|•48•|Solo mirándote

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La tarde de chicas había terminado y con ello mi amiga se fue dejando me aunque le había comentado que iría a casa de Esteban. Dieron las siete de la tarde con lo cual solo me dio tiempo a ducharme súper rápido y peinarme para parecer una persona normal. Ahora mientras conduzco y me acerco a la urbanización donde vive siento como todos mis poros cobran vida, jamás me imagine en esta situación a mis veinticuatro. Estaciono el auto y bajo caminando por la acera, mientras mas me acerco siento mas cosquilleo en todo mi cuerpo y cuero cabelludo como si estuviera piojos.

Toco el timbre dos veces seguidas, la puerta fue abierta por él con una gran sonrisa que no se exactamente si era yo quien la transmitía de esa forma, di el primer paso abrazándolo dejando un beso en su mejilla, su cabello esta medio húmedo oliendo a frutas frescas.

—Te hemos estado esperando —toma mi mano entrando conmigo por completo en la casa, como siempre aquel olor a cosas de bebé, la limpieza y su ambientador de frutas son lo primero que siento, me fijo que esta vestido con un chándal rojo holgado como una pijama y un suéter igual sin diseño. Me lleva donde esta el comedor y me encuentro con el pequeño Gabriel comiendo puré de frutas, solo me sonríe feliz moviéndose en su asiento feliz.

—Hola amor —lo beso en la mejilla. —¿Me das un poco? —digo en broma pero este pone su cuchara de colores casi en mi labios haciendo me reír junto a su padre.

Esteban se acerca a mi poniéndose detrás abrazando me pasando sus brazos por mi abdomen y dejándolos ahí junto a un beso en mi mejilla izquierda sobre la mirada inocente del pequeño.

—Siempre te he querido ¿lo sabías? —su respiración hizo cosquillas en mi cuello haciéndome sonreír enamorada sin verle a la cara.

—Yo también —me di la vuelta pasando mis brazos por su cuello.

—Oye ven para que te comas la tarta que te hemos guardado —me guía haciéndome sentar en la mesa junto al pequeño. Saca la tarta de la nevera y la pone en mi frente, se ve muy delicioso, la parte de arriba decorada blanca. El sonido de una llamada en mi celular interrumpe la siguiente acción suya y nos miramos.

—A de ser Nereida —digo cortando un trozo poniéndolo en mi plato.

—Si quieres lo busco, puede ser algo importante, lo digo por tu trabajo —dice sonriendo.

—Si, no hay problema. Gracias.








Esteban

Camino a la sala donde se ha quedado su cartera y saco su teléfono y no, no es una llamada, son varios mensajes, decido no mirar más la pantalla por respecto y que es su teléfono además pero el insistente vibrado de un muevo mensaje hace que mire la pantalla sorprendiéndome con la primera palabra que leo gemidos.

Escuchó su risa hablándole a mi hijo, deslizó mi dedo a la notificaciones para bajar la barra de mensajes no deberías ver, quizás algún grupo de whatsapp de amigas. Y son típicas así las conversaciones.

No hago caso a mi mente y veo que es un número registrado como Sebastian, leo los mensajes.

«El que no me tengas bloqueado quiere decir que aún existen cosas»

«No se porque te haces tanto la rogada si estas loca por volver a tenerme entre tus piernas».

«Las notas musicales de tus gemidos aun no escapan de mi oídos ».

No seguí leyendo mas mensaje puesto que me sentía enojado, traicionado, confundido y sobre todo mi ego me ha traicionado justo en este momento donde no reacciono y pienso. Camino donde ella y casi aplastó su teléfono en la mesa mirándola.

—Sebastian te escribe —la miró y cojo a mi hijo en brazos caminando a su habitación para quitar su ropa sucia de comida.

Cierro la puerta tras mio. Jamás revise el teléfono de Patricia, porque tuve que hacerlo con él de ella, ella esta con otro hombre. Quizás me hubiese gustado no leerlo y seguir normal, esta situación donde me encontraba feliz y cómodo pensando que mi propia tortura había pasado, que los fantasmas del pasado no existían, donde creí que podría ser feliz, ahora mentí yo mismo.

Te estas precipitando.

¿Y si fue un número equivocado ? No lo creó... Esta registrado.








Aurora

Me quedo sin saber que hacer ante la situación presente de su comportamiento. Cojo mi teléfono de la mesa y veo lo último que mis ojos querrán ver, leo los mensajes haciendo crecer mi enojo de a poco, me paro de la mesa enojada.

—¡Esteban habré la puerta! —trató de controlarme con estas dos situaciones, los malditos mensajes y Esteban actuando por impulso de celos pensando seguro lo peor de mi y eso no lo soporto.

—No es necesario una explicación Aurora —sonó igual al hombre que conocí hace unos meses, al hombre frío que no le importa nada y eso me dolió.

—No te comportes como un niño, por favor, abre la puerta el niño no debe presenciar esta situación.

—Si tienes razón, no debe presenciar esto sin importancia, puedes irte cuando desees.

Las ultimas palabras fueron dagas afiladas a mi corazón. Mi enojo creció tanto que sentí un nudo en mi garganta como no lo había sentido hace tiempo y di con mi puño en la puerta pegando mi frente, escuche su respiración acelerada y por el silencio que había supuse que el pequeño se quedo dormido. Fui bajando mi cuerpo pegada a la puerta hasta quedar sentada en el piso frío y mirar mis pies contando hasta diez.

Eso si que cuando encuentre a sebastian tendrán que recogerlo pedazo de idiota ese.



...



Esteban

Hace rato que no escucho nada ¿se habrá ido? Mire el reloj de mi muñeca, han pasado veinte minutos. Si, he actuado como un crió pero estoy celoso solo de imaginar a ella y...
Muevo mi cabeza negando a cualquier pensamiento, estoy aun dentro de la habitación de mi hijo, se durmió hace rato nada mas cambiarle la ropa. Intento abrir la puerta pero siento que algo hace presión en la esquina se abra ... Descartó ese pensamiento y empujó la puerta llevándome la gran sorpresa.

Papá soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora