Domingo.

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- ¿Te importa que me marche ya? Sinceramente, después de esto, lo único que quiero hacer es correr hasta mi casa.

Jerry me miró entristecido y asintió con la cabeza haciéndome saber que me entendía.
Me acompañó hasta la salida y antes de que pudiera irme me dio un abrazo reconfortante. Dado que últimamente conseguía "mantenerme a flote" gracias a Jerry, decidí invitarle a dormir a mi casa. Era increíble lo que podía ayudar el tener a alguien como él junto a mi lado y me parecía mal dejarle plantado porque que yo estaba mal por culpa de Gavin.

- La verdad es que quiero irme a casa, pero puedes venirte conmigo. - Me esforcé por sonar al menos un poco animada.

- ¡Claro, suena genial!

Los dos sonreímos, pero no por alegría, más bien con la esperanza de sentirnos mejor pronto.
Volvimos a mi casa, mi padre y Connor seguían allí.

- Hola chicos. Este es Jerry, es un amigo mío. Trabajamos juntos y eso... - Intenté explicar nerviosa al ver que mi padre ya me miraba intrigado.

- ¡Oye tú! - Mi padre se dirigió a Jerry cuando yo le cogí de la mano para llevarlo a mi habitación. - ¿Qué intenciones tienes con mi hija? Ya estoy harto de aguantar gilipollas.

Jerry y yo nos miramos al borde de un ataque de risa.

- Como he dicho, somos amigos. - Repetí entre risas.

Mi padre me miró incrédulo durante unos segundos, después miró a Connor y este rio divertido.

- Encantado de conocerle, señor Anderson. - Dijo Jerry mientras le arrastraba hasta mi habitación.

- ¿Qué película quieres ver? Por favor que no sea de amor o seguramente estaré tres semanas llorando en mi cama. - Jerry me miró preocupado. -Vale igual he exagerado un poco, me pasaría solo una semana llorando en mi cama. - Bromeé.

- ¿De acción entonces?

Al final vimos una de acción, de estas típicas con muchas explosiones, coches en llamas y todo eso. Bueno la debió de ver Jerry porque yo al cuarto de hora ya estaba muerta del aburrimiento y me quedé dormida.

Por la mañana me desperté con Jerry tirado en el suelo. Me levanté corriendo y me agaché junto a él.

- ¡Jerry! ¿Estás bien? - Lo zarandeé ligeramente y él abrió los ojos de repente a la vez que yo me caí hacia atrás del susto.

- ¡Joder, que susto me has dado! Pensé que te habías quedado sin batería o algo...

Jerry se rio de aquel comentario y se incorporó para ayudarme a levantarme. Fuimos a la cocina para que yo desayunase, Connor estaba sentado en el sofá mirando la televisión, pero estaba apagada.

- ¿Por qué tenéis que ser tan raritos? - Pregunté confusa mientras mi padre reía a la vez que salía de su habitación.

Mi padre y yo comenzamos a desayunar cuando de repente alguien llamó a la puerta.

- Yo me encargo. - Avisó Connor caminando hacia la puerta.

- ¿Pero qué cojones? - Escuché gruñir molesto a Gavin.

"¿Qué narices estaba haciendo aquí?"
Pensé mientras escupía los cereales.

- Buenos días detective Reed. - Le saludó amablemente Connor.

Mi padre se levantó dispuesto a echarle a patadas de aquí si hacía falta y yo fui tras él para intentar controlar la situación.

- ¡Hannah! Menos mal que estás en casa...

- ¿Dónde iba a estar un domingo a las nueve de la mañana? - Le interrumpí asqueada.

- Lárgate de aquí puto imbécil. - Mi padre se acercó un poco más a la puerta y empujó a Gavin con fuerza para que se apartara y así poder cerrarla dando un portazo.

- ¿Qué coño hacia él aquí, Hannah? - Mi padre se acercó a mí enfadado, pues creía que lo había llamado yo.

- A mi no me mires... Estoy igual de sorprendida que tú.

Por suerte, mi móvil comenzó a sonar. Así que me dirigí a mi habitación para responder, pero era Gavin quien llamaba.

No debería cogerlo, pero quizá sea algo importante. Quiero decir, ha venido a mi casa. Estaba claro que yo nunca le había importado y después de todo, él no había intentado volver a buscarme, así que no creo que lo que sea que me tuviese que decir fuera sobre nosotros. ¿Pero entonces que demonios tenía que decirme?

"¿Le contesto de una maldita vez o lo mando a tomar viento?"

Detective Reed. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora