Tu me hiciste lo mismo.

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Pedimos la pizza y mientras esperábamos yo estuve hablando con Laura por teléfono. Estaba muy decepcionada conmigo por haberle dado otra oportunidad a Gavin. No me extraña, yo también me sentía como una inútil.

- ¡Gavin! - Exclamé asustada cuando al colgar la llamada, me di cuenta de que se estaba asomando por el marco de la puerta mientras me observaba con curiosidad, pues había estado escuchando toda la conversación. Sabía como se sentía en aquel momento, ya que todos estaban en contra de nuestra relación y habían conseguido que hasta nosotros mismos lo estuviéramos.

- Ya han traído la pizza. - Dijo fingiendo que no había escuchado nada.

Le seguí hasta el salón y comenzamos a cenar mientras veíamos lo que quedaba de aquella película de terror. Cuando terminamos de comernos la pizza, fui a tirar el cartón a la basura y después volví al sofá junto a Gavin.

- Ven aquí. - Me dijo haciendo un gesto con la cabeza.

Me acerqué más a él y dejé que me rodease el cuello con su brazo. Gavin comenzó a jugar con mi cabello mientras yo paseaba la punta de mis dedos sobre su pecho. Hacía tan sólo un par de horas, me moría de ganas por estar así.

- ¿Decías de verdad lo de que estabas enamorada de mi? - Preguntó temeroso.

Me separé de él para mirarle a la cara. No sabía si iba en serio, pues su pregunta me pilló por sorpresa.

- Sí, ¿acaso no me crees? - Bromeé irónica.

Parpadeó un par de veces y agachó la mirada con cierta tristeza.

- No soy el hombre perfecto, que digamos. - Murmuró tan bajito que casi no conseguí escucharle. Parecía sentirse realmente mal.

- Me da igual, me gustas tal y como eres. - Me acerqué más a él para acariciar con dulzura su mejilla y Gavin colocó su mano encima de la mía mientras cerraba los ojos aliviado.

- Estaba asustado, Hannah. Nunca había sentido lo que siento por ti. No eres como las demás chicas que me han gustado, eres diferente... Eres única. - Explicó esperanzado.

Le miraba expectante sin saber que decir. Se acercó lentamente a mi boca y me besó. Mis manos acariciaban con su cabello mientras las suyas se posaban en mis caderas. Ejercía presión sobre estas, empujando ligeramente para pegar más su cuerpo al mío.

- Deberíamos irnos a dormir. - Susurré avergonzada a la vez que me levantaba del sofá mientras reía ligeramente.

Gavin me miró divertido durante unos segundos, después se levantó y me cogió de las manos.

- Está bien, vamos. - Me acerqué de nuevo para darle un último beso antes de irme a dormir.

A la mañana siguiente, yo fui la primera en despertarme, así que preparé el desayuno para los dos. Después volví a la habitación y besé lentamente a Gavin para despertale. Abrió con vagueza los ojos mientras una sonrisa alegre decoraba sus labios.

- He preparado el desayuno.

- El único desayuno que quiero es a ti. - Tenía la voz ronca y el pelo despeinado y diciendo aquello, no podía resultarme más sexy.

Me mordí el labio intentando esconder la sonrisa. Gavin se incorporó en la cama y se acercó a mí para besarme de nuevo. Me besaba lentamente, sin prisas. Disfrutando de cada segundo, de cada movimiento que hacían nuestros labios. Le empujé ligeramente para que volviera a tumbarse y yo me coloqué encima de él sin dejar de besarle. Sus manos recorrían mi espalda a la vez que su boca buscaba mi cuello. Un millón de mariposas parecían revolotear dentro de mi estómago y mis piernas temblaban por los nervios y la excitación. Agarré el borde de su camiseta y tiré hacia arriba de esta para quitársela. Sus manos bajaron rápidamente hasta mi trasero y lo agarraron con fuerza. Fui a quitarme mi camiseta, pero se separó de mí y me miró sonriendo maliciosamente.

- El desayuno está servido. - Dijo imitando mi forma de hablar.

- ¿Qué? - Pregunté confundida.

"¿De verdad iba a parar?"

Seguí mirándole incrédula mientras se levantaba de la cama y comenzaba a caminar para ir al salón.

- Te recuerdo que tu me hiciste lo mismo. - Gritó desde el pasillo.

Detective Reed. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora