|•76•|Una Intrusa

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Muevo el tenedor grande sobre la sartén donde se cosen huevos revueltos con trozos de tomates verdes y los dejo sobre pan recién salidos del tostador, los dejo en la mesa.

—¿Gabriel? Amor —lo llamo por segunda vez mientras esta concentrado mirando la televisión.

Me mira y se baja del sofá conmigo a la cocina.

—Mmm —hace graciosamente alargando la m y con mi ayuda lo siento en la mesa con su tenedor y cuchara.

—Esta todo muy rico mmm ¿verdad?.

—¡Si mamá! —sonríe y con ambas manos sujeta un trozo de pan, paso mi mano por su pelo feliz.

Le deje concentrado para ir a ver a mi otra pequeña abriendo su habitación que tan rico huele por ella, quien ya se encuentra despierta. Tres semanas ya han pasado donde he sabido muy bien el significado de ser madre y los quehaceres del hogar. Mamá hace dos días se fue y es entendible aunque vendrá luego y mi amado volvió a la empresa no queriendo apartarse de nosotros. Sigue tan pero tan tierna.

Siento que cada día se parece mas a su padre.

—Buenos días chiquita mía —la atraje a mis brazos con ternura y delicadeza besando sus mejillas. La saco de su cuna volviendo a cerrar la puerta. Huele tan rico.

—Termine —escuche a Gabriel. Fui con ella en brazos abriendo un poco las cortinas y que entrase el sol mientras chupa su dedo y mira todo a su alrededor. Volví a besar sus mejillas.

—¿Quien quiere ir a ver a Papá al trabajo?.

—¡Yo! —alzo sus brazos arriba feliz.

Con una mano libre deje todo en el lava platos poniéndolos a lavar dejando la cocina libre y guíe al pequeño a su habitación al baño. Con mi ayuda le enseñé a coger el cepillo y lavar sus dientes y lave su cara. Emma se puso a llorar por lo que me senté en el suelo a dar mi seno.

Y al final como pudimos terminamos listos los tres. Se que aun debo guardar reposo y cuidarme. Gabriel que vea ya donde trabaja su papi. Puse polvo que tanto le gusta a mi amado en el cuello de nuestra pequeña y peine su pelo con aceite de bebé y a Gabriel también. Me mire al espejo por ultimo. Un vestido holgado de otoño de mangas largas rojo vino holgado hasta las rodillas, unas deportivas cómodas ortopédicas blancas dejando mi pelo suelto sin tener tiempo de ponerme otra cosa en el rostro que no sea crema, ni siquiera unos pendientes.

Cerré la puerta de casa con Emma Alba en brazos y sujetando una mano de Gabriel Ángel. Y en mi otro hombro un pequeño bolso con cosas de ambos. El garaje se abrió y abrí la puerta entrando a Gabriel, dejando a la pequeña en una silla cómoda para bebé poniendo bien la seguridad.

Me siento una madre siendo tan feliz, mirando la vida a través de sus ojos. Soy completa con ellos.







Esteban

Firmo unos papeles y cierro otros archivos terminados. Aflojó un poco mi corbata y tocan mi puerta.

—Adelante.

—Señor aquí esta la chica que llamo hace un rato para lo de su auto.

—Oh gracias puede pasar —me pongo de pie.

Una chica de mas o menos mi edad, castaña entra portando un disminuyó vestido sorprendiéndome y apartando mi vista como un hombre correcto y adopto una compostura de trabajo. Sus ojos marrones me mira al entrar.

—Hola, buenos días.

—Buenos días —une su mano a la mía y le hago señas se sentarse.

—Oh gracias —cruza sus piernas largas y me mira sonriente.

Papá soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora