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Muevo mi cuerpo por la cama con los ojos cerrados, mi cuerpo desnudo suave bajo las sábanas frescas, muevo mis manos por la cama grande y abro los ojos al no sentirlo dándome la claridad de lleno haciéndome cerrar los ojos por un poco de incomodidad y los voy abriendo despacio quitando la sabana de mi cuerpo. Lo primero que agarro es su suéter en el piso y lo paso por mis brazos hasta mis muslos y miro un reloj en la pared. Seis de la mañana ¡no lo puedo creer! ¿Como amaneció y cuando?.

No puedo creer que he dormido acá y sobre todo que él no está en la cama conmigo. Me imagine que despertaría con él a mi lado, quizás abrazándome pero mi pregunta ahora es ¿cuantas horas he dormido? Camino por la habitación y abro la puerta de su baño, no hay nadie. Escucho su voz y salgo al pasillo sintiendo el frío bajo mis pies y lo veo, esta de espaldas sin camisa, su pelo revuelto tan bonito y solo en un vaquero descalzo con Gabriel en sus piernas mientras este sujeta su biberón.

—¿Entonces este fue tu plan despertarte mas temprano de lo común? Eh —le habla a su hijo mientras le acaricia el rostro y se agacha dejando un beso en su frente y sonrío.

—Bueno días —digo caminando a él, se gira y me mira de pies a cabeza.

—Te queda bien mi suéter —me sonríe y me tiende una mano para que me siente a su lado en el gran sofá acaricio las pequeñas manos del pequeño y le sonrió.

—¿Dormiste bien? —pregunta acariciando mi rostro y beso su mano cuando llega a mis labios.

—La mejor de mi vida ¿y tu?.

—Como hace tiempo no lo hacia pero mi hijo se despertó a las cinco y media —me eche a reír junto con él y puse mi cabeza en su hombro desnudo.

—¿Que llevas puesto abajo? —pregunta de repente.

—Nada, solo me he puesto el suéter —me miro a los ojos y pega sus labios a los mios.

—No quiero que estés así, aunque sea aquí en la casa alguien puede estar viendo y no quiero que...

Me echo a reír por su cara.

—¿Entonces tengo un novio celoso? —me río. —Mi cielo estamos acá en casa nadie me vería que no seas tu —pongo mis manos en su rostro y beso rápido sus labios parando me del sofá.

—Esta bien, tu ganas.

—¿Quieres que haga el desayuno? —digo caminando a la cocina.

—No, yo lo haré, no te preocupes —ruedo mis ojos aunque no me vea.

—Por Dios Esteban eres demasiado limpio, ahora no quieres que haga nada en la cocina no me dejas hacer nada —lo miro.

—Está bien —se rinde.

Sonrió victoriosa y empiezo a ver que haré, puré no, panqueques no, la famosa tortilla tampoco, así que abro la nevera y miro que hay frutas, saco piña, kiwi, fresas y las corto en trozos pequeños poniéndolas en un recipiente de cristal. Lo pongo en la mesa y saco galletas saladas poniéndolas en un plato llano y hago un café con crema. Lo dejo todo en la mesa de la cocina. Salgo al pasillo y esta mirando por la ventana que entran rayos del sol, Gabriel esta dentro de su coral aun con el biberón en manos mordiendo la tetera seguro le pica la encías o esta experimentando a morder.

Camino a él y lo abrazo por detrás sintiendo su espalda suave desnuda con mis dedos acariciando su torso y su tatuaje, se gira y me abraza fuerte como si tuviera miedo y lo abrazo igual, su respiración es muy tranquila y me preocupo.

—¿Estas bien? —tiene la cabeza en mi hombro y solo asiente sin mirarme. —Ven desayuna —me separo y lo miro a los ojos de mar y lo guió a la cocina, se sienta mirando todo y le sirvo en un plato mirando cada gesto y moviendo que hago poniéndome nerviosa.

Papá soltero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora