En casa de Gavin Reed.

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Me separé de él bruscamente debido al susto que me dió el sonido de mi móvil. Gavin no paraba de reírse mientras yo sacaba con torpeza el móvil de mi bolsillo.
¡Era mi padre! Respiré hondo varias veces tratando de calmarme y pensando en lo que le iba a decir.

- ¿Cuándo vuelves? Es muy tarde, deberías venir ya.

- Eh...si. Hola papá. Me quedo a dormir en casa de Laura.

- De eso nada, vuelve a casa ahora mismo.

- ¡Uy, vaya! No se te escucha nada bien, papá. ¡Nos vemos mañana! Te quiero.

Colgué el teléfono y miré a Gavin, estaba agachado en el suelo sin poder parar de reírse.

- No te rías, ¿sabes lo que pasaría si se enterase de que estoy contigo?

- Ha sido idea tuya... ¿Qué pasa, te arrepientes?

- No, claro que no, ¿pero no estás incómodo?

- Hannah, tranquilizate. Si no estás bien con esto sabes que puedo llevarte a casa. - Rio divertido.

- No, no, no. Estoy perfectamente. - Sonreí con falsedad y dejé que Gavin me enseñara su casa.

Era muy parecida a la mía, de hecho la estructura era la misma, solo que la distribución de los muebles era distinta.

- Puedes dormir aquí, yo dormiré en el salón. - Me indicó que podía dormir en su cuarto.

- ¿Puedes prestarme algo de ropa?

- Claro. - Caminó hasta su armario y me dejo una camiseta que me quedaba enorme, casi podía llevarla de vestido.

- Gracias. Voy a cambiarme.

- Como he dicho, estaré en el salón por si necesitas cualquier cosa.

"Te necesito a ti" pensé.

- Vale, gracias. - Sonreí agradecida y cerré la puerta de la habitación después de que Gavin saliera.

Aquella noche, dormí de maravilla, pero me pegué un susto tremendo al despertarme por culpa del sonido de mi móvil.

- ¡¿Se puede saber donde demonios estás?! Ayer me llamó tu padre para preguntar si te quedabas en mi casa. Supuse que habías ligado y te habías ido a casa de algún chico. Así que le dije que sí, que estabas conmigo. ¡Ahora cuéntame con quien te has ido!

- Cállate, joder. Estoy en casa de Gavin Reed.

- ¡¿Qué?! No fastidies que te lo has montado con el detective Reed... Tía, es compañero de trabajo de tu padre...

- ¿Puedes dejar de decir tonterías? Me duele la cabeza. Quedamos luego y te cuento todo ¿vale?

- Vale. Luego hablamos, pero dime una cosa, ¿usó protección verdad? Porque si no...

- ¡Que no hicimos nada! - Grité frustrada. Colgué y tiré el móvil al suelo.

Gavin entró en la habitación mientras reía alegremente. Estaba sin camiseta y tenía el pelo despeinado, sé que no debería sentirme atraída por un hombre como él, pero no podía resistirme.

- Veo que la princesita se ha despertado de mal humor - Bromeó mientras se sentaba junto a mí.

- Buenos días, perdón por el grito es que mi amiga es imbécil...

- No pasa nada, estoy acostumbrado a que las chicas griten en mi habitación. - Me miró de manera traviesa y me regaló una sonrisa torcida.

- ¿Tu eres gilipollas, no? - Me levanté enfadada dispuesta a irme cuando al salir de la cama me acordé de que solo llevaba puesta su camiseta.

- Era broma Hannah, no te pongas celosa. Yo solo tengo ojos para ti.

Quería morirme de vergüenza, seguro que estaba roja como un tomate.
Maldito Gavin Reed que siempre estaba jugando conmigo.

- Voy a vestirme, si no te importa. - Nótese la ironía.

- Lo cierto es que sí, creo que así estas mucho mejor.

-¡Aaag! - Gruñí enfadada.

Corrí hasta el baño para poder cambiarme tranquila.
Me miré al espejo y sonreí divertida al pensar fríamente la escena.
Después de cambiarme, fui a buscar a Gavin, quien estaba en el salón viendo la televisión.

- ¿Podrías llevarme a casa? - Pregunté con timidez.

- ¿Y si no quiero que te vayas?

Sonreí divertida e hice como que llamaba a mi padre.

- Está bien, está bien. Vamos.

Los dos reímos y caminamos juntos hasta su moto.

- Espero verte pronto, mi cama es tu cama. - Me guiñó un ojo y arrancó de nuevo la moto para marcharse.

- No te lo he dicho, pero estás muy mono cuando duermes - Le grité antes de que estuviese demasiado lejos para que me escuchase.

Detective Reed. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora