Se más creativa.

740 86 28
                                    

Eran las diez de la mañana, la luz se colaba a través de las ventanas. Me levanté de la cama y fui a la cocina. Inspeccioné lo que había por la nevera para prepararle el desayuno a Gavin. No había gran cosa, pero conseguí hacerle huevos con bacon y un café. Lo serví todo en una bandeja y se la llevé.

- Buenos días, dormilón. - Dije en un tono cariñoso, pero Gavin gruñó ligeramente y dio media vuelta en la cama para no tener que levantarse.

Dejé la bandeja apoyada encima de la mesilla de noche y me tumbé de nuevo junto a él mientras le abrazaba con cuidado para despertarlo poco a poco.

- Gavin, despierta. Ya es de día. - Se tumbó de nuevo boca arriba y extendió los brazos para que yo me dejase abrazar. Así que me tumbé sobre su pecho y él me estrechó entre sus brazos. Si por mi fuera, me quedaría así durante el resto de mi vida, pero debíamos volver a casa.

- Gavin, por favor... - Seguí insistiendo.

- Así no vas a conseguir que me despierte, tendrás que ser un poco más creativa. - Murmuró mientras me sonreía de manera retorcida.

"¿Qué narices quiere que haga?" me preguntaba. Tras unos segundos de confusión, creo que ya entendía a lo que se refería...

Acaricié su torso con la punta de mis dedos y me acerqué a su boca para besarle lentamente. Gavin me correspondió aquel beso y sus manos comenzaron a moverse por mi espalda. No estaba tan dormido como quería hacerme creer... Me coloqué encima suyo para exictarle más mientras mi boca buscaba su cuello.
Gavin no pudo evitar gruñir frustrado y rápidamente sus manos bajaron hasta agarrar con fuerza mi trasero.
Me separé de él y le miré con intensidad mientras sonreía maliciosa. Gavin me miraba confuso y desesperado.

- Parece que ya estás despierto, te he preparado el desayuno. Tenemos que volver a casa. - Dije entre risas.

- No puedes hacerme esto, Hannah. - Dijo con la voz entrecortada.

- Mírame. - Me levanté rápidamente y le entregué la bandeja.

Gavin la recogió incrédulo y comenzó a desayunar molesto.

- Sí supieras las cosas que me dijiste a noche... - Reí al recordarlo mientras me sentaba junto a él.

- ¿Me pasé demasiado? Dime que no actúe como un completo obseso del sexo. - De verdad que parecía preocupado.

- No, así es como actúas de normal. - Bromeé. - Empezaste a decir que íbamos a casarnos, que comprarías una casa como esta...

- Por favor, no sigas. Gracias a Dios que no me acuerdo de nada. Lo siento, no dejes que vuelva a beber tanto nunca más.

Reí divertida mientras Gavin terminaba de desayunar. Después me entregó la bandeja y yo volví a la cocina para recogerla. Después de fregar los platos, volví con Gavin, quien ya estaba preparado para irnos.
Cogí mis vaqueros, los cuales estaban tirados por los suelos y me los puse.

- Ayer volvimos en taxi, la moto sigue en el apartamento del restaurante. - Le expliqué.

- Vale, pues vamos.

Cogimos un taxi hasta el restaurante y de allí volvimos a casa.

- Me lo he pasado genial contigo. - Confesé mientras le regalaba una sonrisa sincera.

- Yo diría que muy bien. - Dijo con más énfasis sobre el "bien" Supongo que todos sabemos a lo que se refería.

Le pegué un puñetazo amistoso en el hombro y me acerqué para besarle por última vez antes de entrar a casa.

Mi padre estaba esperándome sentado en la cocina, no parecía muy contento que digamos, pero tampoco enfadado.

- Papá yo... - Intenté explicarle.

- Da igual, lo entiendo. Bueno, en realidad no lo entiendo y no me parece bien nada de esto, pero veo que no puedo hacer nada por impedirlo. - Confesó dolido.

Negué con la cabeza para confirmar lo que decía "no podía hacer nada por impedirlo" aquella frase me dejó un poco sorprendida.

- Gracias, papá. - Mumuré un poco asustada, pues no terminaba de creerme sus palabras.

- Sólo prometeme que tendrás cuidado, que no haréis ninguna tontería y que me dirás si se comporta mal contigo para que yo pueda volarle la maldita cabeza. - Esto último incluso lo dijo riendo ligeramente.

- No te preocupes, me trata bien, muy bien y sí, te prometo todo eso.

Me miró incrédulo, se levantó de la silla y se acercó a darme un abrazo.

- Por mucho que no quieras, siempre serás mi pequeña. - Me susurró.

Se me encogió el corazón al escuchar aquello. Entendía que mi padre estuviera preocupado por mí y que no quisiera que nadie me hiciese daño, pero no podía prohibirme estar con Gavin o intentar alejarme de las personas cada vez que él estuviera asustado por mí.

- Ya lo sé, papá. - Dije abrazandole con más fuerza todavía.

Detective Reed. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora