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«Aveces solo necesitamos un empujón para darnos cuenta de las cosas que perdemos por estar metidos en el pasado»

Mayte Rodriguez.
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Me observo en el espejo y término de darme el visto bueno usando un chándal holgado y un abrigo de mangas color rojo vino, desde ayer sigue la misma temperatura, me pongo las deportivas mientras entro un pedazo de trozo de pan tostado a mi boca que descansa en un plato llano encima de mi cama, mientras lo masticó termino de vestirme. ¿Saben que día es hoy? ¡Martes! Eso quiere decir, día con Gabriel. Bajo las escaleras de dos en dos, cojo la llave y salgo de la casa cerrando.

Entro dentro del auto al pobre hay que darle una lavada. Conduzco con música puesta a un volumen considerado moviendo mi cuerpo en el asiento. Los rayos del sol no se ven, esta nublado, cuando ya estoy llegando a su casa me doy cuenta que hay una mujer de unos cuarenta años, elegante con traje formal, no escucho lo que dice pero por sus gestos y como mueve la boca no han de ser cosas muy agradables, pero no veo a Esteban por ningún lugar sólo está ella hablando como loca, decido bajar del auto y caminar despacio a esa persona.

—Buenos días —esta me mira extraña, veo como intenta serenarse, su rostro esta rojo y pone una mano en mi hombro y le miro extraña por su comportamiento.

—Mire necesito hablar con el imbécil que vive allí adentro, es un cabrón —ríe sarcástica y como él que esta loco. —Mire, me despidió después de dos años aguantando sus humores y yo... Manuela que sólo y siempre busque el bien de las cosas.

Ya se por donde viene tanto el show.

—No creo poder ayudarla, señora, yo solo vengo a por unas cosas —miento.

Quita su mano de mi hombro y justo se abre la puerta. Las dos giramos nuestras vista a Esteban quien se detiene a mirar solo a la tal Manuela con enojo. Camina a nosotras mejor dicho a ella.

—¿Que haces aquí? Le deje bien claro que cualquier cosa la hablara con la nueva secretaria —hablo tan pausado y pacifico.

—Señor no pensé que estuviera hablando enserio yo... Hoy fui temprano a mi trabajo como de costumbre y ...

—Bueno ya lo sabes —ahora me mira a mi —¿Vamos dentro? —asentí con la cabeza y me metí dentro a la casa con el, la mujer se le quedo parada sin entender hasta no le quedo de otra que irse.

Ya dentro de la casa me dispuse a mirarlo, tiene su usual traje puesto e impecable, sus ojos de mar se encuentran con mis ojos y no se que reacción hacer.

—Mi hijo aun duerme, ya esta como nuevo —hablo aun mirándome y guardando unos papeles en su maletín.

—Eso me hace sentir mejor —sonreí feliz.

—¿No te interesa cambiar de auto Aurora? —me extraño un poco su pregunta.

—Digamos que no me gusta hacer gastos innecesarios, aun mi auto esta nuevo y llevo con el tres año y medio nunca le he tenido que arreglar nada —me encogí de hombros.









Esteban

Se que aquella mujer llevaba rato allí afuera pero que podría hacer, salí cuando la vi por una ventana polarizada, Aurora me sorprende cada día más, es un mujer dispuesta a ayudar a los demás sin saber que se traerán en manos, y ahora me sorprende mas, no se ve una mujer materialista mas bien consciente de las cosas necesarias como es lo correcto.

Papá soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora