|•73•|Bendición del cielo

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Ocho meses dos semanas.

Me siento pesada y mas cansada que otros días. Debajo de mis ojos tengo ojeras por no dormir, ya hace dos días vengo sintiendo pequeños dolores pasajeros pero según el doctor es normal en los últimos meses. Camino a su habitación casi con las piernas abiertas y con mis manos en la espalda, acomodó algunas cosas aunque nada este desordenado y salgo. Estoy impaciente para conocerla.

Mi amado me hace falta en esta mañana soleada, se ha ido al trabajo muy temprano y mamá fue hacer la compra por mi. Por cierto se ha quedado conmigo para cuando nazca su nieta. Estoy sola, pues Gabriel esta en la guardería. Camino al teléfono de casa y marco a Nereida para que venga. Una media hora y acá está conmigo.

—Esta súper grande —acaricia mi panza con cariño.

—Si, verdad —sonrió emocionada. Hago una mueca de dolor al sentir como algo dentro de mi hace fuerza hacía abajo.

—¿Que te pasa —pregunta mirándome preocupada.

—Es un... —abrí la boca cogiendo aire al sentirlo mas fuerte acomodando mi cuerpo en el sofá apretando mis labios al sentir contracciones. —Ya va ha nacer Nereida! —casi grite.

Se puso súper nerviosa cogiendo el teléfono marcando a Esteban.

—¡Ya Esteban viene! —esta súper nerviosa mirándome. —¿Que hago? ¿A donde voy? ¿Que necesitas?.

Negué cerrando los ojos. Duele mucho y hace una fuerte presión en mi vagina. Como pediatra se que la musculatura del útero se contrae y el útero se ancha más.

—Necesito que llames a mi madre por favor —gemí en dolor tocando mi panza.








Esteban

—Señores esto es lo que...

Mi teléfono empieza a sonar y me disculpó saliendo sacando el teléfono de mi chaqueta.

—¿Que pasa? —miro por las grandes ventanas de cristal. He llegado a un punto donde estoy paranoico y cualquier llamada es un miedo que crece dentro de mi.

—Es Aurora vente rápido —Nereida se escucha muy nerviosa. Cuelgo y salgo rápido de la empresa cancelando. Ya conduciendo he tenido que parar en algunos lugares que ya tiemblan mis manos. ¿Nacerá mi hija? ¿Que me traerá la vida en esta ocasión?. Respiro para calmarme pero no puedo acelerando el auto.

—¡¿Dónde esta?! —me recibe mi prima.

—Esta en la otra sala, ven.

Esta sentada con la cabeza en la cabecera de éste. Acariciando la barriga con los ojos cerrados. Su rostro refleja dolor y muerde sus labios.

—¡Preciosa! —me pongo a su lado.

—Duele mucho —llora sujetando mi mano a la suya apretándola, la miro preocupado.

—Nereida por favor busca sus cosas que están listan en el armario, nos vamos a la clínica.

Muerde sus labios mirando mis ojos con lágrimas.

—Tengo mucho miedo.

—Todo va a estar bien, lo prometo —quería creer esas palabras que yo mismo había dicho. Escuchó la puerta abrirse.

—¡Hija! —suelta la compra, viniendo, acaricia la cabeza de su hija. —Hay que irnos ya.



...

Tengo mil cosas en que pensar, Gabriel que sale dentro de dos horas, ella y mi hija que viene en camino. Conduzco lo mas rápido posibles. La miro por el espejo con la cabeza apoyada en el hombro de su madre y sus manos sujetas a mi prima. Tiene las piernas un poco abiertas gimiendo de dolor. Su llanto me pone mas nervioso mirando todo el tiempo su dolor. Grita abriendo sus labios, van dos veces que hace fuerza pujando, tiene contracciones de cuarenta a sesenta segundo cada tres o cinco minutos.

Su madre recoge su pelo en una coleta alta. Aceleró mas rápido cuando grita mi nombre y veo como un liquido baja por sus piernas. Llegando a la clínica nos esperan con una silla de ruedas. Dos enfermeros la llevan mientras vamos tras ellos.





Aurora

Tengo tanto miedo que siento como todo mi cuerpo me tiembla. No había pensando nunca como seria y que sentiría de esto. Me llevan en una silla de ruedas a una habitación, me ponen en la cama.

—¡Mami! —otra contracción y agarro las sabanas tan fuerte. Puje fuerte sin evitarlo. —¡Ya va ha nacer que venga el doctor!.

—¡¿Donde esta Esteban?! —miro a Nereida y veo como me sale ahora un liquido rosa.

—Esta haciendo los papeles que se necesitan.

El doctor entro por la puerta mirando mi estado. Pasamos palabras corta ya que no me encontraba para una charla alegre. Revisó cuan dilatada ya estaba.

—Hay que pasarla a sala de parto.

Llegaron enfermeras y unas doctoras.









Esteban



Termine de hacer los papeles y fui rápido a la habitación donde la habían entrado. Veo enfermeras y doctoras entrar con el doctor.

—¿Quien va a estar en la sala de parto? —pregunta el doctor.

—Yo —respondí nervioso pasando mis manos por el pelo.

...

Ya estamos en la sala de parto. Y la han preparado bien. Ya estaba lista para traer al mundo a nuestra hija, me he puesto el uniforme azul, tiene algunas cosas conectadas a su cuerpo y tengo varias veces que cerrar los ojos al llegarme imágenes del pasado. Tiene un gorro azul cubriendo su pelo y una bata igual con las piernas muy abiertas mientras el doctor esta adelante y los demás doctores.

—¡Aurora necesito que cuando llegue la contracción pujes tan fuerte como sea posible! ¿De acuerdo?.

Me miro a los ojos asustada y asiente. Tiene tan fuerte mi mano sujetada a la suya mientras otra acaricio sus hombros.

—Tu puedes, estoy aquí contigo.

La fuerza que hacía apretando sus labios elevando un poco su cuerpo cada vez que venia la contracción y pujaba con fuerza. Sus uñas se clavan en mi palma mientras le doy palabras de aliento.

—¡Lo estas haciendo excelente Aurora! —le hablo una doctora.

Las venas en su cuello en notan gruesas al igual en su frente, esta sudada y es cuando me doy cuenta que es la mujer mas fuerte y valiente que puedo llegar a mi vida.

—Eso es mi vida, tu puedes —la ánimo como lo he estado haciendo.

—¡Vamos ya casi esta afuera una ultima! —el doctor.

Esta llorando al igual que yo. Coje una bocanada de aire y puja con fuerza al tiempo en que llora y sujeta mi mano con fuerza impulsándose.









Aurora


Sentía que en cualquier momento desmayaría, sentía mi pecho doler y sin fuerzas, mi garganta seca. Su mano permanece junta a la mía a mi lado. He pujado tan fuerte que siento como sale de dentro de mi ser. Y es cuando escuchó el mejor llanto, sentía que mi corazón saldría volando y empecé a llorar, ya ni dolor sintiendo. Lo mire mientras limpia su rostro lleno de lágrimas y ojos rojos.

—Quiero ver a mi hija —mi voz salio ronca y sin fuerza. Sonreí con lágrimas y sintiendo mis ojos pesados. Miro a mi amado acercarse a la doctora que la trae en brazos y este la toma nervioso mirándome como un niño sonriendo y llorando, haciéndome llorar más al ver esta escena.

—Aquí esta nuestra bebé —llora con la voz ronca. Levanto mis brazos y miro como tiemblan para luego él ponerla en ellos.

Esta envuelta en una manta rosa, solo se ve su rostro y llora con ternura. Es lo más hermoso que mis ojos han visto y me lleno de amor completa olvidándome de todo. Dejo un beso en su frente llena de bellos castaños como los de él.

—Nuestra bebé, mía —mi voz sale en un susurro, siento lágrimas saladas terminar en mi labios. Asiente sin poder hablar besando mi frente y luego la de nuestra bebé.

Es tan pequeña y tan hermosa. Sonrió y voy sintiendo como mis ojos pesan y quedo sonriendo mirándolos a ambos.

Mi mejor recuerdo. Que se irá conmigo siempre.

Papá soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora