Inseguro.

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Gavin dio un pequeño golpe en la mesa, parecía nervioso y frustrado. A lo mejor le había pasado algo...

- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? - Sé que con los demás actuaba así todo el tiempo, pero conmigo no y me preocupaba que algo hubiera cambiado entre nosotros.

- No. Yo...da igual. ¿Puedo llevarte a casa, por favor? - Me miraba como si me lo estuviera suplicando.

Decidí que era mejor no insistir, cuando él quisiera ya me diría lo que le pasaba.

Después de pagar la pizza salimos para ir a la comisaría, le cogí de la mano para intentar tranquilizarle y dejé que me llevase hasta su moto para que me trajese de vuelta a casa.

Aparcó delante de mi porche, me quité el casco y se lo entregué para que lo guardase en el maletero.

- Gavin no quiero insistirte, pero me sabe mal verte así. ¿Seguro que no quieres que hablemos? - No podía irme así sin más. Al menos necesitaba saber si yo había hecho algo que le haya sentado mal.

Gavin apretó la mandíbula incómodo. Quería contármelo, pero por algún motivo no lo hacía. ¿Acaso no confiaba en mí?

- Hannah, lo siento. Sé que soy un gilipollas y me he dado cuenta de que no te merezco...

- ¿Por qué dices eso ahora? - Le interrumpí molesta.

- Es que te he visto con ese chico tan simpático y no lo sé... No sé qué narices haces saliendo conmigo.

- Ni tú conmigo. - Espeté con ironía. Gavin era muy atractivo, podía hacer que cualquier chica se derritiese con tan sólo una mirada y cuando se lo proponía era realmente adorable, pero sin perder ese "toque sexy" que tanto me encantaba.

- Hannah, no lo entiendes. Te estoy corrompiendo y no soy bueno para ti. No quiero hacerte daño.

"Espera, ¿me estaba dejando?"

- Pues al parecer vas a hacérmelo. No sé quién te crees que eres para decidir lo que es bueno o no es bueno para mí. La única que puede decir eso soy yo, Gavin. Ni tú, ni mi padre, ni nadie más.

- Lo he estado pensando, he estado hablando...

- Has estado hablando con tus amigos. - Deduje rápidamente. Había hablado con sus amigos y le habían hecho sentir mal por estar conmigo, igual que mi padre y Laura intentaban comerme la cabeza para que no estuviera con Gavin.

- Y tienen razón cuando dicen que no debería seguir molestandote. - Dijo apenado cuando una lágrima rodó por su mejilla.

No iba a consentir que nadie nos separase. Me acerqué más a él y le cogí de la mano.

- Tú no me molestas nunca ¿Es que acaso te sientes mal conmigo? ¿No valgo lo suficiente como para intentarlo? A mí me da igual lo que me digan, estoy bien contigo, me haces feliz. - Me esforzaba  realmente por captar toda su atención y que se olvidara de lo que cuatro idiotas le habían dicho.

- Tú también me haces feliz, desde que te conocí algo cambió en mí y no creo que nadie más pueda hacerme sentir lo que tú me haces sentir. - Confesó cogiendo con más fuerza mi mano.

En ese momento, casi creí que lo había conseguido, que no iba a dejarme.

- Entonces no me alejes de ti, Gavin. Por favor, yo de verdad quiero estar contigo... Te quiero. - Era la primera vez que se lo decía y al parecer, también la última.

- No me digas eso, Hannah. ¡No lo hagas más complicado! - Gritó furioso.

No podía entender como de repente quería echarlo todo a perder y menos por dejarse influenciar por lo que otros digan ¿tan inseguro era? Siempre mantenía esa actitud de tipo duro, como si todo le diese igual y nunca me la creí. Aquello solo era una máscara que se ponía para aparentar ser otra persona.

- ¡Tú eres quien lo está complicando todo! ¿Entonces ya está, no? Tú me dejas porque eres un puto inseguro de mierda y hacemos como que no ha pasado nada, ¿no? - Ya no podía seguir aguantando las lágrimas, necesitaba llorar.

- Joder, Hannah...

Detective Reed. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora