenido y agradecía internamente por no vernos sólo como una responsabilidad porque le pagaban. Ella nos brindó su cariño incondicional siendo nada de nosotros, y rápidamente se había convertido en una pieza esencial.

Muchas veces descubrió lo que hacía, pero me reprochaba de una manera que no me daba cuenta y tardé demasiado en aceptar que durante mi adolescencia hice todo mal. Sus charlas constantes sobre ser una buena persona me ayudaban poco a poco, pero mi arrogancia podía conmigo cuando ella no estaba y todo se iba a la basura. 

Helena siempre iba a ser una leyenda para mí.

Me arrepentía de la mierda que les había hecho pasar a muchos chicos y sobre todo, me arrepentía de haber roto el corazón de Frank cuando lo conocí. 

Frank había sido un ángel.

Ese chico con gafas y ropa horrible había llegado para arreglar mi corazón, y había llegado justo en el momento indicado para enseñarme que las apariencias sólo duraban un pequeño tiempo, porque si eras una mierda de persona automáticamente te convertías en el ser más despreciable del planeta aun teniendo la mirada más bella de todas.

Frank siempre había sido hermoso, su madre tenía razón, después de todo el avellana nunca cambió su forma de ser, y su esencia había sido la que me había hecho caer a sus pies. Él era el único chico que no me veía con ojos de lujuria todo el tiempo, su inocencia me endulzaba el alma porque en todo momento trató de protegerme de los demás. Yo fui quien lo corrompió, no había duda alguna sobre ello. Frank sin conocerme a fondo se enamoró de mí, y cada vez que me besaba expresaba todo lo que no podía decir en palabras. No me fijé en eso sino hasta mucho tiempo después. 

Cada vez que su mano sujetaba la mía, cada pequeño y simple gesto que tenía conmigo me hizo aprender a adorarle y hacía que mi corazón explotara de ternura. 

Como esas veces cuando su pulgar acariciaba mi mejilla y después sonreía alzando las comisuras de los labios, o cuando me daba besos en el mentón. Cuando me quitaba el cabello de la cara y después me miraba nervioso mordiéndose el labio inferior para decirme algo rápido. Todo eso, me encantaba cuando hacía todo eso. 

Y cuando no lo tuve más conmigo me destruyó.

No supe lo importante que se había vuelto para mí hasta que sucedió todo aquél drama juvenil que yo mismo había ocasionado por ser un estúpido ebrio. Pero, cada día agradezco que, de no ser por todo lo que pasamos y por Frank, no estaría ahora precisamente a un lado de él tocando su cabello mientras duerme.

Frank bajo incertidumbre logró perdonarme y yo aprendí a madurar, pude dejar de ser aquél Gerard para dedicarme a ser una mejor persona, un mejor hermano, un buen amigo y un excelente novio. Me había esforzado recuperar su confianza en mí, su cariño y finalmente su amor. Pero también me enseñó las cosas valiosas de la vida. 

Simplemente no creía que hubiese mejor persona que mi chico. 

Me enfoqué en ver como su pecho subía y bajaba, cada vez con más tatuajes cubriendo su cuerpo y viéndose más maduro con el paso de los meses. Frank se veía estúpidamente caliente cuando me hablaba de cosas de adultos, como por ejemplo, las cosas que pasaban en su trabajo o los deberes que tenía que cumplir, y adoraba cuando me decía que seguía amándome con la misma fuerza de cuando teníamos diecinueve años. 

Finalmente abrió los ojos y yo sonreí para darle los buenos días.

—¿Qué hora es?

—Todavía es temprano, nos citaron a las diez y a penas darán las ocho.

—Uh —se frotó los ojos los ojos y soltó un bostezo. —Genial.

Asentí.

Finalmente hoy iríamos a ver la autorización de adopción.

Me acerqué hasta su cuello, repartiendo besos hasta llegar a sus hombros, luego regresé a ese escorpión que le regalé en el primer cumpleaños que pasamos juntos y él soltó una risita, agarrando mi barbilla nos dejó sólo a unos centímetros de distancia. 

—Tu cabeza aún huele a tinte.

—¿En serio? —encarné una ceja.

—No, sólo quería repetir lo perfecto que te miras con el cabello negro. Mi esposo es un chico extremadamente sexy.

—Bueno, es que ya me tocaba un retoque —dije mirándolo fijamente. —Además, cuando dices sexy deja de sonar sexy. 

Plantó un casto beso en mis labios.

—Sexy, sexy, sexy.

Solté una risa para después pegar mi nariz en su mejilla. 

—Te amo, idiota.

Me subí encima de él y profundicé el beso cuando sus brazos envolvieron mi cintura. Nos separamos unos segundos contemplándonos y me fijé en como sus ojos adquirían ese brillo que le caracteriza tanto.

—Yo también te amo Gee.

Una vez dijo que no podía existir un Frank sin su Gerard, o un Gerard sin su Frank. Y todos los días me lo demostraba. 

Si estás enamorado déjame sentirlo. 

Mordí mi labio inferior y él sonrió asintiendo. No puedo creer que esto no sea amor. 

******

Gracias totales por todo el apoyo, ¿Ya les dije que les amo mucho? Espero que los siguientes proyectos sean mejores cada vez 💚

¿Qué más decir? Es difícil cerrar ciclos, pero creo que esto quedó muy bien. Les amo. 

¡Nos leemos pronto!

Frankie  |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora