Capítulo 8. Necesito estar sola

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Capítulo VIII. Necesito estar sola

Había pasado casi media hora desde que Selene le había contado a Katsa lo que la antepasada de la primera había hecho y que entonces, su hermana, Alessia, quería repetir.

Katsa no dejaba de pensar en esa historia, y en cómo tendría que hacerlo. Ella no tenía ni idea sobre artes marciales ni nada parecido, y mucho menos sobre los poderes. Estaba perdida, desorientada. Por primera vez en su vida, una situación se le salía de las manos. No sabía qué hacer.

Selene no le decía nada, sabía que toda aquella situación debía ser muy dura para ella: una extraña entraba en su vida y se la complicaba radicalmente; y por ello no quería decirle nada y complicarlo más, ya que si le metía prisa, sabía que se pondría nerviosa, e incluso furiosa, y aquello menos que nunca debía ocurrir.

Le dejó que se tomara su tiempo para asimilarlo, pero cuando decidió abrir la boca para decirle que se iba para que pudiera pensar tranquila, ella habló primero.

- Selene. – pronunció casi en un susurro saliendo de sus pensamientos.

- Dime, Katsa.

- ¿Te importaría venir mañana a la misma hora para terminar de hablar? – preguntó sin mirarla aún –. Quisiera estar sola.

- Claro. – contestó apenada por ella –. Katsa – dijo mientras se levantaba – sé que esto no resulta nada fácil para ti: entro de repente en tu vida y te la altero por completo – Katsa por fin la miró, había dado en el clavo – pero quiero que sepas que yo voy a estar contigo por y para siempre, que no voy a dejar que nada malo te ocurra mientras yo viva. No voy a permitir que Alessia te haga daño, nunca lo permitiré.

Tras decir esto, Selene le dejó un papel encima de la mesa y se dispuso a salir.

Katsa no encontraba las palabras que decirle a Selene. Se había quedado anonadada, no sabía qué decir, y mucho menos tras sus últimas palabras. En su tono de voz, notaba culpabilidad, es decir, como si se sintiese culpable por toda aquella situación, y así era, se sentía sumamente culpable por todo lo que Katsa estaba pasando. Fue ella quien estuvo buscando sin cesar a un bebé recién nacido que brillará con la luz de los dragones, fue ella quien le otorgó esa marca y lo que ésta acarreaba, fue a ella a quien Alessia secuestró, haciendo así que Katsa fuera a salvarla. Era ella quien había causado todo aquello.

Selene se sentía así, pero Katsa no sentía eso. Sí que por ella estaba donde estaba y como estaba, pero no la culpaba. Ella sólo había hecho lo que debía. Ella sólo asumió un deber y lo realizó. Únicamente cumplía su deber. Si había culpables ahí, eran ella misma y  Alessia. Ésta por elegir el lado de la oscuridad, y ella por ser la elegida.

Selene salió de la casa con un nudo en la garganta, sabía que sus palabras dejarían a Katsa sin habla y que harían que pensara más en ello, e incluso se sintiera culpable, al fin y al cabo, si no fuera la elegida, no estarían en aquella situación. Pero ello tampoco era verdad. Aquello, ser la elegida, era un don, un don que nunca permitiría poner en las manos de otra persona, sólo en las de ella, en las de Katsa.

Por un momento Katsa, se quedó ahí, sentada, sin mover ni un músculo, mirando el papel que le había dejado con su número de teléfono y absorta en sus pensamientos. Cuando la vio salir pensó en salir corriendo tras ella, pero luego, en un instante, pensó que tal vez ella también necesitaba estar sola, para ella también tendría que resultar difícil todo aquello.

Cuando por fin salió del trance, decidió subir a su estudio para tocar el piano. La música era lo que más la relajaba, sobre todo la clásica, aunque también, en situaciones confusas, no la relajaba, sino que hacía que, al final, terminase llorando, ya que al tocar cualquier instrumento, al igual que cuando leía, se metía de lleno, se transportaba. Sólo sentía lo que tocaba o leía.

La chica del Dragón [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora