|•50•|Verdad dolorosa

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Había llegado él tiempo de decir la verdad. Le quiero no puedo tener secretos con él, así como él no los tiene conmigo. La noche de ayer fue increíble, veo los primeros rayos del sol entrar desde el balcón a la habitación. Frotó mis ojos levantando mis brazos haciendo ver un poco mis senos erectos típico de mis mañanas, giro mi rostro. Está con los ojos cerrados, su respiración tranquila esta dándome el frente, acaricio su nariz con lunares y mejilla. Me paro de la cama al ver que él no da señales de despertar y es mejor así para mi, supongo que he despertado muy temprano ya que el suele despertar temprano por el pequeño ¡El pequeño¡. Camino a su armario de una madera muy bonita y abro las puertas de este sin hacer ruido y saco una camisa súper larga, estoy desnuda, miro las bragas en el piso poniéndole en mi cuerpo, frotó mi rostro con mis palmas. Voy a su habitación abriendo la puerta sin hacer ruido. La habitación esta oscura al tener las cortinas oscuras y cerradas, el aire me recibe aquí más frío, abro solo un poco las cortinas girando me a su cuna. Llevo las manos a mi pecho sorprendida al verle con los ojos abiertos mirándome mientras patea un juguete.

—Este es justo el momento donde me cruzo de brazos y le digo ¿señorito desde cuando esta usted despierto? —me sale una risa por su cara que ha puesto y me apresuró a sacarlo de ahí para abrazarlo y besar sus mejillas, su pañal esta lleno de pis.

—¿Mamá? —juega con mi pelo mientras lo acuesto en la cuna para quitarle ese pañal.

—Si mamá le quitara ese feo pañal —sonrió.

Término y salgo con él a la cocina, he visto la hora, siete de la mañana, hay que hacerle su desayuno. Lo dejo en su silla y le pongo la tablet de su padre con dibujos educativos. Al verle concentrado con su oso, segura hago desayuno para los tres y mientras las papas hierven corro de puntas a su habitación y aun duerme. Regreso con el pequeño y sigue feliz en lo suyo, me siento a su lado y cojo mi celular, me entra una llamada de Nereida que no dudo en contestar.

—Buenos días —me sale un bostezo.

—Llevo unos dos minutos tocando tu puerta, abre tonta —ay nereida.

—¿Porque no se te ocurrió llamarme desde el primer timbrazo que me diste? No estoy en casa, estoy con Esteban, mejor dicho mi novio —lo ultimo lo digo en voz baja.

—Oohh perdón, mierda, claro si, bueno te dejo, solo quería molestarle desde temprano en tu día libre, supe que sebastian ya tenia varias denuncias de acoso por otras mujeres.

—No lo dudó —muerdo mi mejilla por dentro.

—Bueno te dejo, pasare el día con mis otras amigas —se burla quiere darme celos.

—Desgraciada así me pagas he, ya me la cobró vete con mis sustitutas —me río mientras vuelvo a la cocina y voy sacando las papas haciéndolas puré y poniendo a freír el queso.

—Bueno bueno te dejo, adiós.



...

Pongo el desayuno todo listo en la mesa, después de hacer eso me siento enfrente del pequeño para darle el desayuno, después que ya se tomo su leche.

—Buenos días —me giro mirándole, se ha duchado, lo se por el olor a jabón que me llega y su pelo húmedo pero se ha puesto ropa de estar en casa.

—¡Papá! —Gabriel abre sus brazos a lo que su padre le recibe con una sonrisa, con él en brazos se acerca y deja un beso en mis labios.

—Esto huele muy rico —hace señas a la mesa.

—O sea he sido yo —me señalo sonriendo a lo que el ha achinado los ojos. Se sienta a mi lado y destapo su desayuno y hago lo mismo, los tres desayunando entre sonrisas y si Gabriel se salio con la suya de comer solo su desayuno mas bien de ensuciar su rostro completo.








Esteban

Me despierto abriendo los brazos en la cama como si estuviera haciendo un ángel en nieve buscando su suave piel, al no sentirla abro los ojos, me paro de la cama desnudo enrollando la sabanas en mi cuerpo. Salgo al pasillo en silencio y la veo de espalda en la cocina y mi hijo viendo algo en la tablet, me doy la vuelta y me ducho. Ahora mientras terminamos de desayunar veo que me da miradas escondidas como cuando estas tramando algo, solo me sale una sonrisa al ver que no disimula.

—¿Gabriel terminaste? —es la primera vez que le llamo por su nombre y se queda mirándome con la cuchara a mitad de camino y sonríe, es un tierno.

Me paro de la mesa ayudando a llevar todo ya que ella se adelanto y la encuentro, ya lavando los platos. El ejercicio que hacen sus brazos y ahora que le miro bien lleva una camisa mía, se le ve tan bien y en silencio busco mi celular y le saco algunas fotos escondido, la dejo tranquila y me encargó de meter a mi hijo a la bañera con poca agua para que juegue un poco y así arreglo su cuna y algunas cosas más.

—¿Puedo pasar? —la escuchó en el pasillo. Me río —Por supuesto.

Al entrar va al baño y se queda con el pequeño.


...

Me siento en el sofá con una taza de café mirando a Gabriel jugar. Ella se ha ido a ducharse pasan unos minutos y la veo salir al pasillo con otra camisa mía y su pelo mojado.

—Me gustan tus camisas —se echa a reír y me contagia.

—Lo mio ya es tuyo —le hago señas para que se siente a mi lado en el sofá y así lo hace abrazada a mi cuerpo entre mis piernas, la acuno con amor y me enfocó en mi hijo mientras acaricio su pelo con olor a mi champú, agacho mi mirada y veo que mira finalmente a Gabriel mientras le salen lágrimas silenciosas, junto mi entrecejo y paso mis pulgares por su mejilla e intenta esconder su cara con disimulo.

—¿Estoy aquí? —le digo en un susurro pegándola más a mi pecho mientras dejo un beso en su frente, es lo que debo decir ¿no?. —¿Que pasa? —beso su cabeza.

—Esteban —dice en un susurro elevando su mirada cristalizada a la mía, me duele verle así ¿Que le esta pasando?.

—¿He echó algo? —acarició su rostro y niega, se sienta bien el sofá pegada a mi con las piernas arriba mirando sus dedos con los cueles juega.

—Hay algo que no he querido decirte por tanto miedo, por sentirme tan inferior, por sentir que no soy nada por ...—lágrimas bajan por sus mejilla, siento que me duele mucho verle así y hago que me mire a los ojos y vuelve hablar.

—Desde que supe de mi desagracia he estudiado todo lo que me mantenga relacionada al ser mas maravilloso, que son los niños, los bebés, yo los amo a cada uno y —se pone de pie rápido llorando mas tapando su rostro rápido hago lo mismo abrazándola a mi cuerpo sintiendo mi corazón latir rápido al pensar tantas cosas que pasan por mi cabeza, la siento temblar —Hace... Hace cuatro años me entere que soy un desierto —aun abrazada a mi me abraza ella más haciendo encuentro de sus ojos verdosos llenos de lágrimas haciéndome sentir su dolor, muerde sus labios sin despegar sus ojos de mi.

—No puedo tener hijos, no tendré bebés nunca, no puedo traer al ser mas maravilloso, estoy seca, soy infértil y ...—llora sin poder continuar, me derrumbó con ella en el piso abrazándola tan fuerte como puedo, mi mente y corazón no procesan tantas cosas solo siento sus lagrimas.

Después de acompañarla en su llanto imparable silencioso y su temblor de cuerpo abrazándola tirados en el piso sin soltarla y repetirle al oído cuanto la quiero y la admiro, que es una mujer, una guerrera, la que por sobre todas las cosas es dueña de mi amor que sin importar nada estoy y estaré para ella, que saldremos de esto, que no tendría las palabras para compartir su dolor. Cuando logró calmarse un poco vi a Gabriel caminando tambaleante hacia nosotros fundirse en un abrazo de tres cerrando sus ojos y buscando la mirada de la que para el ahora es su "madre" ella al ver la acción de amor mas pura lo llevó a sus brazos abrazándose mutuamente y quedando dormidos en mis brazos mientras ella daba pequeños espasmos de tanto que había llorado. Sus labios, nariz y ojos rojos.

Papá soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora